Ramón Guillermo Aveledo Un paradigmático engañador de oficio
Federico Ruiz Tiradoo
Una de las características del engañador de oficio es su dominio de la lengua insidiosa. Existen otros charlatanes que se les tostó el coco de tanto cambiar de ramo ideológico con vestimenta y todo, o de patentizar una especie de escapulario (¿ajeno?) para alardear haber sido o ser “Ex” de algo epocal, y por eso terminaron auto engañándose y auto suicidándose (CAP dixit) como es el caso de Pablo Medina, y también de Aveledo, que son “ex” maneirista éste último, quien ahora habla como un predicador y desde su condición de Presidente de una fulana Junta Patriótica desde Miami, o el de Aveledo, que también es un “ex” de la MUD, de la Alianza Francesa, de la Liga de Beisbol, de Copei. En ambos casos y quizás en otros más, son duchos en el manejo del habla culta RAE -sí, esa; la que prohíbe el lenguaje de género para no “forzar las estructuras lingüísticas” al estilo Cristina Kirchner y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela-, la voltean a su antojo como voltean los chefs las tortillas, las panquecas o cualquier receta. Ramón Guillermo Aveledo, rancio intelectual de derechas, de la cofradía de Escrivá de Balaguer, eleva su discurso a niveles borbónicos: no en vano su idiolecto expresa la sumisión feudal obligada a Castilla por el Opus Dei y el fascista Francisco Franco, para universalizar mediante descarada mutación histórica, el espectro legendario de Rodrigo Díaz de Vivar y el mito civilizatorio de la invasión árabe a España. Se pregunta el ex-personaje en un reciente artículo en un diario capitalino: ¿Es la Constituyente del Gobierno una vía a la paz como promete su propaganda? De inmediato responde a su soliloquio, “No todo lo que brilla es oro (…) A diferencia de la propuesta por Chávez en 1999, ésta no pregunta al pueblo en referéndum si la quiere o no, ni obliga a consultar con el soberano, en otro referéndum…”, preguntas ociosas que no hacen sino llover sobre mojado, pero que viniendo de dicho Pontífice, tienen la relevancia otorgada por los medios para aumentar el ruido distractor requerido por quienes financian la publicidad de sicoguerra, en este caso el eco rebota y continúa en las pulsiones neocopeyanas de las huestes terroristas de Miguel Pizarro, Lilian Tintori, y Josemaría Escrivá de Balaguer . Basta el talante medieval del Yo Avelediano, para entender la indumentaria de Guerra Santa usada por el ejército invasor del Este del Este caraqueño; la juventud nativa del quinto punto cardinal agregado por Freddy Guevara, dispuesta al derroche paroxístico de rebeldía criminal mezcla de Ku-Klux-Klan, Camisas Pardas, Afrikáner, y zombis drogadictos, pirómanos inflamados en sangre humana, insaciables consumidores del verbo sacro de la Conferencia Episcopal Venezolana y sus sacristanes de Globovisión, Venevisión, Televén, y el resto de la mediática neoliberal afín. Ah, de Pablo Medina, seguro ya anda buscando sitio en la Cofradía de los Templario de Cristo, rebuscándose para pagar la deuda que contrajo con Diego Arria para participar en aquellas elecciones de la MUD donde Capriles ganó para perder, desde luego, con el Comandante Chávez. Qué divertidos son estos personajes de manicomio y circo a la vez.
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