miércoles, 11 de abril de 2018

Henry Falcón, de las “razones” de Gabriela Ramírez o los náufragos de Chávez

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Al parecer, Datanálisis, ha dado unos resultados según los cuales, Henry Falcón está por encima de Maduro en la intención de voto. Uno, que sabe de las querencias de los encuestadores, no duda que la empresa de Luis Vicente León intente ayudar a ese, su candidato. León es a todas luces partidario que la oposición participe en el proceso electoral, o lo que es lo mismo, es contrario a la postura abstencionista. Viendo las cosas desde esa perspectiva, no hay razones para no entender que León y su empresa estén procurando estimular al elector, sobre todo al opositor, a participar en el evento de mayo. Aunque esto no indica que demos por irreales sus cifras, pues carecemos de elementos objetivos para eso. Por supuesto, si analizamos el cuadro político venezolano uno percibe, como de todo,  una aproximación a la realidad; pero nunca dejará de ser nuestro cuadro, donde entran todo los subjetivismos que los humanos solemos cargar encima.
            Pero lo que ahora nos ocupa, es la forma como Gabriela Ramírez, un personaje que apenas se asomó a la política, por lo menos que uno sepa, y debe ser así tomando en cuenta su edad, en un país donde la perspectiva de vida es relativamente alta todavía, ocupó destacadas posiciones por aquella generosidad y hasta poética manera de Chávez de abrirle paso a los jóvenes, aborda los resultados dados por Datanálisis. Ramírez dice cosas que revelan cómo la información de esa encuestadora le incomoda y hasta molesta. Sin saber que había dicho antes sobre esta coyuntura electoral, uno concluye que la ex ministra de Chávez y ocupante de otros altos cargos, lo que la embellece, tomando en cuenta lo joven que era, y pese pocos supiésemos antes de su existencia, es partidaria de la abstención, lo que significa que su posición coincide con la de buena parte de gente, como Borges y Ramos Allup, que antes estuvo en la  MUD y ahora en otro frente, con la misma cara pero otro nombre y la de el señor Trump. Dudo que Chávez, si estuviese vivo y de observador, aunque discrepase de Maduro y los suyos, aplaudiese  al personaje a quien tanto promovió.
            Por supuesto, debo dejar claro que la señora Ramírez no tiene peso y menos significación cuantitativa, como para hacerla centro de este comentario, pero el hecho de haber sido alta funcionaria de Chávez parece “apropiada” como para servir, no con discreta intención, a la política que ahora asume y los políticos que esta promueven . Sólo por esto último nos ocupamos de lo que ella dijo.
            Veamos los argumentos, según Aporrea, que esgrime sin duda alguna contra Falcón, que no es contra este, sino a favor del abstencionismo:
1.     Comienza preguntándose, ¿no fueron ellos mismos quienes dijeron que Falcón arrasaba en Lara?
2.     Censura a Falcón por haber aceptado ser “presentado ante la ONU como representante de la oposición venezolana”.
3.     Le critica haber aceptado su derrota en Lara y haber esgrimido como culpa de aquello a “la política abstencionista”.
             No es difícil para nadie juicioso concluir  que argumenta exactamente como lo haría cualquier miembro del grupo opositor más radical, el mismo que promueve la abstención, porque es esa la posición que entra en el juego del gobierno de Estados Unidos. Tanto que le parece un contrasentido e inadecuado proceder que Falcón aceptase la derrota en lugar de cantar fraude. Es, ni más ni menos, lo mismo que pudieran haber dicho o dicen Borges, Capriles, Ramos Allup, etc.
            Cualquier superficial analista de la coyuntura venezolana, que no se deje enceguecer por los sentimientos que le despierta Maduro, comprende bien que el objetivo de la política del poder del país del norte, no es ni siquiera sacarlo del Miraflores. Es otro y, aunque es elemental, podemos repetirlo por pura formalidad. Se trata de asegurarse y al precio más módico, las riquezas del vientre venezolano. Y para esto hay que destruir al Estado, si es necesario diluir la nación y en primer término derogar por el medio que sea la constitución vigente. Poner a un Estado que se arrodille y cumpla las pautas del Departamento de Estado y del capital  de su país. El simple golpe de Estado, el tradicional, hubiese sido bastante, pero en Venezuela, por distintas razones, como la composición del ejército, al margen que allí se puedan identificar corruptos, eso no ha sido posible. ¡Y bastante que lo han intentado! Y seguirán en eso hasta donde lo crean necesario.
               Por lo anterior, para abreviar, la política abstencionista, que conduzca a unos resultados que descalifiquen la legalidad venezolana, es lo más conveniente al interés de EEUU. Eso le abriría espacio, argumentos para implementar acciones ilegales y antinacionales. Ganarse el más amplio respaldo en la comunidad internacional quebrando los respaldos, por razones honorables, de los cuales todavía goza el gobierno y la Nación. Y los venezolanos de la ex MUD  que promueven la abstención conscientemente asumen esa alternativa.
                El hecho mismo que Falcón gane las elecciones, crearía un marco  no favorable a esa política. Pues continuaría el Estado, la legalidad y Constitución vigente que entorpecerían las aspiraciones de Estados Unidos. ¿Cómo olvidar que Carmona lo primero que hizo fue derogar, en un acto a todos luces ilegal, la Carta Magna? Fue el primer mandado que le encargaron. A Estados Unidos, no le satisface un gobierno de Falcón, ni siquiera de Julio Borges, salido de una confrontación electoral.
            A mí, Maduro me produce hasta escozor, su discurso nada me dice y le veo como deambulando entre nebulosas sin saber qué hacer. Persistentemente evade todo y opta por ignorar lo que al venezolano está acribillando. Por eso creo que tiene tanta responsabilidad en la crisis como quienes hacen la guerra económica en todos los niveles. Le veo, pese lo que diga, como siendo objeto de juego y burla de ellos. Tanto que habla de cómo se la hacen pero no es capaz de hacer nada para contrarrestarla, ni siquiera aumentar el volumen de la producción petrolera. Limitándose a repartir parte del ingreso nacional  y divisas como quien está de padrino en una piñata de bautizo. Pero eso no es causa para que nos pongamos al lado de quienes esa guerra hacen, no sólo por salir de Maduro, que no la harían si él se cuadra con la línea de Estados Unidos, como lo han hecho muchos personajes, como la señora Ramírez y muchos que antes dijeron ser revolucionarios y nacionalistas, tanto que eso les sirvió para gozar del poder.
            No tenemos duda que, como dije en un artículo anterior, palabras más o menos, “votamos o botamos el país”. Henry Falcón es una opción para los votantes. Maduro es otra, como otras son las de Visconti, Quijada o el señor pastor evangélico. Se puede votar por cualquiera de esas candidaturas y, sin duda, estaríamos votando contra lo dispuesto, planificado y diabólicamente calculado por quienes ansían dominar, imponernos sus políticas ajenas a nosotros, ignorando al pueblo e interés nacional. Es la manera de garantizar que no desbaraten, desintegren al país y hasta nos sometan  a una guerra y políticas donde los derechos sociales y la libertad individual nada signifiquen.
             Votar en mayo, pese uno le resulte difícil hallar por quién hacerlo, es afirmar la nacionalidad, la soberanía e independencia. No hacerlo y es más, promover el abstencionismo es lo contrario. Incluso, esa posición contradice los deseos de paz y le  facilita las cosas a quienes quieren envolvernos en una guerra. Quien gane, no tendrá excusas, se acabaron los tiempos, enfrenta la crisis con realismo, avanza en la solución de los problemas o abre los caminos para seguir buscando soluciones en paz y dentro de la constitucionalidad. Ahora, para terminar, quiero decir de manera deliberada, para que quede clara mi posición, como Julio Escalona, “Ellos – Trump y su gente – siempre tendrán más armas que nosotros”.
             Es triste ver como tanta gente, pese sus niveles académicos y supuesta formación intelectual, aunque sea de muy buena fe, se confunde, por odio o resentimiento personal

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