Por: Julio Escalona
Cuando el pueblo toma la iniciativa avanzamos. Cuando se repliega y la iniciativa la toma sólo el poder constituido, nos estancamos
Hay tres ejemplos emblemáticos que sirven para fundamentar la afirmación anterior. Uno, es la experiencia de abril de 2002. Sin la acción del pueblo en la calle enfrentando el golpe de Estado y reclamando el retorno de Hugo Chávez a la presidencia de la República, el golpe no hubiese sido derrotado. Dos, la derrota del paro-golpe de Estado petrolero de fines de 2002 y principios de 2003. La acción del pueblo y en particular de los trabajadores petroleros, fue decisiva para conjurar este nuevo intento para destruir el proceso bolivariano. Tres, el 30J. se repitió la épica de un pueblo decidido a garantizar la derrota de la violencia fascista y se volcó a las urnas para lograrlo eligiendo a la ANC y creando una nueva situación política en el país.
En los tres casos el pueblo, logrado el objetivo planteado, se replegó y dejó en manos del poder constituido la conducción y el control de la situación. Ese poder, inevitablemente, sin el control y vigilancia del pueblo, poder originario, el poder constituyente, se puede ir burocratizando y corrompiendo.
En el caso de la ANC, después del 30J, el pueblo se replegó y dejó la solución de los distintos problemas, en manos de la ANC. No se trata que está se haya burocratizado o corrompido. En absoluto, pero la ANC, poder constituido, sin el acicate del poder originario, comienza a deliberar según criterios que se van divorciando del calor y la presión popular. Esto provoca un vacío y una falta de sintonía con lo que pasa en la calle.
Si al pueblo, el poder originario, en lugar de la movilización lo domina la queja, el resentimiento, entonces lo que va predominando es la desesperanza y el dominio del poder constituido, lo que tiende a que, en el seno del poder constituido, ante la ausencia del fervor popular en la calle, las posiciones conservadoras vayan tomando el mando y la posibilidad de que la distancia con el poder popular, que no actúa como tal, pueda acrecentarse. El pueblo al no actuar como poder originario, en lugar de reaccionar, retomando la iniciativa y la mística que lo movilizó el 30J, tiende a llenarse de rabia, incluso a deprimirse. Estos sentimientos no son constructivos, por el contrario, son desmovilizadores y conducen al camino que la derecha persigue: que el pueblo chavista se abstenga, pues eso podría garantizarle la victoria electoral.
Una victoria electoral de la derecha nos sitúa a las puertas de la intervención extranjera pues mientras se estimula la abstención del pueblo chavista, se trabaja intensamente por el voto opositor. Es verdad que la base opositora está desmoralizada y golpeada, pero al final se puede imponer el elemento que siempre los ha movilizado: el antichavismo irracional. No hay que confiarse.
No hay que tener ninguna duda: cada gobernación en manos de la oposición se convertiría en una base para la intervención del gobierno de EEUU y la desestabilización del proceso bolivariano. El pueblo bolivariano tiene que recomponerse y convertirse en guía pedagógica de todo el pueblo, que incluye al pueblo no chavista, que si sabemos explicar bien las cosas pueden revivir en él los sentimientos patrióticos. Esa es nuestra tarea. Estas tareas no culminan con las elecciones, por el contrario, no debe haber pausa.
Votar por los gobernadores postulados por el poder constituido, no es votar por la corrupción
No está probado que todos ellos sean corruptos. Luego, debemos tomar la bandera de la lucha contra la corrupción y el burocratismo, incluso plantearnos la destitución de ellos. Podemos buscar los caminos para revocarles el mandato por la vía de la ANC y de la movilización popular sostenida. Pero tenemos que ganar estas elecciones para continuar bloqueando políticamente la intervención internacional, que significaría hambre, destrucción y muerte. Es posible, incluso, que la nación venezolana pueda desaparecer. Esto no es fantasía.
Lucha indeclinable contra la corrupción y el burocratismo
Después de las elecciones hay que destapar lo que ocurrió con el cadivismo, con los $ 25.000 millones de dólares que se esfumaron. Los 60.000 millones que el propio presidente Maduro denunció. Tenemos que enterrar el cadivismo y ver castigados a sus autores y beneficiarios.
Hay que denunciar a los corruptos antes de que salten la talanquera y se conviertan definitivamente en traidores y pacten con el imperio quien les permitirá a cambio de su traición, disfrutar, al menos, de una parte de la fortuna robada a la nación.
Debemos pedir que los funcionarios públicos presenten la declaración jurada de bienes que presentaron la primera vez que ingresaron a la administración pública y la última que presentaron. Vigilar de cerca el modo de vida de los funcionarios públicos, de la vida humilde que alguna vez tuvieron a la vida de lujos y de riqueza que luego ostentan, separada de la ética y de la vida modesta de alguien que está comprometido a servir al pueblo obedeciendo. El problema es que vemos como los funcionarios públicos se van enriqueciendo, como se mudan de un modesto apartamento no una casa o apartamento más cómo, sino a verdaderas mansiones. Incluso más de una: una en la ciudad, otra en la playa y diversos excesos.
Concluidas las elecciones vamos a dar una batalla sin cuartel o nos haremos cómplices de la corrupción: por omisión o por comisión. Tendremos muchos derechos, menos el de callar frente a delitos claramente visibles o investigables en búsqueda de la verdad.
Tenemos la ventaja que tanto el presidente Maduro como el fiscal Tarek vienen conduciendo esta lucha. Como hay denuncias sobre la formación de mafias, deberemos cuidar nuestra seguridad personal y la de nuestras familias, pero no debemos acobardarnos. México es el espejo en el que nos debemos mirar. Un país gobernado por las mafias. Eso ocurrió por el silencio y la omisión de las fuerzas del bien.
La corrupción debe ser considerada un delito contra el pueblo y la patria, no tendrá desgravámenes por ningún motivo y los culpables de este delito deben ser expropiados de todos los bienes incluidas las cuentas bancarias.
Es necesario saber que generalmente al lado de un funcionario público corrupto hay un empresario y un miembro de la oposición, protegidos por mafias que van imponiendo el terror. No se puede callar.
Las asambleas de ciudadanas y ciudadanos son un camino
Es importante leer y releer los artículos 5 y 10 de la constitución bolivariana. El Art. establece claramente que la soberanía reside en el pueblo y es intransferible. El Art. 10 que en ejercicio de su soberanía el pueblo se puede reunir, entre otras formas de organización, en asambleas de ciudadanas y ciudadanos, cuyas conclusiones son vinculantes, es decir, son obligatorias y obligatoria consideración.
Pasadas las elecciones debemos llenar al país de asambleas de ciudadanas y ciudadanos teniendo entre otros ejes fundamentales, la corrupción. Este es un deber ineludible pues la corrupción está destruyendo al proceso bolivariano y puede, finalmente, destruirlo.
Este es un acuerdo básico. Acordados en torno a él debemos discutir el cómo y el desarrollo de un plan. Esto debe ser un factor para la unificación de los movimientos, organizaciones y los diversos colectivos populares.
La participación de los representantes de las asambleas de ciudadanas y ciudadanos en la ANC, le daría un gran dinamismo a las sesiones de la ANC y sin duda, la conectaría con la calle y la solución de la guerra de precios probablemente salga de ahí.
El 30J Derrotamos la violencia callejera, pero no la guerra. Esta se ha agudizado
La actual guerra, la manipulación arbitraria y violenta de los precios, es más destructiva y peligrosa que la violencia callejera. Esta fue y resulta visible y el gobierno pudo manejarla más fácilmente pues ella, sus responsables y sus perjuicios fueron y son percibibles con más claridad.
La guerra de precios si bien es propiciada por los empresarios, es más fácil atribuir la responsabilidad al gobierno pues en las circunstancias actuales es espinoso aplicar un control de precios, sin que este sea fácilmente transgredido por los comerciantes haciendo desaparecer los productos como una manera de vulnerar los controles y golpear más duro al pueblo incrementando la escasez, la desesperación y los sentimientos abstencionistas, lo que favorece los intereses imperiales y desacredita no sólo al gobierno sino a la ANC, lo cual puede neutralizar a un poder que tiene todavía la posibilidad de profundizar la revolución. Ello depende de la sabiduría y la energía para manejar esta fase de la guerra.
Sólo la movilización del pueblo consciente y organizado puede derrotar la fase actual de la guerra
La movilización del pueblo es la clave. El gobierno solo no puede. Tampoco el sólo llamamiento a la paz. Ante la violencia callejera fue obvia la necesidad de luchar por la paz y golpear los focos de violencia y a sus autores. Hoy hay que dar pasos concretos que derroten la violencia y aíslen a sus promotores, la cúpula empresarial que utiliza la guerra de precios para enriquecerse con las necesidades y el hambre del pueblo.
Se está preparando una seria intervención imperial, el resultado de la guerra de precios es decisivo. De las elecciones también
El gobierno y el presidente Maduro se están moviendo con más prudencia porque saben lo que está en juego. Cualquier declaración, cualquier acción política no bien pensada, es decir, cualquier traspiés puede ser la chispa que incendie nuestra patria.
Esta no es y no será una intervención tradicional con los "marines" desembarcando en nuestras costas y hechos similares. Hasta ahora la intervención no ha tomado cuerpo en sus aspectos militares más fuertes porque los hemos derrotado políticamente tanto internacional como nacionalmente.
Lo que se ha montado y se está montando es una operación política de gran magnitud en la ONU, la OEA, otros organismos multilaterales, la guerra mediática y psicológica de amplio espectro y acciones militares muy precisas realizadas principalmente con fuerzas mercenarias y el apoyo del ejército colombiano y de otros países latinoamericanos, pero tendrán preferencia las fuerzas mercenarias a menos que aspectos importantes cambien. La acción estrictamente militar probablemente se dé en el momento en que consideren que políticamente estamos totalmente derrotados. Una baja votación en las elecciones del 15-10 que se conviertan en una derrota política para el movimiento bolivariano, puede acelerar la intervención militar. De ahí el combate contra la abstención por parte del electorado chavista o cercano al chavismo.
Si la victoria política del imperio es decisiva, la intervención militar puede ser más peligrosa. El objetivo puede ampliarse del derrocamiento del gobierno y el golpe a su base de apoyo, a la destrucción del país. Entonces puede ser destruida toda la infraestructura física del país, el Guri, puentes, hospitales, escuelas, centros de producción, la infraestructura militar, etc. El objetivo es desmoralizar al pueblo y colocarlo en la situación de quedar mendigando por un vaso de agua, un plato de comida, tratando de obligarlo a vender su dignidad por un plato de lentejas. Eso no ocurrirá. Mientras queden venezolanas y venezolanos vivos, seguiremos resistiendo. Pero el acento tiene que ser puesto en la defensa de la paz, de la vida, tanto humana como natural. La violencia tiene que ser y erradicada.
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