Aníbal Ortizpozo
En
los mercados internacionales se está jugando con los alimentos como el
maíz, la soya, el trigo, y el café, disfrazando de escasez, –por alta
demanda o baja producción– su acaparamiento para subir los precios.
Goldman Sachs entre otros, aparece como el principal responsable. Hace
algunos años, los precios mundiales de los alimentos se dispararon. El
número de personas viviendo en la extrema pobreza alcanzó los 150
millones. La ONU encargó una investigación sobre las causas de esta
crisis alimentaria. La conclusión del informe es estremecedora: potentes
especuladores internacionales provocaron una enorme burbuja en el
mercado mundial de alimentos que derivó en una crisis alimentaria.
Al
parecer, siempre ha sido lo usual, que cuando desaparece un producto en
los anaqueles de los supermercados, el pueblo de a pie ya sabe, que
aparecerá después con un precio mucho más alto. En las llamadas crisis
financieras, han entrado en escena nuevos actores, “los especuladores”
con máscaras de inversionistas, ofrecen estabilizar el mercado y sus
riesgos de pérdidas. Bajo el concepto, en términos propios de la ciencia
económica, de “derivados financieros” (en palabras simples, “derivado
financiero” es un instrumento cuyo valor depende del precio de un bien
subyacente, en este caso los alimentos o materias primas para su
elaboración) y como la humanidad y la animalidad cautiva (mascotas)
siempre necesitaran comida, ¡¡¡mejor inversión imposible!!! la escena
económica de los negociados en las Bolsas de Comercio, como Wall Street,
se llena de aplausos… además porque los especuladores proporcionaran
liquidez al mercado. Y como las crisis financieras se han hecho
permanentes, nuestros alimentos cotidianos, tienen el valor seguro de un
“cheque de gerencia”.
Mientras
en el mundo empresas como Walmart se ha convertido en gigante de los
comestibles, sus “compinches”, las poderosas empresas monopólicas de
fabricación de alimentos como Monsanto, Cargill o Tyson Food, controlan
la industria del embalaje de la carne de vacuno y cerdo, el
procesamiento de la soya y de los pollos de engorde, entre otros
productos. A las cadenas de negocios y almacenes distribuidores de las
empresas que monopolizan la industria de los alimentos, se han sumado
los productores y finalmente estos inversionistas, que no producen ni
distribuyen, se apropian de la producción alimentaria, transformándose
en los dueños de nuestra comida, especulan en las bolsas de comercio,
creando burbujas y rumores para obtener la máxima ganancia con las
materias primas y alimentos procesados.
Visible
y comprobable: Los productos de Nestlé, Kraft y PepsiCo y otros, se
exhiben en las estanterías de los supermercados en gran variedad de
categorías de alimentos, repartidos en una decena de marcas diferentes,
para un mismo producto, “es la falsa competencia “. Ésta estratagema,
propia del realismo mágico, es solo para engañar al consumidor,
haciéndole creer, mediante el uso de esta “marramucia” de mercadeo, que
tiene múltiples opciones para adquirir el producto que necesita.
En
las campañas y protestas mundiales por nuestra soberanía alimentaria,
también se señala a Monsanto y sus compañías asociadas, con la
recomendación “Evitar comprar” por la dañina presencia en la producción
agrícola de especies transgénicas, sinónimo de contaminación,
enfermedades y muerte a toda la vida del ecosistema planetario.
He aquí algunas de las más poderosas empresas de alimentos, señaladas:
Aunt
Jemima, Aurora Foods, Banquet, Best Foods, Betty Crocker, Bisquick,
Cadbury, Campbell’s, Capri Sun, Carnation, Chef Boyardee, Coca-Cola,
ConAgra Foods, Delicious Brands cookies, D uncan Hines, Famous Amos,
Flowers Industries, Frito Lay, General Mills, Green Giant, Healthy
Choice, Heinz, Hellmann’s, Hershey, Holsum, Hormel, Hungry Jack, Hunt’s,
Interstate Bakeries, Jiffy, KC, Masterpiece, Keebler, Kellogg’s, Kid
Cuisine, Knorr, Kool-Aid, Kraft, Lean Cuisine, Lipton, Loma Linda Foods,
Marie Callender’s, Minute Maid, MorningStar Farms, Mrs. Butterworth’s,
Nabisco, Nature Valley, Nestlé, Ocean Spray, Ore-Ida, Orville
Redenbacher’s, Pepperidge Farm, Pepsi, Philip Morris, Pillsbury, Pop
Secret, Post cereals, PowerBar brand, Prego, Pringles, Procter &
Gamble, Quaker, Ragú, Rice-A-Roni & Pasta Roni, Schweppes, Weight
Watchers Smart Ones, Stouffer’s, Tombstone frozen pizza, Totino’s, Uncle
Ben’s, Unilever, V8,etc. En Venezuela, se destacan Empresas Polar,
PepsiCo Alimentos S.C.A., Cargill de Venezuela , Procter & Gamble y
Coca Cola. Otras productoras de alimentos están agrupadas en CAVIDEA
Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos: Alfonzo Rivas & Cía,
Alimentos Heinz, C.A., Bimbo de Venezuela, C.A.,Del Monte Andina,
C.A.Industria Láctea Venezolana, C.A. (Indulac) , Nestlé Venezuela,
C.A., Ovomar, C.A., Pastas Capri, C.A., Pepsicola Venezuela, S.A.,
Plumrose Latinoamericana, C.A.,etc ,la mayoría de ellas, no todas,
justifican su ninguna o baja producción por la falta de divisas para
importar las materias primas, no obstante cuando las han obtenido, les
han dedo otro uso.
Luego
están las empresas, dueñas indiscutibles de la comida llamada
“chatarra” y sus franquicias repartidas por el mundo: McDonald’s ,
Wendy’s , KFC- Kentucky Fried Chicken , Tony Roma’s Venezuela, Subway ,
Pizza Hut, Papa John’s Pizza, Starbucks Corporation , Friday’s , Dunkin’
Donuts , Domino’s Pizza , Burger King.etc.
Por
su parte el gobierno venezolano tiene cerca de 300 empresas de
producción, almacenamiento y distribución de alimentos e insumos,
naturalmente insuficientes para frenar la escasez inducida de alimentos,
que ha resultado ser el arma política más efectiva, en las llamadas
guerras económicas, de cuarta o “enésima generación”, iniciadas por
poder económico de monopolios y empresas transnacionales de alimentos,
que apoyan la restauración conservadora capitalista actual en
Latinoamérica, haciendo posible con ello, la injerencia de las grandes
potencias en nuestros pueblos, que a su vez, han decidido
independizarse. En aras de garantizar la seguridad y soberanía
alimentaría del país, el gobierno, ha creado la Corporación Venezolana
de Alimentos y la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas
que dirigirán 14 conglomerados en los que serán ubicadas empresas
estatales y privadas, entre la que destacan Agropatria, Café Madrid,
Lácteos Los Andes, Aceites Diana y muchas otras que se están sumando
lentamente a la producción de alimentos.
Corporación
Venezolana de Alimentos, manejará 110 empresas entre públicas y
privadas, agrupadas en 6 conglomerados: Arroz, Aceites y Grasas,
Cárnico, Avícola, Pesca y Alimentos Balanceados para Animales.
Por
su parte, la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas
conducirá 183 compañías entre públicas y privadas, agrupadas en 8
conglomerados: Lácteos, Frutícola, Transporte, Silos, Acopio y frío,
Empaquetadoras, Harina de maíz y Redes de Distribución la cual agrupa a:
Pdval, Mercal, Bicentenario, Bases de Misiones, Comercializadora y
Distribuidora Red Venezuela CA (CDR Venezuela, CA), Fundaproal y el
Instituto Nacional de Nutrición.
El
Chile de los setenta y la Venezuela contemporánea, dos ejemplos, donde
la historia se repite: acaparamiento para crear desabastecimiento y
especulación con los alimentos, medicinas, insumos del aseo personal y
otros. En ambos países, la oposición política ha recurrido al apoyo
económico irrestricto de las empresas transnacionales todas, no sólo
productoras de alimentos, sus franquicias y la empresa privada criolla
afiliada a Fedecámaras, cuyo presidente, Carmona Estanga participó en el
golpe militar del 2002 ,siendo designado como el sucesor del presidente
legítimo Hugo Chávez En el acaparamiento y especulación, tienen una
gran responsabilidad las asociaciones de productores, y especialmente
las cadenas de distribución y venta. En Venezuela el resultado del
desabastecimiento inducido, no se hizo esperar, descontento, malestar en
la población por las interminables amanecidas colas y el impresionante
surgimiento de una economía informal especulativa. Ciudadanos, que
lograron romper todas las normas legales, al apropiarse de los alimentos
y medicinas subsidiados por el gobierno, para venderlos
clandestinamente a precios exorbitantes, directamente, online o por
teléfono con entrega a domicilio. Estas acciones ilegales el Gobierno
Bolivariano las ha combatido, con la ley en mano, juicios y
encarcelamiento, sin lograr aún el término de estas prácticas
delictivas.
En
el Chile de Allende se crearon las JAP (Junta de abastecimiento y
precios, integrada por pobladores), en Venezuela hace algunos meses el
gobierno creó los CLAP, (Comités Locales de Abastecimiento y Producción)
para que el pueblo, sin distinción de su pensamiento político, ni
ingresos, previa organización, censo y registro, pueda adquirir una
bolsa con alimentos de la Cesta Básica, como : harinas de trigo y maíz,
arroz, leche, aceite, frijoles, azúcar, fideos, mantequilla, un pollo y
en ocasiones carne de vacuno, vendida a domicilio a precios subsidiados.
Dicha organización está recién en pleno desarrollo y cuyo futuro no es
predecible.
Lamentablemente
las JAP en Chile, si bien aliviaron al consumidor, no resolvieron el
problema de fondo, que basándose en lo económico como estrategia, el
plan era definitivamente político, la llamada “conspiración del
imperialismo del dólar”. Las empresas transnacionales asentadas en el
país encabezadas por los tres tiburones más voraces: el Consorcio
Anaconda, Kennecott, la International Telephone Telegraph (ITT) y el
Departamento de Estado de gobierno de EEUU, (según se rebeló en los
documentos de la CIA, hoy desclasificados) financiaron todo, desde la
voz de diputados y senadores conservadores y demócrata cristianos, la
anexión de los militares traidores, el malestar y la desestabilización,
preparando así ,el camino al golpe cívico-militar ,que terminó con la
vida del presidente Salvador Allende y miles de chilenos en septiembre
de mil novecientos setenta y tres.
Por
ello, los ciudadanos deberíamos volvernos más conscientes, saber de
dónde vienen nuestros alimentos, quiénes son sus dueños, su costo, por
qué las ofertas o remates, cuándo el desabastecimiento no es real, sino
un arma más de la lucha política sucia. Procurar una información veraz y
actualizada accediendo a los más recientes documentales televisivos
sobre investigaciones, demandas, difundidas a través de internet y las
llamadas redes sociales. Sumarse a campañas y protestas masivas por
nuestra soberanía alimentaria. No más impunidad a los especuladores en
general, no solo de nuestra comida, también nuestra salud, vivienda y
educación. Solo así lostrogloditas de la industria de los alimentos, las
cadenas de distribución y venta, los productores e intermediarios,
estarán acosados, por sus prácticas indeseables de convertir las
materias primas y alimentos procesados en un instrumento político,
exclusivo del lucro capitalista salvaje.
Se
publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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