Por: Néstor Francia
Estimados Compatriotas:
No voy a tratarlos con epítetos. No voy a caer en el expediente fácil de
llamarlos traidores ni a suponer en ustedes motivos viles o indecentes,
aunque no descarto que algunos los tengan, lo que no me daría el
derecho a generalizar. No voy a expulsarlos del Paraíso, entre otras
cosas porque estoy seguro de que muchos de nosotros nos reencontraremos
en este largo camino ¿Por qué no? ¿Acaso no ha ocurrido? Como decía un
comentarista deportivo ya ido: las he visto más feas y se han casado. El
actual gobernador pesuvista del estado más importante de Venezuela,
Arias Cárdenas, fue candidato presidencial "unitario" de la derecha
contra Chávez y hasta lo comparó con una gallina. Herman Escarrá fue el
principal abogado de la ultraderecha y ahora es el constitucionalista
favorito de la Revolución. William Ojeda era un beligerante y
bullanguero parlamentario de la oposición y ahora anda de este lado.
Como Arias Cárdenas, ensayó el doble salto de talanquera: de aquí para
allá y de allá para acá. El actual vicepresidente ejecutivo de la
República, Aristóbulo Istúriz, tuvo su aventurilla antichavista y hasta
se preguntó alguna vez públicamente si acaso Chávez se había fumado una
lumpia.
Acusar a alguien de traidor es establecer una distancia irreversible. Un
traidor es, por ejemplo, un delator. O alguien que se vende al enemigo
por treinta monedas, como Judas. O un amigo al que le das alojamiento en
tu casa y te roba la mujer, los corotos, lo reales y hasta la casa
misma. La traición es irremediable y hay que tener mucho cuidado con las
palabras que se usa, aunque en política es muy fácil el olvido, si es
lo que conviene.
Dicho esto, creo que queda claro que fundamentalmente estoy en
desacuerdo con ustedes, lo cual abre la interesante posibilidad de un
debate de ideas, que es lo bonito, lo apropiado, lo aleccionador para
todos. Voy a intentarlo.
Ustedes, compatriotas, están dejando que los árboles les tapen el
bosque. En la naturaleza existe algo que se llama dialéctica, aplicable
también, claro está, a la sociedad humana. No es un invento de Marx, es
una precisión científica. La principal ley de la dialéctica es la de la
unidad y la lucha de contrarios. Todos los fenómenos que ocurren en la
Naturaleza son el resultado de la lucha de elementos contrarios, que se
hallan unidos en el mismo ser o fenómeno, siendo la causa de todo
movimiento y cambio, también en la sociedad y en el pensamiento. Con
esta ley se explica el origen del movimiento.
Existe, por otra parte, el concepto de "contradicción principal",
explicado diáfanamente por Mao Tse Tung en su célebre obra "Sobre la
contradicción", donde el líder chino asienta: "En el proceso de
desarrollo de una cosa compleja hay muchas contradicciones y, de ellas,
una es necesariamente la principal, cuya existencia y desarrollo
determina o influye en la existencia y desarrollo de las demás
contradicciones… De este modo, si en un proceso hay varias
contradicciones, necesariamente una de ellas es la principal, la que
desempeña el papel dirigente y decisivo, mientras las demás ocupan una
posición secundaria y subordinada. Por lo tanto, al estudiar cualquier
proceso complejo en el que existan dos o más contradicciones, debemos
esforzarnos al máximo por descubrir la contradicción principal". Y
además, muy importante: "Cuando el imperialismo desata una guerra de
agresión contra un país así, las diferentes clases de éste, excepto un
pequeño número de traidores, pueden unirse temporalmente en una guerra
nacional contra el imperialismo. Entonces, la contradicción entre el
imperialismo y el país en cuestión pasa a ser la contradicción
principal, mientras todas las contradicciones entre las diferentes
clases dentro del país… quedan relegadas temporalmente a una posición
secundaria y subordinada".
¿No está acaso Venezuela, junto a toda Latinoamericana, sometida a una
guerra de agresión (no convencional) por parte del imperialismo
norteamericano? Esa es la contradicción principal presente en el
escenario, no solo en nuestro continente, sino en el mundo todo. La
contradicción principal de la sociedad humana actual es aquella que
enfrenta al imperialismo norteamericano y sus aliados, por un lado, y
las naciones y pueblos oprimidos, por el otro. Todas las demás
contradicciones presentes se subordinan a esa y hasta que esa
contradicción no se resuelva, no habrá socialismo victorioso. De manera
que si acaso Maduro está "más loco que una cabra" (Pepe Mujica) o si se
critica que hay corrupción, o que el burocratismo y la ineficiencia
colonizan al Estado y al PSUV, o que se cometen errores económicos (en
algunas se lleva razón, en otras no tanto), ninguna de esas críticas
borra ni puede estar por encima de la contradicción principal, de manera
que la gran tarea actual de los revolucionarios venezolanos es defender
la Patria y enfrentar la agresión imperialista. Y eso pasa por rodear y
apoyar al gobierno de Nicolás Maduro y a la dirigencia revolucionaria,
por más críticas que tengamos, que en mi caso no son pocas, como todo el
mundo sabe. Y les diré por qué.
El pretexto principal del imperialismo y la derecha en este momento es
el llamado a Revocatorio. Eso no lo digo yo, sino el Imperio mismo,
concretamente en el documento que se refiere a la injerencista Operación
Venezuela Freedom-2, fechado el 25 de febrero de 2016 con la firma del
Almirante Kurt W. Tidd Comandante del Comando Sur, y donde se expresa
textualmente: "Con los factores políticos de la MUD hemos venido
conformando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede
combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia
armada. Por supuesto, hay que seguir impulsando como cobertura el
referéndum o la enmienda que se apoya en el texto constitucional y que
sirve para censar, movilizar y organizar una masa crítica para la
confrontación".
De manera que cuando ustedes se ponen a respaldar el llamado a
Revocatorio, en realidad están apoyando, sépanlo o no, quiéranlo o no,
el plan intervencionista del imperialismo contra Venezuela. Ustedes
parecen creer que el tema del Revocatorio es un asunto jurídico, cuando
en realidad es un asunto político. El imperialismo y la derecha se
opusieron férreamente, en su momento, a la aprobación de la Constitución
Bolivariana y luego la han violado una y otras vez de diversas maneras.
Ahora aparecen como adalides en su defensa, con la única intención de
utilizarla para derrocar a Maduro, dar al traste con la Revolución
Bolivariana e imponer la restauración del régimen neoliberal, arrasar
con el chavismo y poner a Venezuela al servicio de los intereses del
imperialismo, como están haciendo Macri en Argentina y Temer en Brasil,
conjurados con otros gobiernos de derecha para golpear la integración
latinoamericana y diluir los avances de ese proceso que fue encabezado
por Hugo Chávez. Ya vemos como pugnan por desconocer el derecho que
asiste a Venezuela para asumir la presidencia pro témpore del Mercosur.
Se ha puesto en boga el concepto de "progresismo" para definir a los
regímenes de izquierda latinoamericanos. A mí me gusta el término. Creo
que en el tema de la construcción del socialismo, hay todavía mucha tela
que cortar. Yo mismo he caracterizado a Venezuela como un país
capitalista con un gobierno popular de tendencia socialista, con un plan
de transición al socialismo. Pero esta es una definición demasiado
general y limitada, aunque en esencia creo que correcta. Pienso que
ninguno de los gobiernos de izquierda latinoamericanos es propiamente
socialista (quizá con la excepción del cubano, pero ni siquiera estoy
seguro de eso). El socialismo es un desiderátum más que una realidad,
falta un largo y sinuoso camino por recorrer. El socialismo parece más
bien una escuela primaria donde todavía estamos aprendiendo las primeras
letras y aun nos falta muchísimo para alcanzar el grado final.
En todo caso, compatriotas, creo que ustedes están profundamente
equivocados. En este momento nuestros pasos se han separado. Tengo la
sincera esperanza de que nos volvamos a encontrar en esta dura lucha
contra el imperialismo.
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