El fascismo es odio en estado puro, sin fisuras, sin matices, sin límites, sin remordimientos. Un monolito.
Sus únicas víctimas no son las agredidas sino quienes agreden. Cuando quien odia niega humanidad a quienes odia, termina negando su propia humanidad, como el nazismo. Por eso exterminó tanto. Y aún extermina, tiende tu mirada hacia el Medio Oriente. Perdona, pero es inevitable hablar del nazismo y de sus vástagos al disertar sobre el odio, pues ha sido su más destilada y encarnizada manifestación. No comparo a nadie con el nazismo porque el nazismo es incomparable. Lo tomo solo como referencia, por su pureza.
Es que examinando odios intachables a través de las edades advertimos su embriaguez, su vesania, su arrechucho. Vemos cómo en su rabieta quien odia se entrega a un estado delirante, disparatado, alucinado, desquiciado. En su adicción —es el sicotrópico más peligroso— entra en modo hora loca, ya no responde de sus actos, no se gobierna, le entra una energía que enajena y por eso se usa la palabra enajenación, que se deriva del latín alienum, de donde a su vez procede la palabra ajeno. Enajenación es, pues, sinónimo de ‘locura’.
La mitología griega, que inquieta pensar que tal vez lo sabía todo, sostenía que la guerra era una locura inspirada por un dios terrible llamado Ares en Grecia y Marte en Roma. Su gemela Eris se llamaba Discordia en Roma. Cuando nacieron, es una posibilidad del mito, eran tan abominables que su madre Hera lanzó a los bebés Olimpo abajo. Así eran de potentes las metáforas de la poesía griega. Como eran divinos y por tanto inmortales, sobrevivieron al intento de filicidio y así Eris pudo provocar la Guerra de Troya, aquella protoguerra mundial, mediante la celebérrima Manzana de la Discordia, nomás porque nadie se acordó de invitarla a un bonche. Comprensible olvido.
Si te diere por ver tanta pureza, consulta los tuits de demasiados opositores. Esos trinos son una de las residencias del odio en estado puro que estoy prosando ante tus ojos. Tienes que precaverte porque están cerca de ti, ponen guayas, descuartizan y su mayor triunfo es provocarte y amaestrarte para su causa. La mayoría somos bastante inmunes a eso, pero no es imposible y conoces casos. Cuídate de CNN y de sus monaguillos locales.
Sus únicas víctimas no son las agredidas sino quienes agreden. Cuando quien odia niega humanidad a quienes odia, termina negando su propia humanidad, como el nazismo. Por eso exterminó tanto. Y aún extermina, tiende tu mirada hacia el Medio Oriente. Perdona, pero es inevitable hablar del nazismo y de sus vástagos al disertar sobre el odio, pues ha sido su más destilada y encarnizada manifestación. No comparo a nadie con el nazismo porque el nazismo es incomparable. Lo tomo solo como referencia, por su pureza.
Es que examinando odios intachables a través de las edades advertimos su embriaguez, su vesania, su arrechucho. Vemos cómo en su rabieta quien odia se entrega a un estado delirante, disparatado, alucinado, desquiciado. En su adicción —es el sicotrópico más peligroso— entra en modo hora loca, ya no responde de sus actos, no se gobierna, le entra una energía que enajena y por eso se usa la palabra enajenación, que se deriva del latín alienum, de donde a su vez procede la palabra ajeno. Enajenación es, pues, sinónimo de ‘locura’.
La mitología griega, que inquieta pensar que tal vez lo sabía todo, sostenía que la guerra era una locura inspirada por un dios terrible llamado Ares en Grecia y Marte en Roma. Su gemela Eris se llamaba Discordia en Roma. Cuando nacieron, es una posibilidad del mito, eran tan abominables que su madre Hera lanzó a los bebés Olimpo abajo. Así eran de potentes las metáforas de la poesía griega. Como eran divinos y por tanto inmortales, sobrevivieron al intento de filicidio y así Eris pudo provocar la Guerra de Troya, aquella protoguerra mundial, mediante la celebérrima Manzana de la Discordia, nomás porque nadie se acordó de invitarla a un bonche. Comprensible olvido.
Si te diere por ver tanta pureza, consulta los tuits de demasiados opositores. Esos trinos son una de las residencias del odio en estado puro que estoy prosando ante tus ojos. Tienes que precaverte porque están cerca de ti, ponen guayas, descuartizan y su mayor triunfo es provocarte y amaestrarte para su causa. La mayoría somos bastante inmunes a eso, pero no es imposible y conoces casos. Cuídate de CNN y de sus monaguillos locales.
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