En la historia, como en la naturaleza la podredumbre es el laboratorio de la vida. K. Marx.
Ese
“acontecimiento” se descubre claramente al observador externo de manera
retroactiva, gracias a una mirada hacia atrás, hacía el origen, desde
la perspectiva de estar habitando en otro mundo. E. Dussel.
1. Acto: a diferencia del 23 de Enero de 1958, y similar a la
Rebelión Popular de 1814, «El Caracazo», 27 de Febrero de 1989, le exige
a los sujetos una relación, esto es, una toma de postura ante el acontecimiento, en la medida que quiebra en dos la manera en que se relacionan los sujetos con la política; El Caracazo es inseparable del acto.
El acontecimiento no es el acto mismo, es la apertura del espacio donde
a futuro los sujetos deberán actuar, ya que dicho actuar es lo que hace
al sujeto. La pasividad que había caracterizado a la política
representativa «puntofijista» queda suspendida, comienza la etapa del
acto, de la participación. En palabras de Enrique Dussel: «El
“acontecimiento” será así un tipo de estructura dinámica no prevista en
la que ciertos “sub-jetos” de alguna manera objetos funcionales del
sistema, mero miembros pasivos) devendrán actores, en medio de la refriega que para los observadores pasivos es el caos mismo». [1]
2. Subjetivación: el acto es el supuesto de la política democrática. Incapaces de delegar en una representación la subjetivación,
es decir, las maneras en que se relacionan los sujetos con el
acontecimiento, las partes de la comunidad política están exigidas a
participar del común. De allí que El Caracazo parta en dos la vida
política nacional instalando una lógica democrática, donde existe una
absoluta apertura para discutir las formas de hacer, decir y sentir en
común. En lo sucesivo la lógica política será democrática o no será. La
política entendida como el aparecer de un sujeto social que instala el
litigio, se debatirá con una política antidemocrática que busca expulsar
a lo otro, cual cuerpo extraño que ha puesto en suspenso el normal
desenvolvimiento de la sociedad.
3. Litigio: el 27 de Febrero es la apertura de un hueco
entre los sueños idílicos de conciliación en los que las coordenadas
simbólicas del dominante mantenían a los dominados. Es el anuncio de la parte sin parte [2] de que en adelante se ha roto la hegemonía, y la comunidad transitará por un largo litigio,
donde los que siempre fueron considerados como ruido ahora poseen voz, y
más allá, serán capaces en lo sucesivo de enunciar títulos para
gobernar.
4. Negatividad: el acontecimiento suele ser estrictamente el aparecer de la negatividad. La parte forcluida
de la comunidad política no sabe adónde va, pero sabe que la dignidad
de la vida llama a romper con el dominio, abriendo el espacio por donde
empezará a transitar lo indeterminado. El acontecimiento cuando es tal
no es en primera instancia afirmativo, es tan solo la fuerza que permite
la apertura por donde transitará el cambio de la vida. En su aparecer
fenomenológico se convierte en una mixtura dialéctica de violencia y
alienación; vitrinas rotas para acceder al consumo capitalista que el
propio sistema era incapaz de proporcionar. La tentación a considerar al
acontecimiento como la «toma del cielo por asalto», nos lleva a
desmeritar cuando la ruptura se muestra contradictoria. En palabras de
Brecht «sólo está vivo lo que está lleno de contradicciones».
5.
Violencia: para las derechas (por muy liberal que se piensen a sí
mismas, o al evitar pensarse debido al miedo de parecerse mucho a un
fascismo «sifrino») el acontecimiento representa el aparecer de lo
siempre forcluido, es decir, expulsado de su universo simbólico
constitutivo. En tanto que «acontecimiento» significa siempre el retorno
de lo forcluido, es la manera de la violencia por excelencia: cuando
los que siempre estuvieron dentro de la comunidad pero no bajo la forma
de una presencia, aparecen para denunciar a la sociedad en nombre de un daño
al que llaman injusticia. Es en ese momento donde se desvanecen las
coordenadas simbólicas del dominio, según las cuales unos –aquellos que
arguyen como título para gobernar la riqueza o el saber– están
destinados casi «divinamente» a gobernar y otros –los cualquiera– a
obedecer. A partir de ese instante acontecimental no existe la política
de la representación. Súbitamente, una parte de la comunidad que nunca
ha tenido parte de la riqueza, se reconocen como iguales, y denuncia a
la representación. Siempre será violento el aparecer de lo que nunca fue
visto.
6. Lo reprimido a escena: el 27 de Febrero de 1989 en
tanto que acontecimiento-verdad representó el retorno de lo reprimido.
La apertura que causó en la política venezolana traía consigo la fuerza
de aquellas rebeliones históricas, desde la Rebelión Popular de 1814
hasta el 23 de enero de 1958. Aquello que se encuentra reprimido, y que
el acontecimiento coloca de nueva cuenta ante la apertura del futuro,
son las distintas tradiciones de lucha que se han opuesto a la
apariencia objetiva sintetizada. La apertura acontecimental permite que
esos fracasos colectivos del pasado, esos ensayos infructuosos, rediman
su potencialidad, a saber, que pongan aprueba en el futuro su capacidad
para ejercer alguna forma de emancipación. A partir del Caracazo
Venezuela entra en conflicto por la reescritura de su propia historia y
la dialéctica pasado-futuro se sintetiza en un tiempo estocástico donde
el litigio nos recuerda que tenemos un pasado en común signado por la
violencia, la desposesión, la decepción y el fracaso.
7. Sujetos
oscuros: no hay mejor confirmación de que estamos ante un hecho que ha
quebrado la vida en dos que la presencia de los sujetos que se
relacionan con el acontecimiento negando su existencia. Las maneras en
las que usualmente se expresan es colocando el «quiebre» en otro lugar, o
de manera más simplista negándose a valorar lo ocurrido como si el
acontecimiento no mereciera en sí mismo la expresión de algún juicio
axiológico. Quizá sea la tesis según la cual el devenir del Caracazo en
Revolución Bolivariana solo ha sido un matiz dentro de una continuidad
estructural del capitalismo rentístico, la enunciación más sofisticada
de la subjetividad oscura.
8. Sujetos reactivos: son aquellos que
se relacionan con el acontecimiento negando su potencial para el cambio
de la vida; abogan por la vuelta al estado de normalidad, argumentando
que es la mejor forma de vida posible, y que la Revolución siempre
culmina con la restauración, donde los rebeldes piden perdón a sus amos.
Básicamente la subjetividad de derecha tras El Caracazo se ha movido
por un limitado segmento de discursos reactivos. Las diferenciaciones en
las posturas reactivas es de matices y radica en una pluralidad de
apegos a posiciones racistas, antidemocráticas, elitistas y (¿cómo no?)
coloniales respaldadas por el Gran Otro euroccidental. Su quid: El
Caracazo es un hecho no-político.
9. Sujetos fieles: el anuncio de
que hay muchos mundos recluidos represivamente en el mundo del capital,
es el devenir lógica de mundo del sujeto que fue fiel al
acontecimiento. Del sujeto que sintió en la política de los iguales, con
sus promesas, fracasos y su eterno volver al inicio, una forma de la
vida ajena a la fetichización-reificación de la mercancía. Lo comunal
como lógica de vida, como autogobierno de los iguales, ha sido quizá la
expresión más acabada de este mundo de vida que se pelea por existir.
10.
Política constituyente: para las derechas, cuyos mapas cognitivos de lo
político, se cierran sobre los administrados mecanismos institucionales
de resolución de conflictos, que en cualquier caso nunca han
considerado con voz en la comunidad política a aquellos sujetos que
ocupan un lugar en la sociedad que los hace encarnar un conflicto, es
impensable que sea político el aparecer violento de una parte de la
comunidad forcluida como condición de posibilidad para fundar un pacto
de conciliación de elites (J.C Rey dixit). En otras palabras, para las
derechas no puede haber política donde no hay sujetos con voz, tan solo
hay ruido. A su consideración es «sacrilegio» una política
constituyente, cuya esencia es ser incapaz de asimilarse a la política
institucional y representativa.
11. Teoría: para la izquierda el
desfase con respecto al Caracazo radicó en la incapacidad de entender
que la ruptura es política, más allá de que en primera instancia no se
muestre como tal, y que por tanto el acontecimiento produce a posteriori
la subjetividad que lo vehiculizará. Hecho que significó no entender la
complejidad de aquello llamado subjetivación, a saber, que el sujeto es
la toma de postura ante el acontecimiento, y no la forma en que los
sujetos utilizan las «condiciones objetivas» en procura de una
Revolución. Lección: volver, siempre a la teoría, que es allí donde se
cocinan las formas de la praxis.
12. Deseo y
reconocimiento: si el pacto de punto fijo fue la época de la política
institucionalizada, representativa y por consiguiente antidemocrática,
El Caracazo es su antítesis. Con él nace una política de nueva índole,
sintetizada en la materialidad de la sociedad. Su asidero es el estómago
que cruje, el deseo, el trauma, la fuerza libidinal. Deseo y
reconocimiento se instalaron como su leitmotiv. No es de ninguna
forma una vergüenza, confrontando radicalmente con la moral
colonial-burguesa, que el Caracazo se encontrara guiado por el Principio del placer: el padecimiento social obligaba a los sujetos a romper con la continuidad de una sociedad que invitaba al neoliberalismo espiritual [3], mientras
que al mismo tiempo obraba hacia la desposesión, la marginación y la
pobreza. Lo crucial que hay que señalar es que a la luz de lo ocurrido,
El Caracazo fue el momento donde el principio del placer sede al Principio de realidad,
que al decir de Freud «tiene igualmente como fin el placer; pero un
placer que, si bien diferido y atenuado, presenta la ventaja de ofrecer
la certidumbre que le procuran el contacto con la realidad y la
adaptación a sus exigencias» [4].
13.
Igualdad: la denuncia social que resurge en el Caracazo no se mueve
bajo la lógica aritmética según la cual una parte de la sociedad no
repartió la riqueza suficientemente. Antes al contrario, su lógica es
geométrica y precede a la repartición de la riqueza. En ella se alerta:
es necesario contar de nuevo la manera en que los esfuerzos contribuyen
al común. Aquí reside la semilla que devino en los intentos por formar
una comunidad de iguales. El Golpe de Estado de abril de 2002 y los
intentos de una parte del movimiento bolivariano inicial por imponer
como programa un revisionismo socialdemócrata y su posterior derrota,
significaron que el movimiento eligió por la igualdad geométrica en
lugar del concilio aritmético.
14. Proceso: a las efectuaciones del Caracazo en tanto que acontecimiento se le imbrica dialécticamente un largo proceso
de transformaciones estructurales en los que la sociedad venezolana
había transitado una crisis sin precedentes en su forma de inserción en
el mercado mundial. El Viernes Negro (18 de Febrero de 1983) es la fecha
límite que indica este quiebre. Resumidamente, esta crisis se origina
en el exceso de liquidez de origen externo (boom de 1973) durante
el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) y se profundiza
con la devaluación del tipo de cambio durante el Viernes Negro, que
acaba con el imaginario desarrollista que había dominado el Siglo XX
venezolano. De lo que se trataba es del fracaso del modelo de
sustitución de importaciones y los primeros pasos hacía un capitalismo
especulativo abierto al despojo foráneo vía fuga de capitales y pago de
la deuda, cuya raíz es la ausencia total de inversión (privada), datos
que caracterizaran el periodo que trascurre desde 1974 hasta el
presente. La política transitará bajo este proceso de crisis teniendo
como telón de fondo a lo económico, por ello las profundas implicaciones
de lo social en lo político.
15. Hipótesis: ¿es El Caracazo un
acontecimiento global en la medida que significó cerrar la puerta al
pasado en el que dominaba la geocultura liberal y la entrada en un
periodo anti-neoliberal a nivel regional?16. Replicación: cuando decimos acontecimiento fundacional, nos referimos a la capacidad del Caracazo a la hora de realizar una hendidura en la política venezolana, a partir de la cual, la sociedad ha ido transitado hacia otros acontecimientos, en cuyo caso se han repetido las viejas situaciones y han aparecido una nueva constelación de efectuaciones. El Caracazo son sus repliques: 4 de Febrero de 1992 y 13 de Abril de 2002 son sus primeros parajes. El paisaje sigue abierto…
17. Verdad: la
condición de verdad de un acto se determina por su capacidad para
sustraerse de garantías externas y aceptar sin reparos la ausencia del
Gran Otro. La Revolución Bolivariana se juega su propia verdad cuando
intenta crear algo nuevo en lo económico: una nueva manera de producir,
distribuir y consumir. ¿Se ha abierto una apertura en el orden del ser, en
la positividad del mundo del capital? No, hoy las cosas parecen
advertir una postura burocrática que procura deshacer el acontecimiento,
y busca constantemente recluirse en la situación que procura el enemigo
como motivo del fracaso. La lección: no hay acontecimiento político sin
Revolución económica.
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