Sin sorpresas
Si alguien apostó a la derrota de Nicolás, está claro que ni
sabe de política, ni sabe analizar, ni entiende la realidad del país.
Hace cinco meses que en esta misma columna explique las
razones por las que ganaría Maduro, comenzando porque en toda contienda
electoral, tener una poderosa maquinaria electoral, es fundamental. El Psuv,
que es la reedición de la Acción Democrática de sus mejores tiempos, viene de
esa escuela manipuladora, organizada y con recursos a la que es muy difícil
enfrentarse.
También he dicho que para analizar no hace falta sino
utilizar el método y las variables correctas. El resultado será casi infalible.
Ello sumado a la arrogancia de Falcón y Bertucci, quienes por
razones que aún no determino, estaban convencidos de que sin un criterio
profundo y serio sobre la realidad del país, la gente se motivaría a sufragar.
Comenzando por el propio opositor que demostró no querer saber de ninguno de
ellos. Y terminando porque ese voto opositor siempre ha estado fracturado. En
este caso, el sector oligárquico en donde se encuentran María Corina, Henrique
Capriles y Leopoldo, quienes además de no saber de política, tienen un odio
racial y ancestral hacia Falcón, soberbio ex chavista que mira al país a través
de una botella, apostó a la derrota de ambos.
Bertucci por su parte, tampoco entiende al país. Sumido en un
absurdo complejo de estar conectado con Dios y con las tuberías de gasoil para
el contrabando, en verdad creyó tanto que ganaría y que se armaría un
zafarrancho por su triunfo, que hasta sacó a la familia fuera del país. Más
soberbio aún, creyó que sus ejércitos maranatha arroparían a la población, y
los platos de sopa serían el estímulo perfecto para que la gente le diera el
voto.
Y de paso, de contrañapa, está claro que el pueblo entiende
mejor que ellos la realidad del país, puesto que en cualquier parte del mundo
que se hubiera ofrecido dolarizar a la nación, tendría los votos seguros, menos
en Venezuela. Es decir, la gente no quiere la dolarización porque de alguna
manera entiende que los resultados serán desastrosos. Ergo, no es un pueblo
estúpido. Vive una crisis atroz, pero actúa con cautela.
¿Qué ocurrió entonces? Simple. La poderosa maquinaria
electoral del Psuv -que acaba de demostrar que ya no lo es tanto- movió al voto
comprometido, al chavista que siempre lo será, como al adeco que lo es hasta
que muere. Chávez le ganó a Rosales con 7.6 millones de votos, en tiempos
cuando el padrón electoral eran 16 millones de electores. Maduro ganó con dos
millones de votos menos, cuando el padrón electoral son casi 20 millones de
electores. Pueden decir misa, pero victoria electoral al fin, derrota política
de hecho.
En todo caso, los hechos evidenciaron varias cosas: una, que
el chavismo comienza a sufrir una crisis interna muy peligrosa, alimentada,
fundamentalmente por la corrupción y la ineficiencia. Dos, que la oposición no
existe desde antes de la muerte de Hugo y que sus caras visibles no apuestan a
la política, sino la necesidad de matar, asesinar, ahora por cualquier vía, a
Nicolás Maduro, como si Maduro fuera el chavismo, como única forma de hacer
política. Tres, que el alto nivel de abstención, es consecuencia forzosa de la
crisis por la que atraviesa el país; y cuatro, que la presión externa, ahora
será sin ningún tipo de comedimiento. Ahora sí, como dijo Luis Herrera,
“compren alpargatas porque viene joropo”.
Ya hoy lunes, Nicolás le ha debido estar informando al país
sobre los planes para sacarlo del atolladero. Por lo menos medidas urgentes
para paliar la crisis. Ya sabemos que hay un bloqueo externo terrible, que por
cierto no es nada nuevo. Igual se hizo en Cuba, Perú, Chile, Bosnia y cualquier
nación que osó contravenir los designios gringos. Y hay un bloqueo interno en
donde participan opositores y chavistas que acorralan toda forma de
participación.
Y además, por alguna razón que no entiendo, el gobierno no le
ha explicado a la gente que el cono monetario, no es una acción que tenga que
ver directamente con la crisis, sino un simple cambio de moneda.
La crisis, que es estructural, debe ser enfrentada en tres
áreas fundamentales porque afectan directamente al pueblo, ese pueblo que le
dio los votos a Nicolás para que gobernara seis años más: resolver antes de
cinco meses el grave problema del transporte. No se puede ser un país potencia,
si la gente tiene que montarse en un camión para ir a su trabajo.
Reactivación urgente de un sector de la producción, sobre
todo lo atinente al parque automotor, ropa, medicamentos y productos de limpieza.
Se impone, más ahora que el bloqueo será más agresivo, un
vasto plan de producción de alimentos, pero para ello es menester la
mancomunidad con los sectores populares, las comunas y los consejos comunales.
Este domingo me tocó recorrer importantes sectores del sur de
Valencia. Salvo el voto comprometido, a la gente le importó bastante poco el
hecho electoral. Están ocupados en resolver todos los días, los graves
problemas de la inflación y el cómo estirar lo poco que ganan. En lo personal,
jamás supuse que un piche jabón de panela podría costar 900.000 bolívares.
Imaginen a mi amiga Julia que gana 1.200.000 a la semana. Es decir, ya casi
gana cinco millones. Tremendo sueldo. Es menos de lo que cuesta un kilo de
carne.
Allí debe estar centrado el gobierno en este momento.
Resolver la crisis de los que le dieron 5.800.000 votos a Nicolás para que los
siga dirigiendo, antes de que la desesperación los haga implosionar, antes de que
el destino nos alcance.
Caminito de hormigas…
Insisto. No hay forma de que las cajas Clap
vengan selladas con una banda adhesiva y una frase que diga No abrir si la
banda está rota. El sábado presencié la protesta de vecinos de la comunidad de
Canaima y Bocaina pues las cajas estaban abiertas y le faltaban productos.
¿Quién es el choro en este caso?
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