Por Carlos M.
Rodríguez C.
Uno de las principales
debilidades que tiene el proceso revolucionario en Venezuela la constituye el hecho de la falta evidente
de formación política por parte de una importantísima parte de los actores que,
de una manera u otra, participan en ella.
Y esta debilidad tiene su
razón de ser, ya que el proceso revolucionario bolivariano surge de un proceso de
crisis política y social en la que se involucraron personas que provienen de
sectores de la derecha, militares, militantes y simpatizantes de partidos de la
derecha y por supuesto, militantes, simpatizantes, colectivos políticos,
agrupaciones sociales de tendencia de izquierda. Y dentro de estos grupos de
izquierda, militantes de una elevada condiciones teórico-práctica, pero también
muchos con profundas debilidades en lo conceptual que inciden negativamente en
la construcción de un proyecto verdaderamente socialista y revolucionario,
debilidades que afloraron en el diseño, contenido teórico y praxis política del
proyecto, que han eclosionado a lo largo de estos 18 años de revolución y que
hoy, dada la crisis política que atraviesa, emergen dramáticamente negativa o
positivamente en el seno del chavismo, de que se autodenominan “chavistas críticos”,
“chavistas auténticos”, “Más chavistas que
Chávez” y similares.
Y es que hay un gran
desconocimiento y confusión de lo que constituye el nivel cosmogónico y ético de
la revolución socialista de lo que es el
nivel pragmático u operativo de la revolución; de lo que constituye el proyecto
político del lo que es la organización
del proceso, de lo que es la teoría de lo
que es la práctica.
Y de este desconocimiento devienen desencantos,
decepciones, “aboliciones” y traiciones,
errores que se comenten por falta de
identificación, “rectificaciones” o acciones ex profeso, según sea el caso.
Y resulta que la discusión
“profunda” entre los llamados “chavistas” está circunscrita a la crítica por
una parte, a la decisión por parte del CNE de acatar las decisiones de TSJ de
paralizar el proceso de validación de firmas para activar el proceso
revocatorio del mandato del Pte. Maduro, discusión que se fundamenta en el
“soporte constitucional del revocatorio” el cual tiene rango de derecho
político y el carácter dictatorial que tiene la decisión del Poder Judicial al
parar dicho proceso, por una parte, y por la otra la supuesta traición del Pte.
Maduro y su gobierno, al llamado “legado de Chávez”.
Y es precisamente ahí es que
el camarada Héctor Blaiz ha puesto el
dedo en la llaga.
Sin derroche de
ostentación pedante pequeñoburguesa de títulos académicos, sin exhibir un individualismo protagónico, sin
caer en ofensas ni en una diatriba fuera de lugar, Blaiz nos recuerda, que para
los revolucionarios, la realidad es siempre una realidad dialéctica,
contradictoria, la cual se mueve de acuerdo a las tendencias económicas y
sociales.. Qué existen contradicciones circunstanciales y contradicciones
antagónicas. Que las contradicciones
antagónicas son aquellas derivadas de la condición de clase y no del papel que
se ocupa dentro del proceso revolucionario, siempre que se esté ubicado dentro
del ámbito del proceso revolucionario.
Y que el revocatorio no es
más que una formalidad expresada en la constitución nacional, que sólo es más
que un derecho consagrado para garantizar la participación de la ciudadanía, y
no es un “fin en sí mismo”, sino una
derivación de un estado de derecho construido dentro del marco de una visión
política de la sociedad venezolana. Y
que las constituciones así como los modelos sociales son expresiones de una
realidad concreta de carácter histórico, es decir, transformables. Por eso nos
dice, a manera asertórica sí Chávez hubiera respetado el llamado a referéndum
en un caso similar.
Pero lo más categórico que
nos dice Blaiz es que el si el referéndum es una convocatoria de la derecha, la
participación en ella es un acto de derecha, un acto político signado de un
visión política y social que entra en una contradicción antagónica con el
accionar del revolucionario. La
participación en él por ser un supuesto” avance social revolucionario” es sólo
un acción formal. Participar en él por ser una iniciativa de la derecha es, en
sí mismo, un acto de derecha, en consecuencia, una traición para el proceso
revolucionario, sea Maduro, Chávez, Alcalá, Evans o Navarro el que este
gobernando. Llamar a participar en dicho referéndum, por parte de cualquiera de
las tendencias chavistas o “y que chavistas” es un acto contrarevolucionario y
por ende un llamado a la traición. Lo demás es cuento de camino máxime si los
que lo impulsan fueron militantes de los movimientos de izquierda en épocas
recientes. De los recién llegados, cualquier cosa puede esperarse conociendo
sus antecedentes u observando sus “devaneos”. Así de simple.
Pero lo que es importante,
es destacar, que el “llamado a referéndum” es una estrategia de la derecha para
debilitar, socavar y revertir la revolución, cualquiera séan las debilidades, errores, retrocesos del gobierno
actual. La derecha persigue restituir el modelo capitalista que imperó durante
los 45 años de democracia “puntofijista”, eliminando los avances sociales,
políticos, culturales que la revolución bolivariana ha instituido dentro de la
sociedad venezolana. La participación en él no es más que la convalidación del
modelo pasado y la complicidad con el capitalismo, el imperialismo y sus
lacayos criollos.
Las revoluciones avanzan
dentro del modelo revolucionario y no negociando con las derechas. Los
revolucionarios debemos impulsar verdaderos cambios revolucionarios y no
“mostrar conductas cómplices” que permitan el avance de la
contrarevolución. Cualquier iniciativa
por profundizar el proceso revolucionario debe salir del seno de la izquierda.
Con la derecha, sea roja, rojita, amarilla-negra, blanca, verde, no se negocia. Ni un paso atrás.
Hasta la victoria siempre.
Venceremos.
carrodcas@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario