Por Carlos M. Rodríguez C.
Dice el verso de la guaracha cubana
que sonó por los años de 1942 en las calles de La Habana, popularizado por
Miguelito Valdez, cuya letra es atribuida al compositor cubano Armando
Mustelier: “Pobrecito Chacumbele, el mismito se mató” reza la canción, haciendo
alusión a un policía habanero, muy mujeriego, que según fue asesinado por su
celosa esposa al conseguirlo con otra dama, aunque dicen también que dicho galán
se suicidó.
Interpretando el contenido de la letra
se lleva a los casos reales, en los cuales las personas actúan de tal manera,
que con su comportamiento hacen daño a sí mismo, a su persona, su cuerpo, su
mente. O lo conducen al fracaso.
Pareciera que este comportamiento se
ha convertido en un virus, una enfermedad que afecta a la sociedad en su
conjunto y estableciendo una conducta social, colectiva, siendo las causas
variadas, entre las cuales tenemos: la sordera, la miopía, la soberbia, la
ineptitud, la incapacidad, y entre otras.
Para muestra veamos el comportamiento
errático de la derecha venezolana.
Deslumbrada con los votos que sacó en
las elecciones del 6D para elegir diputad@s de la Asamblea Nacional, y engolosinada
con la posibilidad real de acceder a la Presidencia de la República (y creyendo
a certeza que los votos logrados son un endoso permanente a su propuesta
neoliberal) se ha desbocado en asumir posturas agresivas, groseras,
impertinentes. La primera fue la amenaza a modificar la Ley Orgánica del Trabajo,
lo cual generó una opinión colectiva de rechazo.
Posteriormente la conducta intolerable de Ramos A. para con el retrato de Chávez y Bolívar, así como el irrespeto a los colectivos, a los otros poderes. Y recientemente con la aprobación de la Ley de Propiedad sobre las viviendas de la Gran Misión Milagro.
La impertinencia, la soberbia, la
falta de tino político, la avaricia, la disociación mental han operado y, no
sabemos si se ha dado cuenta, los votos castigo que se le arrimaron en el
proceso electoral, y la respuesta de los sectores del pueblo favorecidos con
dichos beneficios nos indica que la respuesta popular ha comenzado a hacer
ebullición, la resistencia a ser despojado de sus derechos empieza a hacer
erupción.
Buen síntoma ya que las
contradicciones comienzan a agudizarse y con ellas la movilización popular, la
continuación del proceso revolucionario en curso.
Creo que es necesario darle “agua para
beber”, “alpiste para que cante”, de esta manera mantener el ritmo de desgaste
de la contrarevolución haciendo que opere el “síndrome chacumbele”, para que
ella misma se mate, para que se “autosuicide”, como dijo el otro.
Falta ver la respuesta del gobierno
ante el movimiento dialéctico, ante este nuevo escenario político. Si no es capaz de leer el mensaje del pueblo.
Si no responde apropiadamente a las necesidades perentorias de la población. Si
se equivoca ante la demanda del pueblo. Otro tanto le pasaría, es decir, el Síndrome
de Chacumbele operaría por partida doble.
Esperemos se ilumine su entendimiento.
Patria, socialismo o muerte.
Venceremos
carrodcas@gmail.com
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