NODAL
Por Aram Aharonian*
Un grupo de jóvenes académicos brasileños del Núcleo de Estudios Estratégicos, Geopolítica e Integración (NEEGI) de la Universidade Federal da Integracao Latinoamericana (UNILA), lanzaron el llamado urgente para la que las universidades y los centros de estudios sobre integración regional jueguen un papel central en la producción de conocimiento y la recreación del pensamiento crítico desde una perspectiva y visión latinoamericano-caribeña.
Ese es, sin duda, un punto de partida esencial para el desarrollo de estrategias y propuestas innovadoras y propias para retomar y consolidar el camino de la integración de América latina y caribeña, saliendo del desmovilizador formato de mirar permanentemente hacia atrás, no para recuperar la memoria, sino para lamentar la década de gobiernos populares y progresistas que pusieron al ciudadano como sujetos de política y dieron pasos concretos en la defensa de la soberanía y en políticas de justicia social y equidad.
Integración Regional “Desarrollo y Soberanía en América del Sur”, fue un seminario organizado el 19 al 23 de junio último en la triple frontera brasileño-paraguayo-argentina por este núcleo dirigido por jóvenes académicos (y militantes) brasileños, con el apoyo de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA), se llevó a cabo en Foz de Iguazú, Brasil entre los días 19 y 23 de junio.
Fue un encuentro calificado de carácter internacional destinado a debatir de forma interdisciplinaria los principales desafíos contemporáneos para la soberanía y el desarrollo de los países de la región, dando continuidad a los dos foros de FILA sobre El futuro de la Integración Regional, realizados en Montevideo, Uruguay, en 2016 y 2017.
Destacados estudiosos latinoamericanos se sumaron al debate, en momentos en que se manifiesta un cambio del escenario internacional de mayor incertidumbre y descontrol financiero . Queda en evidencia el propósito de gobiernos neoliberales de trasladar la crisis con ajustes económicos y sociales de enorme regresividad – aumento de la fuga de capitales, empeoramiento severo de la situación social, desempleo, pobreza .
En el comunicado final del seminario se puso de relieve la notable incapacidad de los gobiernos de la región para afrontar los cambios geopolíticos que se suceden con inusitada celeridad a nivel mundial,
En diversas mesas de debate, se llevaron adelante análisis detallados y debates intensos sobre las experiencias particulares, logros y límites de gobiernos antineoliberales en la región durante los últimos tres lustros, poniendo especial atención a las condiciones socioculturales, políticas, económicas y financieras que llevaron a un nuevo giro reciente hacia gobiernos neoconservadores que han basado su estrategia en las críticas a las políticas activas y sociales previas, impulsando (como en la década de 1990) la privatización de las economías y una mayor apertura de mercados y movimientos financieros.
Una decena de mesas de debate y propuestas, con fuerte participación de estudiantes universitarios de Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina, analizaron la fragilidad de la nueva ofensiva neoliberal que -contra los pronósticos y expectativas de sus apologistas- están produciendo cambios sustantivos en las economías centrales de mayor proteccionismo, aumento de tasas de interés y marginación de los países periféricos.
La época de prosperidad y crecimiento que había sido prometida para promover la instalación de gobiernos promercado ha sido reemplazada en forma notable, y un tanto cínica, por la justificación de sus voceros de ajustes recesivos, de enorme regresividad productiva y social.
No se puede analizar la realidad actual y mirar hacia el futuro, solo con denuncias, sino que –como se insistió en el seminario- es necesario tener propuestas, proyectos, ideas, pensamiento para interpelar las políticas de los gobiernos de la derecha. ¿Cuáles son las posibles alternativas y desafíos de la región ante este cambio rápido de escenario? Resulta esencial, en primer lugar, reconocer los problemas comunes de la región y adelantar un enfoque y propuestas unitarias para afrontar la crisis.
La región está inserta en una disputa de enorme significación entre las grandes potencias (renegociación del TLCAN, el levantamiento de barreras impositivas a exportaciones en Estados Unidos; Europa que busca resolver su crisis colocando sus productos y servicios en mercados de todo el mundo y cerrando sus compras externas, mientras China va ganando una presencia mayor en la región, en un marco de guerra comercial creciente.
No alcanza con proclamar la necesidad de la unidad latinoamericana, de forma nostálgica. Se requiere identificar los problemas y proponer, presentar propuestas plausibles, concretas, que marquen un cambio en las prioridades. Hoy los gobiernos priorizan satisfacer las necesidades de la concentración económica y la especulación financiera por encima de las necesidades de los ciudadanos, que incluyen cercenar derechos democráticos, laborales, sociales, previsionales; contraer los mercados internos golpeando drásticamente la capacidad de producción y fuentes de trabajo en nuestros países.
Preocupó en especial a los especialistas las presiones para la firma expedita de Tratados de Libre Comercio desventajosos y asimétricos para nuestras sociedades, como el TLCAN que Washington quiere imponer a México, el TLC entre la Unión Europea y el Mercosur y los intentos de China de avanzar en acuerdos similares.
Este complejo escenario conlleva la necesidad y oportunidad de debatir la integración regional para también poder afianzar una propuesta unitaria ante otros bloques. La unidad no solo brinda la capacidad y posibilidad de encarar en común los enormes desafíos económicos y sociales, sino también asienta la posibilidad de negociar en forma más equilibrada con otros bloques económicos de países centrales o periféricos.
Lo importante del seminario es que los temas no se agotaron en los debates, sino que se recalcó la necesidad de que en los análisis y propuestas se encaren las restricciones externas (deuda, balanzas de pago deficitarias, tendencias proteccionistas mundiales), cómo evitar la tensión entre los países (migración, devaluaciones competitivas), y cómo analizar y consensuar propuestas para encarar el desarrollo complementario y simétrico.
Vivimos un momento en que la apertura irrestricta de mercados entre países centrales y periféricos, en un crítico marco de la economía mundial, puede ahondar aún más las asimetrías de la región con el mundo, y también las intrarregionales. El progresismo, no ha ha sido capaz hasta el momento de proponer una estrategia alternativa convocante esperanzadora y consistente, no ha planteado cuál es un modelo que tenga la suficiente capacidad de enamorar, crear identidad regional.
Pero el problema no son las derrotas electorales, sino la derrota mayor es la cultural, cuando los valores solidarios han dejado pasar a los valores del individualismo, del egoísmo, de que lo público no funciona, de que es mejor priorizar el lucro privado que defender derechos y bienes públicos, que es mejor una empresa que el Estado, de que esto es una lucha de todos contra todos.
Tres lustros atrás era imposible pensar que en América latina se podían realizar impugnaciones profundas de la lógica neoliberal, como distribuir la riqueza con equidad y justicia social, reubicar el papel del ejército, frenar el ALCA, integrar UNASUR y CELAC frente a esa integración “panamericanista” que era (y es) la OEA, gestionada y dirigida por Estados Unidos.
Todos esos elementos de impugnación fueron posibles porque en América latina hubo una lucha continua, un movimiento popular que planteaba el fin de determinadas cuestiones y la reconstrucción de otras, y que, herido, sigue abierto. Pero aprendimos que los derechos son reversibles y los logros que se consiguieron también son reversibles, como se ha comprobado en esta ofensiva neoliberal. Y una de las causas fundamentales es que se había perdido esa activación popular que era la que tensiona esas cuestiones.
Se necesitan nuevas teorías, nuevas propuestas para poder ponerle freno a este proceso de vaciamiento democrático que caracterizó por décadas a los gobiernos neoliberales, dictatoriales o no. Hay que recuperar la memoria, reconstituir y ampliar los derechos de la sociedad, asumir el control del excedente económico y expandir la generación de la riqueza con -al menos- su distribución (defensa de los recursos naturales y manejo soberano de los mismos), esperando que la redistribución de las riquezas se puedan concretar en la siguiente oleada.
No hay lugar para aquellos que no siguen a rajatabla el libreto neoliberal, y es imprescindible interpelar las políticas y agendas neoliberales extractivas tras y depredadoras. Para ello trabajaron en la domesticación, el adocenamiento, incluyendo la inserción o cooptación de líderes de movimientos y partidos de izquierda en la estructura del poder fáctico, incluso mediante el financiamiento de sus campañas electorales, viajes, prebendas.
Pero como esto no alcanzó, trabajan en la desestabilización y los golpes de estado, cruentos o blandos, para lo cual cuentan con una estructura de poder donde confluyen las grandes corporaciones nacionales y trasnacionales, las elites y el terrorismo mediático desarrollado por las usinas de imposición de imaginarios colectivos de la prensa hegemónica.
Sin duda no es lo mismo el acceso al mercado de consumo, muchas veces sacando de la pobreza a importantes sectores sociales, que jugarse por cambios estructurales que garanticen la inclusión, la equidad, la igualdad de oportunidades en educación, salud, nutrición y la gestación de democracias participativas y no meramente declamativas.
Es hora de pensar a largo plazo, con sentido estratégico. Es la única forma de construir nuevas sociedades, nuevas democracias, y no continuar ayudando a gestionar las dificultades de este sistema antipopular, Pero, lamentablemente, seguimos comprando los espejitos de colores que nos ofrecen desde las usinas del colonialismo, desde Estados Unidos o Europa. Ese colonialismo cultural, que aún no hemos logrado sacudirnos, hace que no creamos en nuestras fuerzas, en nuestras soluciones colectivas, y nos dejemos llevar por cantos de sirenas de quienes jamás entendieron quiénes somos, cómo somos y que queremos ser.
En Foz se (re)comenzó a construir una agenda propositiva en torno al sistema financiero y productivo, al control soberano de los recursos naturales estratégicos, al desarrollo de una infraestructura regional adecuada a este fin, la integración educativa y cultural de los pueblos ante el avance los planes de mercantilización del conocimiento y la educación, y la construcción de una identidad latinoamericana, requisito fundamental para lograr avances efectivos en todos los planos vinculados a la integración, construcción en la que no se logró avanzar en la década pasada..
No sólo se debe discutir los aspectos para reencarrilar, reencaminar la integración regional, sino que se torna imprescindible la definición y estrategia para establecer un modelo de desarrollo pacífico, no confrontativo, inclusivo, que prioritariamente atienda la crisis que golpea a la región, la exclusión y/o marginación, especialmente de los sectores más vulnerables de nuestras sociedades, sumidos en la pobreza y sin apoyo de los estados, que vuelcan sus recursos a favorecer al capital especulativo.
No hacerlo significará mayor división, fracturas, el peligro de la disolución de estados nación y su suplantación por narcoestados, la exclusión y/o marginación de millones de latinoamericanos, la violencia.
Por eso cabe destacar el llamamiento para que las Universidades nacionales y los centros de estudios sobre integración regional jueguen –junto a los movimientos sociales urbanos y rurales- un papel central en la producción de conocimiento y recreación del pensamiento crítico desde una perspectiva y visión latinoamericano-caribeña, y la predisposición a realizar un nuevo encuentro en el Gran Buenos Aires, en el último trimestre del año.
Dentro del seminario, un debate académico y de dirigentes estudiantiles universitarios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay sobre el centenario de la Reforma Universitaria de 1918 y la reciente Conferencia Regional de Educación Superior, advirtió sobre las amenazas de mercantilización de la educación, y reivindicó la enseñanza como derecho humano (laica, libre, gratuita, inclusiva) y analizó la necesidad de coordinar acciones para impedir la mercantilización y privatización del conocimiento y la educación.
La comunicación y la información, vector central para el desarrollo y la integración regional, fue tema de la mesa inaugural, donde seplanteó la necesidad de reformular la comunicación tomando en cuenta las nuevas tecnologías y la integración vertical de servicios de comunicación con productoras de contenido, en constante tensión con las formas tradicionales de comunicar, tan comunes a los sectores progresistas.
Se insistió en la necesidad de una comunicación latinoamericana y caribeña desde una perspectiva regional sin la necesidad de recurrir a las agendas y manipulaciones de las agencias de noticias europeas y estadounidenses. Y se realizó un balance crítico de la gestión del Partido de los Trabajadores en sus catorce años de gobierno, cuando se dejó la comunicación en manos de los grandes grupos mediáticos en vez de construir medios del Estado que permitieran comunicar las transformaciones del gobierno y contrarrestar las campañas negativas que buscaban minar la credibilidad de un partido que -por primera vez en su historia- accedió al poder e intentó reformas estructurales
Uno de los hechos más importantes fue la participación: más de ocho decenas de trabajos científicos y artículos académicos fueron presentadas por estudiantes de posgrado y profesionales de la región, en torno a once ejes: Desarrollo nacional, soberanía, industrialización, desnacionalización y desindustrialización; Estudios estratégicos e integración regional en materia de seguridad y defensa, industria y tecnología; Geopolítica de Fronteras y regiones periféricas, territorio y transfronterización; Integración de infraestructura, planificación y geopolítica energética; Integración económica y comercial, e Integración político-institucional e instituciones en América del Sur.
También sobre Desarrollo económico y soberanía, finanzas y comercio internacional; Desarrollo local, desarrollo social y sustentable; Integración sociocultural, identidad y migraciones en América latina; Geopolítica de los conflictos contemporáneos, seguridad internacional y seguridad regional; y Relaciones sur-sur, pensamiento político-estratégico y geopolítico desde América del Sur.
Asimismo, durante el seminario se puso en marcha el Centro Latinoamericano de Integración Financiera (CIF), ´para contribuir mediante el análisis permanente, a la identificación de desafíos, factores de riesgo y amenaza, oportunidades y escenarios relevantes para la integración financiera y contribuir a la identificación de enfoques conceptuales y lineamientos básicos comunes que permitan la articulación de políticas regionales. Economistas y expertos de Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay y Ecuador, pusieron en marcha el proyecto
Un dilema que surgió al debate es si nuestros países debieran ir por un fortalecimiento republicano o ayudar a su derrumbe: aparece como un auténtico tabú de nuestra política y hace necesario un debate. La democracia representativa, la propiedad privada, la cultura eurocentrista, el sufragismo y los partidos políticos son algunos de las “verdades reveladas” que organizan nuestra vida institucional, nuestra democracia declamativa, que venimos arrastrando desde las constituciones del siglo 19.
La profundidad de la crisis actual cuestiona a la modernidad y al capitalismo, matrices sobre las cuales se han construido los valores que sustentan esta civilización y los estados que la expresan. Ya no se trata de reformar al Estado –como lo planteaban los socialdemócratas en 1990– sino de cambiar los paradigmas que hacen a su vigencia, existencia, constitución y organización.
En nuestra realidad reciente, importantes luchas sociales terminaron siendo cooptadas por sucesivos gobiernos y gran parte de las luchas sindicales terminan agotándose, al ser utilizadas como monedas de cambios entre los aparatos sindicales y el propio Estado. Y, así, las mejores ideas y expectativas en las políticas electorales naufragan en las viejas instituciones de la democracia representativa, lo que nos plantea la necesidad de redefinir qué democracia queremos.
En Foz se dio un nuevo incentivo a la recreación del pensamiento crítico: la invitación es para crear alternativas, propuestas viables para relanzar la integración regional y armonizar los vínculos con el mundo (muy diferente al de 1990). Por eso es importante que sean los jóvenes quienes discutan, debatan, intercambien ideas, porque son ellos – y no nosotros, los dinosaurios- quienes deben construir su futuro y el del mundo en el que pelearán. Hay que darse tiempo para pensar, para insuflar esperanza a las nuevas generaciones que, en esta realidad, deben ser las protagonistas de su propio futuro. Hace 526 años que venimos resistiendo a todo y todos, y quizá nos hemos olvidado de construir (nuevas democracias, por ejemplo).
La invitación es para que juntos construyamos esa teoría, esa estrategia y propuestas en común, colectivamente. Porque la construcción siempre se hace desde abajo. Lo único que se construye desde arriba es un pozo.
En los cálidos salones de la única universidad latinoamericana para la Integración, mirando los desaguaderos de la imponente represa binacional de Itaipú, sentados sobre el Acuífero Guaraní (del que quieren apoderarse las grandes potencias y las megempresas trasnacionales) y en medio de la selva misionera de tierras coloradas, saludamos este llamamiento de Foz, que no es más que un compromiso colectivo por recuperar y aggiornar el pensamiento crítico latinoamericano.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Mágister en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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