miércoles, 18 de abril de 2018

REFLEXIONES INGENUAS: “SOBRE CRÍTICAS, AUTOCRÍTICAS, ANTICRÍTICAS Y PSEUDOCRÍTICAS”


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ROSA LUXEMBURGO

Por Carlos M. Rodríguez C
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“El  problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad e irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es problema puramente escolástico”

K. Marx. III Tesis sobre Feuerbach.

Las revoluciones y los movimientos revolucionarios han surgido de las contradicciones dialécticas ya estos  expresan el devenir de los opuestos de la cuales emergen. La crítica constituye el arma dialéctica con la que Marx logró enfrentarse a los  socialdemócratas, a los hegelianos y a los pseudorevolucionarios para demostrar sus falacias idealistas con las que pretendían hipotecar las ideas del movimiento comunista de mediados del Siglo XIX.

Los enfrentamientos teóricos entre las corrientes  políticas que participaron en la Comuna de Paris, generados por las concepciones teóricas proletarias en cuanto a los problemas de organización, concepción y estructura organizativa dinamizaron un  proceso rico en enseñanzas emanadas de la constante discusión revolucionaria. El tema  del centralismo democrático fundamentaba y operaba en el seno del debate teórico-práctico de las corrientes obreras, entre el anarquismo, el comunismo, la socialdemocracia dentro de las I Internacional.. Las contradicciones teórico-prácticas por el control del movimiento obrero dio origen al Poderoso Movimiento Obrero en Rusia que llevó al poder a la clase obrera con Lenin a la cabeza.  Célebres son los embates teóricos y los enfrentamientos permanentes contra las tendencias políticas, concepción del partido incluso antes del advenimiento del stalinismo.

En el caso de la Revolución Cubana, uno de los críticos y autocrítico más acérrimo   que nace del su seno fue el propio Che Guevara. Sus  críticas no sólo se refieren a aspectos conceptuales y teóricos del modelo de socialismo que debe construirse en Cuna, sino también a las orientaciones teórico-prácticas acerca de los métodos de trabajo, formación educación, papel de los cuadros. Incluso alertó sobre el burocratismo de la Revolución al considerar que los procesos gubernamentales estaban anquilosándose y funcionando como una simple sociedad estatizada en la que el pueblo perdía protagonismo. Amigo de Fidel el debate se caracterizó por su camaradería y respeto mutuo a los planteamientos.

En este sentido podemos afirmar que la crítica revolucionaria constituye la esencia de los procesos transformadores pues de ella emerge la síntesis contradictoria que surge del análisis científico de la sociedad y de la historia. La teoría se vuelve crítica en la praxis y es en ella donde se corrobora su sentido y se corrigen las desviaciones, los errores. Es por ello la afirmación que “no hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria”.

Uno de los elementos importante dentro de la crítica revolucionaria lo constituye el elemento ético. Bien decía el Che en unos de sus pensamientos más certeros: “La revolución no se lleva en la boca para vivir de ella sino en el corazón y vivir para  ella” encerrando esta frase una profundidad lacerante para quienes practican el oportunismo, ventajismo, abuso de poder ya que, viniendo de quien tiene una autoridad moral  inmaculada otorgada por el trajinar revolucionario, su estatura política, militante, de combatiente aguerrido, organizador, formador constituye un proyectil infalible para la increpación a las desviaciones teóricas, errores prácticos, corruptelas, sectarismo, ineficiencia, ineficacia, burocratismo.

Por ende, la crítica y la autocrítica constituyen funciones importantísimas tanto al interior de las organizaciones, movimientos e instituciones como en el seno del pensamiento y acción de los revolucionarios concretadas en la denuncia constante, la vigilancia permanente, los alertas tempranos ya que sólo de esta manera se garantiza y preserva la  permanencia y continuidad histórica de la revolución.

Pero es menester  distinguir e identificar las críticas verdaderamente revolucionarias  de  aquellas, que en apariencia pueden tener esencia revolucionaria pero que no son más que posturas personales sin contenido ni esencia científica, o aquellas  realizadas por “pseudocríticos” que en realidad no son más que oportunistas, aprovechadores, anatemas, traidores o simplemente contra revolucionarios camuflados cuyas intenciones no son corregir desviaciones sino revertir el proceso revolucionario en su totalidad constituyendo en consecuencia anticríticas.

Es un lugar común a todos los procesos revolucionarios la aparición de los anticríticos arriba señalados, como también  la renuencia a aceptar las increpaciones, advertencias críticas, especialmente por parte de los que asumen funciones de dirigentes, líderes o funcionarios  en todos los niveles.

El stalinismo constituye la antítesis de la crítica, su máxima expresión. El fantasma de esta desviación en estos momentos está presente más intensamente en el proceso revolucionario bolivariano en especial por el alto grado de incapacidad para gerenciar, resolver los problemas inherentes a la resolución de los problemas de la población en lo atinente al consumo, seguridad, salud, economía y en crear, diseñar, aplicar medidas efectivas para contrarrestar la guerra económica, comunicacional, tecnológica, agroproductiva que nos tiene declarada y aplicada el imperio. Pero también las desviaciones, corrupción, ineficiencia, ineficacia, burocratismo, militarización,  sabotaje, complicidad con los empresarios corruptos.

Las disidencias, críticas, opiniones distintas, adversas a todo aquello que se considere la opinión oficial, la línea de la “revolución” son rechazadas y acusadas de contrarrevolucionarias (antichavistas, antimaduristas o simplemente escuálidas).

Ese modus operandi constituye una praxis claramente reaccionaria, pues conculca el derecho a la  opinión del pueblo, de la militancia y en consecuencia reproduce la práctica represiva de la derecha, negadora de libertad revolucionaria, tal como afirmaba Rosa Luxemburgo al definir la libertad como “…la libertad es siempre la libertad de los que piensan de otro modo”

En estos momentos en que las contradicciones están en un punto altamente conflictivas, en que la derecha internacional arremete groseramente contra los procesos revolucionarios en Latinoamérica, en que el imperio ataca  militarmente a Siria,  así como amenazas de intervenciones militares contra Venezuela, países asiáticos y medidas económicas aplicadas y por contra los países que osen enfrentar las líneas impuestas por los E.U. y el imperio mundial, entonces la respuesta que debe dar el Gobierno Bolivariano de Venezuela al pueblo que lo eligió es dar muestras de ser justamente la representación del soberano que llevó a Nicolás Maduro a la presidencia y éste debe deslastrarse de las ataduras con los sectores que agreden al pueblo, que lo someten al hambre, a la miseria, a la pobreza extrema.

Es hora de la autocrítica revolucionaria, es hora de revisar las designaciones a ministros, viceministros, funcionarios públicos, empleados, empresas del estado, burocratismo,  asignaciones a empresas privadas. Es hora de rectificar, de cambiar el rumbo, de dar el golpe de timón. De asumir la autocrítica como acciones reales concretas de transformación del estado, de profundización de los procesos de transformación social.

La crítica de las masas se han traducido hasta ahora en propuestas y muchas de ellas han sido revertidas por las ejecutorias gubernamentales. Es hora que las críticas de las multitudes se conviertan en las armas de la revolución.

Para luego es tarde.

Patria socialismo o muerte. Venceremos

carrodcas@gmail.com

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