Por Carlos M.
Rodríguez C
Definitivamente,
el tiempo del pueblo no es el mismo que el tiempo para el pueblo, aunque
parezcan iguales.
Pero
el tiempo del pueblo debe ir acompañado del tiempo para el pueblo. La
dirigencia revolucionaria, la vanguardia, la militancia debe entregarle su
existencia, su esencia al pueblo ya que en definitiva son lo mismo. Toda revolución
es un acto en el que se fusionan las masas revolucionarias, el pueblo
transformador con los dirigentes, la
vanguardia.
Un
fisura entre ambos se traduce en la pérdida de la revolución ya que el uno sin
el otro no avanzan, no caminan y en
consecuencia se pierde el futuro y el
porvenir como sueño libertario.
El
pueblo, en su accionar revolucionario, reclama sus derechos, impone sus
aspiraciones, sus perspectivas, sus sueños. Los dirigentes diseñan las
estrategias, canalizan las acciones para satisfacer los deseos del pueblo. Ahí
está la dialéctica. Sin dialéctica no hay revolución.
La
Revolución Socialista Bolivariana tiene 20 años en proceso. En sus inicios el
volcán revolucionario hizo erupción conducido por su máximo líder Hugo Rafael
Chávez Frías, acompañado de un equipo que, si bien no estaba a la altura del
compromiso que les imponía el soberano y su máximo dirigente, dio pasos
importantes para ir consolidando las aspiraciones populares.
El
escenario, difícil, escabroso se fue allanando en parte y se lograron avances,
progresos en la construcción de una sociedad justa, incluyente, soberana. Pero
también hubo trabas, escoyos, dificultades. Aun así el pueblo y el líder
indiscutible mantenían una unidad indisoluble mientras que los funcionarios del
gobierno (Ministros, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, funcionarios públicos) se
iban distanciando cada vez más producto de la desidia, burocracia,
ineficiencia, corrupción ocasionando una progresiva y lenta distancia entre
gobernantes y gobernados.
La
muerte prematura e inducida del Comandante truncó los sueños del pueblo en ver coronada la revolución bajo
la conducción del Comandante Eterno.
Desde
el inicio de su gobierno, después de haber ganado la elección presidencial,
Maduro ha afrontado dificultades externas tales como la guerra económica,
guarimbas, sabotaje interno y externo.
Pero también un incremento de la corrupción, ineficacia, burocracia que a esta
fecha llegan a niveles intolerables.
Si
bien es cierto que recibió un país con un sinfín de problemas muchos de ellos
producto de la despiadada política internacional destinada a agotar y destruir
la revolución socialista, así como la
corrupción, la ineficacia y el burocratismo de los funcionarios del gobierno y de
las organizaciones de base, militancia del PSUV, consejos comunales.
Durante
el gobierno de Maduro los niveles de corrupción, ineficacia, ineficiencia,
abuso de poder, enroque en el nombramiento de los ministros, atornillamiento en los cargos del alto
gobierno por parte de los uniformados, bachaqueo se han incrementado a niveles
insoportable, al igual que el costo de la vida, desabastecimiento, falta de
efectivo, ausencia de medicamentos, servicios público, transporte, agua
potable, fallas en los servicios básicos como electricidad, gas doméstico,
combustible y un sinfín de soluciones para las necesidades de la población, es
decir, el tiempo para atender al pueblo
se ha desvanecido.
En
medio de una cruenta guerra económica en el año 2017 solicitó al CSE la
convocatoria a una elección para Asamblea Nacional Constituyente proceso en
cual resultó vencedora la opción gubernamental. Con esta doble victoria se
logró apaciguar las guarimbas, neutralizar la derecha y la convocatoria a
elecciones para elegir gobernadores, alcaldes en las cuales resultó vencedor el
partido de gobierno.
En
el año 2018 el CSE llama a elecciones para Presidente. El pueblo usó su tiempo para acudir a cumplir
con el llamado de Maduro y votó a su favor, esperando acompañarlo en su lucha
contra la guerra económica tal como solicitó en su campaña electoral.
Hoy
el pueblo ocupa su tiempo sólo haciendo colas para comprar alimentos,
medicinas, esperar transporte, ser atendidos en las instituciones públicas,
hacer colas en el banco para sacar tan sólo 50.000 bs. en efectivo, mientras
espera que el gobierno dedique tiempo al
pueblo para presentar un proyecto de gobierno, un proyecto de país, que sea atendido en las instituciones del estado,
sea invertido el tiempo en visitar las comunidades, dar soluciones a los
problemas más ingentes de las comunidades, remover funcionarios venales, es
decir, gobernar en el sentido revolucionario del término.
El
tiempo para hacer revolución se acaba.
La imbricación pueblo-gobierno se ha perdido. Las solicitudes, pedidos,
ruegos que el pueblo hace al gobierno no son atendidas, no hay tiempo para atender al pueblo por parte
del ejecutivo. Sólo tiene tiempo para resolver el problema de mantenerse en el
poder y permitir a las mafias internas enriquecerse a costillas del erario
público, de los negocios en dólares para engordar su riqueza personal y de sus
negocios.
Ni
la Asamblea Nacional Constituyente atiende ni consulta al pueblo, ni las
Gobernaciones, ni los Alcaldes, y mucho menos el ejecutivo que ha sido incapaz
de consultar a la ANC o de atender sus recomendaciones y sugerencias, ni de
atender las denuncias por parte de las comunidades, organizaciones populares,
colectivos.
La
imbricación dialéctica pueblo-gobierno se ha roto y ya las masas no confían en su vanguardia,
ésta ha perdido la unión con el soberano y con esta ruptura hay el peligro de
un salto al vacío, a lo desconocido, a lo indeseable, a un giro
cuanti-cualitativo hacia el pasado, un retroceso histórico.
Como
se dice en futbol, estamos en los minutos de descuento, si no hay gol el
gobierno pierde el partido y quien sabe
cuál será la conducta de sus hinchas.
Las
respuestas por parte del gobierno son ahora o nunca. Para luego es tarde.
Hay experiencias que ojalá no se repitan en nuestro país. Ojalá no.
Hacia
la victoria siempre. Venceremos.
carrodcas@gmail.com
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