ROSA LUXEMBURGO
Por Carlos M. Rodríguez C
.
“El
problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad
objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la
práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir la realidad y
el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad e
irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es problema puramente
escolástico”
K. Marx. III Tesis sobre Feuerbach.
Las
revoluciones y los movimientos revolucionarios han surgido de las
contradicciones dialécticas ya estos expresan el devenir de los opuestos de la
cuales emergen. La crítica constituye el arma dialéctica con la que Marx logró
enfrentarse a los socialdemócratas, a
los hegelianos y a los pseudorevolucionarios para demostrar sus falacias
idealistas con las que pretendían hipotecar las ideas del movimiento comunista
de mediados del Siglo XIX.
Los
enfrentamientos teóricos entre las corrientes
políticas que participaron en la Comuna de Paris, generados por las
concepciones teóricas proletarias en cuanto a los problemas de organización,
concepción y estructura organizativa dinamizaron un proceso rico en enseñanzas emanadas de la
constante discusión revolucionaria. El tema del centralismo democrático fundamentaba y
operaba en el seno del debate teórico-práctico de las corrientes obreras, entre
el anarquismo, el comunismo, la socialdemocracia dentro de las I Internacional..
Las contradicciones teórico-prácticas por el control del movimiento obrero dio
origen al Poderoso Movimiento Obrero en Rusia que llevó al poder a la clase
obrera con Lenin a la cabeza. Célebres
son los embates teóricos y los enfrentamientos permanentes contra las
tendencias políticas, concepción del partido incluso antes del advenimiento del
stalinismo.
En
el caso de la Revolución Cubana, uno de los críticos y autocrítico más acérrimo
que nace del su seno fue el propio Che
Guevara. Sus críticas no sólo se refieren
a aspectos conceptuales y teóricos del modelo de socialismo que debe
construirse en Cuna, sino también a las orientaciones teórico-prácticas acerca
de los métodos de trabajo, formación educación, papel de los cuadros. Incluso
alertó sobre el burocratismo de la Revolución al considerar que los procesos
gubernamentales estaban anquilosándose y funcionando como una simple sociedad
estatizada en la que el pueblo perdía protagonismo. Amigo de Fidel el debate se
caracterizó por su camaradería y respeto mutuo a los planteamientos.
En
este sentido podemos afirmar que la crítica revolucionaria constituye la
esencia de los procesos transformadores pues de ella emerge la síntesis contradictoria
que surge del análisis científico de la sociedad y de la historia. La teoría se
vuelve crítica en la praxis y es en ella donde se corrobora su sentido y se
corrigen las desviaciones, los errores. Es por ello la afirmación que “no hay
teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria”.
Uno
de los elementos importante dentro de la crítica revolucionaria lo constituye
el elemento ético. Bien decía el Che en unos de sus pensamientos más certeros:
“La revolución no se lleva en la boca para vivir de ella sino en el corazón y
vivir para ella” encerrando esta frase
una profundidad lacerante para quienes practican el oportunismo, ventajismo,
abuso de poder ya que, viniendo de quien tiene una autoridad moral inmaculada otorgada por el trajinar
revolucionario, su estatura política, militante, de combatiente aguerrido,
organizador, formador constituye un proyectil infalible para la increpación a
las desviaciones teóricas, errores prácticos, corruptelas, sectarismo,
ineficiencia, ineficacia, burocratismo.
Por
ende, la crítica y la autocrítica constituyen funciones importantísimas tanto
al interior de las organizaciones, movimientos e instituciones como en el seno
del pensamiento y acción de los revolucionarios concretadas en la denuncia
constante, la vigilancia permanente, los alertas tempranos ya que sólo de esta
manera se garantiza y preserva la
permanencia y continuidad histórica de la revolución.
Pero
es menester distinguir e identificar las
críticas verdaderamente revolucionarias
de aquellas, que en apariencia pueden
tener esencia revolucionaria pero que no son más que posturas personales sin
contenido ni esencia científica, o aquellas
realizadas por “pseudocríticos” que en realidad no son más que
oportunistas, aprovechadores, anatemas, traidores o simplemente contra
revolucionarios camuflados cuyas intenciones no son corregir desviaciones sino
revertir el proceso revolucionario en su totalidad constituyendo en
consecuencia anticríticas.
Es
un lugar común a todos los procesos revolucionarios la aparición de los
anticríticos arriba señalados, como también
la renuencia a aceptar las increpaciones, advertencias críticas,
especialmente por parte de los que asumen funciones de dirigentes, líderes o
funcionarios en todos los niveles.
El
stalinismo constituye la antítesis de la crítica, su máxima expresión. El
fantasma de esta desviación en estos momentos está presente más intensamente en
el proceso revolucionario bolivariano en especial por el alto grado de
incapacidad para gerenciar, resolver los problemas inherentes a la resolución
de los problemas de la población en lo atinente al consumo, seguridad, salud,
economía y en crear, diseñar, aplicar medidas efectivas para contrarrestar la
guerra económica, comunicacional, tecnológica, agroproductiva que nos tiene
declarada y aplicada el imperio. Pero también las desviaciones, corrupción,
ineficiencia, ineficacia, burocratismo, militarización, sabotaje, complicidad con los empresarios
corruptos.
Las
disidencias, críticas, opiniones distintas, adversas a todo aquello que se
considere la opinión oficial, la línea de la “revolución” son rechazadas y
acusadas de contrarrevolucionarias (antichavistas, antimaduristas o simplemente
escuálidas).
Ese
modus operandi constituye una praxis claramente reaccionaria, pues conculca el
derecho a la opinión del pueblo, de la
militancia y en consecuencia reproduce la práctica represiva de la derecha,
negadora de libertad revolucionaria, tal como afirmaba Rosa Luxemburgo al
definir la libertad como “…la libertad es siempre la libertad de los que
piensan de otro modo”
En
estos momentos en que las contradicciones están en un punto altamente
conflictivas, en que la derecha internacional arremete groseramente contra los
procesos revolucionarios en Latinoamérica, en que el imperio ataca militarmente a Siria, así como amenazas de intervenciones militares
contra Venezuela, países asiáticos y medidas económicas aplicadas y por contra
los países que osen enfrentar las líneas impuestas por los E.U. y el imperio
mundial, entonces la respuesta que debe dar el Gobierno Bolivariano de
Venezuela al pueblo que lo eligió es dar muestras de ser justamente la
representación del soberano que llevó a Nicolás Maduro a la presidencia y éste
debe deslastrarse de las ataduras con los sectores que agreden al pueblo, que
lo someten al hambre, a la miseria, a la pobreza extrema.
Es
hora de la autocrítica revolucionaria, es hora de revisar las designaciones a
ministros, viceministros, funcionarios públicos, empleados, empresas del
estado, burocratismo, asignaciones a
empresas privadas. Es hora de rectificar, de cambiar el rumbo, de dar el golpe
de timón. De asumir la autocrítica como acciones reales concretas de
transformación del estado, de profundización de los procesos de transformación
social.
La
crítica de las masas se han traducido hasta ahora en propuestas y muchas de
ellas han sido revertidas por las ejecutorias gubernamentales. Es hora que las
críticas de las multitudes se conviertan en las armas de la revolución.
Para
luego es tarde.
Patria
socialismo o muerte. Venceremos
carrodcas@gmail.com
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