Por: Ildegar Gil
Qué vaina, Orlando, te mataron por la misma razón que podrían hacerlo conmigo: tener pinta de chavista. No te perdonaron lo que tampoco me perdonarían: no ser "blanco" ni "bien parecido".
Orlando, no te admitieron el "error" de pasar por Altamira. Confieso que no tengo los guáramos que tuviste tú: sólo cuando circunstancias superiores a mi voluntad me obligan a hacerlo, doy ese paso. De lo contrario, me abstengo hasta en tiempos de "paz".
Coño Orlando, a tu mamá la botaron de la casa donde trabajaba cuando "descubrieron" su relación contigo. ¿Sabes qué, mi pana? También yo sé lo que significa ser hijo de una mujer que es despedida por la dueña de la ropa que planchaba, para darme de comer y comprarme los cuadernos. Es jodío eso, muy jodío.
Hay quien dice que estabas robando, dando a entender que en consecuencia sí merecías tan abominable cayapa. Esa vaina, Orlando, despierta una sonrisa diarréica. En todos lados nos ven cual ladrones. Cargo con esa cruz cuando por necesidad visito algunas cadenas privadas, y los empleados de seguridad siguen cada uno de mis movimientos.
Otro sugirió que tenías puesta una franela roja. Vaya argumento más diarréico aún. ¿Entonces será que tus asesinos también planifican dejar la bandera nacional en amarillo y azul nada más? ¿empezarán ahora a carbonizar la tercera franja?
Orlando, viejo, hay quien tuvo la vulgar desfachatez de afirmar que era manipulado el video que ahora se convierte en un documento para la denuncia, en el que apareces cruelmente agredido. También entiendo, tan miserable apreciación. A los más pobres, nos tildan de mentirosos cuando nuestras verdades laceran las almas más ruines de la reacción.
Habrá justicia, Orlando, sé que la habrá. Ello no te resucitará pero a diario y en cada segundo, tus victimarios nos encontrarán la fórmula ideal para pedirte perdón. En lo particular, desde ya sueño con recorrer el pavimento de la avenida Orlando Figuera, que es como algún día habrá de llamarse la vialidad en la que empezó tu siembra a la eternidad.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
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