Federico Ruiz Tirado
El viaje al Foro de Negocios en Estambul y la participación del Presidente Maduro en ese evento, ha sido calificado por él como el inicio de una relación “modélica” para el “nuevo comienzo” ya anunciado un día después de las últimas elecciones presidenciales.
Los empresarios turcos han puesto el ojo en el oro y en el turismo. “Venezuela pudiera ser la primera reserva de oro en el mundo”, dijo el Presidente. El oro venezolano ya está entramado en el tejido de la fina tela persa, esa de donde nacen las alfombras voladoras y surcan distintas edades de la historia de la humanidad y continentes. Entre Europa y Asia no hay sino un trecho con estas maravillas, y si hay oro, pues que no se habla más: nos vamos a Venezuela ya, por ahora en los espléndidos aviones de Turkish Airlines y llegamos a nuestra común base de operaciones a hablar en tierra firme y en serio.
Mientras el Presidente estuvo tan lejos del mundo real (nada maravilloso) venezolano, llama la atención (aunque no debería sorprendernos) el anuncio de la Vicepresidenta Rodríguez sobre el arranque en seis meses, finalmente, del Plan del Agua y el abordaje en forma de los servicios públicos en el país.
El Plan del Agua había caído también en el saco de las cosas postergadas. Hoy sale a flote nuevamente, a pocos días de realizarse el Congreso del Psuv y con la congelación de los llamados precios acordados en el Plan 50. Sometidos todos a otra camisa de fuerza.
También, es digno destacar la opinión de Julio Escalona, su artículo sobre el silencio ruidoso, que es lo más parecido a un monólogo, pues hasta dónde yo sepa, nadie ha tomado cuenta sus opiniones. Dice Escalona:
“Hemos hecho críticas constructivas, propuestas, alertas sobre peligros y eventuales errores, en fin, varios hemos tratado, como constituyentes, de cumplir con un mandato del pueblo. Pero nos enfrentamos a un muro de indiferencia. Que parece inspiró a Roberto Malaver en su artículo, “Escuchando”, del que soy solidario”.
¿Alguien recuerda el artículo de Roberto Malaver?
Es una queja, otra más, un –también- soliloquio que se va acumulando a otros y a declaraciones que se tornan volátiles, pero también se suman a hechos reales: la crisis de los hospitales, de los medicamentos, la usura imparable de los comerciantes, la tortura de los precios de los útiles escolares de nuestros hijos, la paciencia alterada de la gente frente a diversas enfermedades, unas más graves que otras, unas más históricamente terribles que otras, unas más políticamente y transcendentales que otras.
Dice Julio: “Nueve meses hablando de precios acordados, pero los precios aumentan todos los días y no hay salario que permita a mucha gente el consumo mínimo de calorías. Eso es lógico, pues los grandes empresarios, coaligados con Trump, lo que quieren es derrocar al gobierno, no resolverle problemas al pueblo. ¿No será que simulan una negociación para arrancarle concesiones al gobierno? ¿En fin, no se acuerdan precios porque se acepta que el mercado los equilibrará? ¿No se combate la especulación, que sobreacumula capital porque se supone ilusoriamente que esos excedentes de capital serán invertidos en la producción de bienes y servicios que se “derramarán” sobre la sociedad?”.
La calle es un megáfono imposible de apagar. Muchos nos preguntamos qué va a ocurrir en los próximos días. Qué van a discutir en el Congreso. Qué va a hacer la nueva Constituyente frente a la emergencia que vivimos.
Alguien que tenga un ejemplar del Plan de la Patria de Chávez, que lo reproduzca en multígrafo y por ahí nos iremos hasta llegar al Golpe de Timón.
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