Por: Elmer Niño
Aun cuando es, desde todo punto de vista, manipulador e ideológicamente inconsistente, dividir los escenarios políticos en un "antes de…" y un "después de…", pareciera que la realidad del país luego de las pasadas elecciones del 20-M fuera impredecible para unos, predecibles para otros. Con la historia no se juega. O se aprende o se repiten los mismos errores.
Los "sesudos" analistas del Este de Caracas, los pitonisos dueños de las empresas encuestadoras y los tanques pensantes de la derecha (cizañera y lacaya) y la izquierda (de café y confortablemente atornillada), estarán a esta hora construyendo respuestas, en blanco y negro, frente al resultado comicial: La reelección del presidente Maduro, el alto índice de abstención y una oposición perdida en su maraña.
No hubo muertos que lamentar. No estalló una subestación eléctrica. El Comando Sur (EEUU) se quedó con los crespos hechos y los autoexiliados sensatos o inconscientes, deberán repensar si realmente haber salido desesperados de la tierra natal, fue una decisión inteligente o el efecto de una guerra mediática brutal.
Veamos por parte:
1.-Funcionó la "maquinaria" del partido más que el discurso convincente y emocionante. El partido de gobierno y la estructura burocrática del Estado, lograron persuadir a más de 6 millones 190 mil 612 personas para que cumplieran con el derecho inalienable a votar para relegitimar al inquilino de Miraflores y escoger a los Legisladores regionales. Desplegaron la experiencia aceitada durante veinticuatro elecciones anteriores. Saben cómo desplazarse para llevar votantes hasta las mesas de los sufragios. Cuentan con una data de electores de primer nivel. Crearon mecanismos propios para proyectar el número de votos posibles y los riesgos imaginables.
Como toda organización política del mundo, "mueven cielo y tierra" al precio que sea, para asegurar la victoria, porque quien gobierna pone las reglas de juego cuando la sociedad (el "pueblo" visto como totalidad humana sin clasificación por ingreso económico, nivel educativo, posición social y conciencia ideológica) es débil. La balanza se desnivela y gana quien conoce el valor de lo que tiene y hasta cuándo lo pueden detentar.
Cualquier persona con menos de dos dedos de frente podía descubrir la inmensa pobreza moral y política de la actual derecha venezolana, aunque EEUU siga inyectándole los "verdes ", por centenares de miles. Los gringos –genéticamente usurpadores y criminales de la Humanidad- tienen la carta violenta bajo la manga. La invasión a sangre y fuego no la descartan pero no la sueltan así nomás, porque la sangre se derramaría en ambas partes, con la diferencia de que cuando empiecen a llegar a su propio patio las bolsas negras con los cadáveres de sus marines, la tortilla puede voltearse como ya sucedió cuando perdieron la guerra contra Vietnam y tuvieron que firmar los Acuerdos de Paz en París. (Fran) en 1973.
De allí que prefieran aplicar un nuevo concepto de guerra, llamada de 4ta Generación expresada en cerco mediático internacional, fabricación de falsos positivos, complementada con sanciones económicas ilegales y miserables, ordenar a sus títeres-presidentes de América Latina y Europa que vociferen a cada rato como gallinas "culecas" contra el país "díscolo". Poco a poco van cerrando la tenaza.
Cierto que el discurso político del ganador del 20-M, no tiene la magia llanera ni la promesa emocionante como tampoco el portento soñador del comandante Chávez, sin embargo, la ferocidad del Departamento de Estado, Casa Blanca, Comando Sur y la CIA dejan sospechas ultra razonables para creer que "algo" está haciendo bien el presidente Maduro y su organización partidista para provocar semejante furia política-económica-diplomática y mediática.
2.-Si las cifras hablan, depende de cómo se escuchen o interpreten. Fueron 9 millones 132 mil 655 votos escrutados-personas quienes decidieron, por cualquier motivo (presión, conciencia, necesidad, conveniencia, miedo), salir a votar. Pero igual un 52 %, aproximadamente, se abstuvo por razones que ellos mismos eligieron. Entonces, surge la pregunta ¿acaso el sistema electoral venezolano no es taxativo cuando señala en el Estatuto Electoral del Poder Público, Art. 14 que "…. Se proclamará elegido Presidente de la República al candidato que obtenga mayoría relativa de votos", entonces, si este documento es del dominio público y aceptado por los candidatos al principal cargo público del país, por qué y para qué el pataleo después de conocer, oficialmente, los resultados, fríos y secos?
Quien se monta en un ring de boxeo para competir por el cinturón que lo convertirá en Campeón, sabe de antemano que las reglas del combate fijan que se puede perder o ganar por "nocaut" técnico, decisión de los jueces o rendición unilateral anticipada. Los políticos, en términos generales, no respetan las reglas "de juego". Son mitómanos crónicos. Carecen de seriedad y sentido de las proporciones. No consideran al ciudadano-votante, al ciudadano-vecino, al elector en cualquiera de sus variantes grupales. Desconocen aquel proverbio que apunta: "Es imposible ganar sin que otro pierda". (Publio Siro). Odian la derrota y exacerban la victoria, además, compiten por el olfato que poseen para enriquecerse en un santiamén al posesionarse del cargo público competido. Tenemos una sociedad de políticos camaleones y dotados de codicia, ausentes de dignidad, honor y honestidad.
3.- La abstención como silencio cómplice. Desde hace más de ochenta años, las elecciones en Venezuela se han convertido en un virus infiltrado entre los glóbulos rojos y blancos como un tercer elemento de la sangre, capaz de hacer creer que es la única vía para convertir a Venezuela es un país con distribución equitativa de la riqueza, eliminación de la explotación del hombre por el hombre, derecho a la salud, al trabajo, un país soberano con identidad propia, en fin, una nación para satisfacer necesidades básicas y desarrollar capacidades técnicas e intelectuales.
Sin embargo, ocho décadas no han sido suficientes para desenmascarar esta patraña política inventada por los que han controlado, simultáneamente, el poder económico y político de la nación. El concepto de democracia participativa era la plantilla que deberían leer los niños desde la escuela y luego legitimar las universidades, con máximo grado académico. Y, apunta de elecciones "democráticas" vendieron el país a las transnacionales norteamericanas, europeas y asiáticas. Aparecieron los cordones de miseria en los barrios capitalinos, se abandonó el campo y se plantó la agricultura de puerto. El petróleo, recurso natural no renovable determinante de la economía nacional y fuente enriquecedora de la burguesía parásita y políticos delincuentes, salía al exterior a un costo pagado en centavos y reenviado al país, a un costo en dólares súper especulador.
Cada elección era un ritual de trampas, corrupción e imposición de ganadores. Mirar el pasado electoral, es ver una película con delincuentes de todos los colores y partidos dirigidos por gánsteres. En 1998 surgió el fenómeno Chávez y ya es histórico lo que sucedió. El pueblo de a pie vio que el hambre podía superarse si votaban por lo que prometía y hacía el comandante de Sabaneta. Un huracán de elecciones se desató bajo la premisa de la consulta electoral para cambiar la manera de gobernar. Surgieron tres palabras efervescentes: Democracia Protagónica y Participativa.
Cada año se votaba por un nuevo instrumento de poder político: Presidenciales, Legislativas, Gobernadores, Alcaldes, Concejales, Referéndum, Reforma, Nueva Constitución, Asamblea Constituyente. Somos record Guinnes en este "deporte político", al que debemos agregar la elección de las reinas de belleza como espectáculo de la frivolidad y comercio de "carne bonita" .De allí que la abstención tiene una presencia efímera. Poco convence y escasamente ha elevado la conciencia política-ideológica del país-pueblo.
4.- ¡Ajá!… ¿y ahora qué hacemos? El legítimo triunfo político-electoral del candidato del PSUV, militante y presidente reelecto Nicolás Maduro Moros está por encima de las peligrosas bravuconadas del fantoche de la Casa Blanca y las frases impostadas de la maniobrera y ahuecada Comunidad Internacional, con sus cachorros y voceros tarifados. Somos un país soberano y hay demasiado coraje colectivo y consciente para dar la vida, si fuera necesario, en defensa de nuestra historia libertaria.
Limitar este momento político y económico del país a un par de adjetivos a favor o en contra del resultado electoral del 20-M, es reducir la reflexión al rango más bajo de la conciencia. Aún no hemos aprendido a ver la patria por encima de los gobiernos, al político profesional como fauna depredadora, al pueblo "acostumbrado "a ser visto como manada arreada por los acontecimientos. Cuesta mirar lejos, pensar y actuar con visión estratégica. El estómago, la individualidad y la pasión deciden el tipo de nación que tenemos. Nos desespera la crisis pero no le echamos la culpa al otro. Entre lo que soy y lo que somos debe haber un abordaje diferente del presente, lo suficiente como para avanzar juntos hacia el país meritorio.
O construimos un nuevo modelo político-ideológico, reforzamos la ética de la militancia social, integral y actuamos con humildad, a partir de los hechos que nos rodean para superar nuestra miseria de futuro o el aquí y ahora, nos quitan el sueño por un país al servicio de todos. La actitud de juzgar y condenar sin medir las consecuencias y la incomprensión de la transitoriedad de la coyuntura, alegra a los enemigos y aleja la opción de Vencer o Morir.
Ver cómo "compañeros de este lado" disparan a mansalva contra el mismo objetivo que atacan los enemigos del Norte y sus carga maletines, da pesar por decirlo con sencillez. Es terriblemente verdad la arraigada crisis moral, política, económica e ideológica en la vanguardia de este proceso dignamente calificado como Bolivariano. Resultan totalmente visibles las tendencias socialdemócratas, populistas y de centroizquierda, infiltradas en la estructura de gobierno y en la mente de varios dirigentes claves del Psuv. Nadie puede negar la fetidez burocrática y el insolente nepotismo e ineficiencia en los cargos públicos, no obstante, la cultura política del pueblo se movió cinco centímetros hacia la comprensión de los deberes y derechos frente al espacio-tiempo que atravesamos.
Ceder a la impotencia ante semejantes injusticias que a diarios vivimos en hospitales, cárceles, escuelas, barrios, bancos, fronteras, entre otros espacios de convivencia y relacionamiento social, no puede generar deserción de ideas, de espíritu de combate y persecución pasional contra éste o aquella individualidad. Toda revolución lleva en sus entrañas, el germen de la contrarrevolución. Ningún proceso político de la magnitud que vivimos, se desarrolla en un jardín de rosas.
Recuérdese lo que una vez dijo el historiador François Guizot, en el siglo XVIII: "…las revoluciones empiezan por la obcecación y terminan por la incredulidad. En su origen predomina una seguridad orgullosa; la opinión general desdeña la duda y no tolera la contradicción. Al terminarse, el escepticismo ocupa el lugar del desdén y ya no se preocupa nadie de las convicciones individuales ni de la fe en la verdad".
Ni el petróleo ni el cobalto ni la conciencia se encuentran en la superficie. Es buscando en las profundidades de la tierra y el cerebro, donde podemos encontrar la riqueza que, al procesarse adecuadamente, podrá vencer la pobreza política, superficialidad ideológica, dependencia económica y una sociedad, moralmente podrida.
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