Carlos M. Rodríguez C.
Uno de los principales aspectos
distintivos del pensamiento revolucionario consiste en su clara definición
clasista, es decir, el carácter obrero de la revolución socialista.
Y este rasgo es fundamental para
ubicar a los movimientos políticos como reales movimientos revolucionarios,
pues sin el contenido histórico de la conciencia obrera se corre el riesgo de
ubicarse en anacronismos o desubicación histórica pues es a partir de la
concepción materialista de la historia que interpretación de la historia y el
devenir de la misma es concebida científicamente como “el proceso dialéctico de
la lucha de clases” ya que con la advenimiento del capitalismo, las
contradicciones históricas se sintetizan como concreción histórica en los
enfrentamientos antitéticos de la burguesía contra el proletariado, de la clase
obrera contra la clase burguesa, explotadores contra explotados.
Esta afirmación que pareciera ser una
propuesta determinista y sectaria no es más que la síntesis del aporte que
hicieran Marx y Engels para la interpretación de la historia y surge como el
resultado de la madurez política de los movimientos obreros en el Siglo XIX a
raíz de las discusiones teóricas de las
tendencias que participaron en la Comuna de París, y que debatieron en la
Primera Internacional tales como el determinismo obrerista, los sindicalistas
de clara concepción economicista, el voluntarismo anarquista representado por Bakunin,
los socialistas utópicos, los vanguardistas como Blanqui y los partidarios del
materialismo histórico con Marx a la cabeza, entre otros.
La concepción materialista de la
histórica es la superación dialéctica entre las tesis de la lucha de clases
contra el individualismo, de la organización de los obreros en partido contra
la tesis de la vanguardia, de la
necesidad histórica y la organización en partido contra el espontaneísmo.
El materialismo histórico sostiene que deben darse condiciones
necesarias y objetivas para alcanzar la madurez política en las clases sociales
a fin de construir un movimiento suficientemente organizado, fuerte en
principios políticos, formas de lucha, con un programa claro y científicamente
concebido que permita establecer los objetivos, tácticas, estrategias y mecanismos
de organización a fin de lograr el éxito en sus propósitos inmediatos, mediatos
y a largo plazo la toma del poder y la construcción del socialismo.
Para el materialismo histórico la
conciencia de clases se puede presentar
de dos formas o maneras: como conciencia en sí, es decir, conciencia de su existencia
como explotado, es decir, clase que
produce el capital y del cual no disfruta;
y conciencia para sí, es decir, consciente de la necesidad de
transformar la sociedad, de lograr el poder para cambiar el orden social, para lograr
el socialismo como forma de sociedad justa, incluyente. Como conciencia en sí
la clase obrera cataliza las contradicciones y provoca los cambios, como clase
para sí la clase obrera le da el contenido político a los movimientos, organiza
las formas de lucha, direcciona los cambios, provoca el salto de lo
cuantitativo a lo cualitativo, de movimientos economicistas a movimientos
políticos-históricos.
Durante la Revolución Bolchevique
aparecen nuevas formas organizativas de la clase obrera y se organizó en
soviets o consejos obreros. Los Consejos Obreros son estructuras dinámicas que
permiten la organización, planificación, distribución y comercialización de la
producción de las fábricas, comunidades organizadas, naciones. Los sindicatos fueron sustituidos por los
Consejos Obreros ya que éstos constituyen la forma más avanzada de organización
social de la clase trabajadora.
La experiencia de los consejos obreros
enriqueció la conciencia política de la clase obrera y constituye el modelo de
organización y producción propio de la sociedad sin clases que transforma
radicalmente, revolucionariamente el modelo capitalista.
Como el capitalismo es una sociedad
perversa las organizaciones proletarias fueron contaminadas por las dádivas a través de las cuales lograron la compra de
conciencia de los trabajadores, tanto individual como organizativamente. En el
caso de la Venezuela, gracias el rentismo petrolero la burguesía compró, desde
sus inicios, a las organizaciones sindicales que a principio de siglo aparecieron
para luchar por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores
petroleros. Durante los gobiernos de Acción Democrática y Copey hubo
persecuciones, prisión, chantaje y corrupción convirtiendo al movimiento obrero
emergente en un parasito al servicio de
la burguesía naciente. Debido a esta
situación, a lo largo del siglo XX (y perdura en el siglo XIX) los sindicatos
se mantienen como agencias de empleo,
rémoras del estado y las empresas que, a cambio de dinero y dádivas, violan la
ley del trabajo, la normativa vigente y enriquecen a una casta de bandidos que,
abrogándose el derecho de organización de los trabajadores, se apropiaron de
las organizaciones y centrales sindicales, pero que además, con la defensa de los bandidos que cometen
infracciones dentro de sus centros de trabajo enajenan la moral y la ética de
los trabajadores consolidando una clase obrera sin moral, sin principios de
clase. Ese es el caso de la CTV, CODESA, CBTTV y la mayoría de los sindicatos
que agrupan así como los Gremios de Profesionales (FMV, CPV, FAPUV, etc.) que al igual que los
anteriores participan en el botín de las prebendas empresariales y del estado
viviendo a costilla de acuerdos federativos, de la corrupción y de los aportes
de los agremiados. Pero que además
participaron en los Golpes de Estado y el Paro Petrolero, tal como
ocurrió en el año 2002 contra el Presidente Chávez y las instituciones del país,
de la misma forma como apoyaron a los crímenes y corrupción de los gobiernos adecos
y copeyanos durante la IV República.
Tal es el grado de inconsistencia en
su ética revolucionaria y su pobreza en
la concepción de lo que son las luchas obreras, que en una nota de prensa, un
alto dirigente del sindicato de CORPOELEC tuvo la cachaza de afirmar que “…los
trabajadores….no tienen nada que celebrar este 1° de Mayo “porque continúan los
salarios de hambre en CORPOELEC”.
En primer lugar es cierto que no
tenemos nada que celebrar. El asesinato
de 6 trabajadores a mano de la policía de Chicago por las protestas de los
trabajadores para reducir a 8 horas la jornada de trabajo realizada el 1° de
mayo de 1886, y la posterior
sentencia a muerte por ahorcamiento a otros 5 no es un acto para ser celebrado,
pero si conmemorado por ser un acontecimiento histórico que coloca la lucha de
los trabajadores por sus reivindicaciones como un acto digno de ser emulado y
además, significa la lucha por la emancipación de la clase obrera. Pero pareciera que la pobreza intelectual de
los dirigentes sindicales los hace incapaces de distinguir las acciones
trascendentales de la lucha de clases de
aquellas jornadas reivindicativistas como las luchas por aumento de
salarios, que aunque importantes son el día a día en el capitalismo.
Pero no solamente esto, sino que
además instigan a los trabajadores a incorporarse a la agenda desestabilizadora
organizada por la derecha nacional y auspiciada, financiada y dirigida por el imperio norteamericano que
incluye el llamado a quemar las calles participando en trancas de vías de comunicación,
guarimbas, sabotaje, incumplimiento de sus obligaciones con el fin de sabotear
el proceso eleccionario del próximo 20 de presente mes y permitir con ello la
intervención militar, el derrocamiento del gobierno nacional y la derrota del
proyecto socialista bolivariano.
La situación arriba planteada nos
evidencia la necesidad de un salto cualitativo en el movimiento obrero
venezolano. Obliga a la revisión total de las organizaciones de clase por parte
del proletariado, de la clase obrera. La
presencia de reformistas, traidores a la revolución en las instancias de luchas
del proletariado hacen retroceder los logros obtenidos por las presiones históricas de los
trabajadores a nivel internacional. Pero la vanguardia de los obreros debe sanear instituciones y
librarse de aquellos que reivindican el inmediatismo, el infantilismo.
Las jornadas de 40 horas semanales, el
decreto del sábado como día libre, la ampliación de los reposos pre y
posnatales para la madre así como la inamovilidad laboral del padre durante los
primeros meses del nacimiento de sus hijos, el pago de la bono de alimentación
como parte del salario integral entre otros derechos fueron un logro que se
consiguió en revolución. No son una dádiva del capitalismo.
Un retroceso, una vuelta a la sociedad
de mercado implica la derogación de dichos beneficios tal como está ocurriendo
en Argentina, Brasil, Honduras.
Si en Chicago el 1° de mayo de 1886 asesinaron
a 6 trabajadores y 5 fueron ahorcados, hoy la defensa por los derechos en
peligro de ser conculcados por el capitalismo internacional, en caso de un
retorno a la democracia representativa, costaría la vida a centenares de trabajadores, decenas de mujeres, centenas de
hombres, a miles de venezolanos, más aún si somos intervenidos, invadidos y gobernados
por un gorila representativo de la
derecha nacional impuesto por el imperio, tal como ocurrió durante el gobierno
de Carlos Andrés Pérez y en los gobiernos de la democracia puntofijista.
Las cartas están echadas y ya las
caretas están quitadas.
Ud. decide señor sindicalista.
Hasta la victoria siempre. Venceremos
La lucha sigue siendo larga.
Profundicemos nuestros triunfos
carrodcas@gmail.com
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