Carlos
M. Rodríguez C
No
hay nada más irracional que la razón. Esta es la contradicción más absoluta de
la que puede dar cuenta la historia de la humanidad.
Desde
el mismo momento que hace su aparición el
homo sapiens, su proceso de humanización estuvo signado por actos tan
irracionales como lo son la antropofagia, el esclavismo, la depredación, la
guerra. Tales actos y acciones
persisten, quizás en forma diferente. Muchas veces lo animal prima sobre lo
pensante, el paleocerebro domina al neocerebro, lo animal a lo racional
pensante. La racionalidad griega se
impuso a los bárbaros, a través de una práctica tan irracional como la
esclavitud y la guerra.
La
escuela psicológica freudiana nos afirma que los actos humanos están basados en
impulsos animales, cuya concreción se hace socialmente o se enfrenta a los
cánones establecidos a través de mecanismos de defensa de la personalidad. La
personalidad es el resultado de la contradicción racionalidad-irracionalidad la
cual se manifiesta en hechos en actos, en conducta. Por su parte el
posmodernismo afirma que la racionalidad no existe, que ella desaparece con el
devenir social que impone, a través de la práctica, ideas, pensamientos, modas,
costumbres muchas de las cuales atentan contra (y las sustituyen) las normas
que establecen lo que es racional o no.
Para
el marxismo la racionalidad es una categoría que conceptualiza a los actos
humanos, los cuales están determinados por la conciencia social y el
pensamiento dominante del momento histórico. Lo racional no es más que la expresión
contradictoria de la práctica irracional colectiva, o individual que se enfrenta
al contenido valorativo o ético. La racionalidad capitalista, por ejemplo, consiste
en legitimación del acto irracional de la explotación del hombre por el hombre,
convalidada por las categorías económicas de la usura, el lucro, la
explotación, la plusvalía.
Esta
situación invade todos los espacios de la vida humana, siendo lo más paradójico
que personas, grupos, instituciones vinculadas con el quehacer académico y
científico reproducen la lógica de lo irracional en su dinámica diaria. Tal es
el caso de las universidades, instituciones educativas y de investigación
científica, clínicas, hospitales, etc.
Común
es leer y escuchar opiniones emitidas por supuestos teóricos, dirigentes o
personal académicamente formado dentro de la cosmovisión marxista,
autodenominados revolucionarios, que exponen con una lógica convincente su
visión del mundo y de la realidad. No obstante, cuando se trata de asumir
posturas concretas se ubican en el lado opuesto de la visión revolucionaria ya
que emergen sus debilidades burguesas, carencias conceptuales, autoritarismo,
egocentrismo, egoísmo. Defienden o
militan en tendencias reformistas por lo cual muchos caen en el campo de la
contrarevolución. Ejemplo de ellos tenemos de sobra en el proceso
revolucionario venezolano, tales como el caso de Luis Miquilena, Gabriel Puerta
entre otros.
Estos
especímenes constituyen un verdadero peligro para la revolución ya que son
virus expansivos capaces de contaminar incautos que, dada su habilidad como
sofistas, pueden convencer militantes de buena fe pero descontentos con la
gestión de gobierno, pero desviarlos del camino revolucionario.
En
consecuencia, su denuncia, desenmascaramiento es obligación de los que militamos
en el campo de la revolución.
Patria,
socialismo o muerte. Venceremos.
carrodcas@mail.com
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