Por: Richard Canán
Tremendo atajaperro se ha desatado en la Asamblea Nacional en desacato. Los venezolanos han tenido que presenciar (pañuelo en la nariz, por favor) el vergonzoso berrinche de los distintos grupos enfrentados en ese patético cascarón. La impoluta derecha, cegada por el odio, acaba de ventilar públicamente, sin pena alguna, todos sus trapitos, divisiones y mezquindades.
De un lado, la extrema derecha Aria, incitada por la mantuana María Corina, con ingentes recursos financieros y mediáticos a su disposición. Del otro lado, toda la repelente fauna de intereses y grupos corporativos, reminiscencias de los viejos partidos de la Cuarta República (cadáveres insepultos) y toda una gama de mercenarios (hasta partidos de maletín tienen) prestando servicio al mejor postor.
Cada quien en su trinchera. Desde la tribuna solo se ve el manoteo de los golpes al aire. Algunos haciendo puras fintas, otros tirando a matar. La cuenta es clara, mientras menos comensales más torta para repartir. Como en una piñata pues.
Entre tanto atajaperro se ven los ojos morados y llorosos de los diputados golpeados en su orgullo propio, en su estima y en su capital político. El orden del día nuevamente divide partidos y pone a prueba sus fidelidades.
Apoyar o no la participación de un mediador internacional ha generado elevados niveles de ruindad al interior de la maltrecha Asamblea Nacional en desacato. En cualquier otro país el diálogo entre adversarios políticos sería de lo más normal y cotidiano. Aquí, para la derecha es el apocalipsis, el desastre. Principalmente para los sectores que han subordinado su causa ante el Tío Sam. Ya han cobrado mucho (son nómina fija), como para venir a retractarse. Están comprometidos hasta la médula con la salida violenta y el golpismo, por lo que siempre sabotearán cualquier espacio de encuentro.
El sector "democrático" que pedía el linchamiento y la quema en la hoguera del mediador internacional, se apresuró a publicar la lista de los diputados "traidores" que lo apoyan, todo con el fin de someterlos al escarnio público, mayoritariamente a través de sus Bots y sus anónimos guerreros de las redes sociales.
Muy perturbador le quedó el show a la fauna opositora. Un sangriento circo romano, con las hienas devorándose entre sí. El debate dejó de lado el alto nivel y la calidad política. Los epítetos utilizados en esta guerra, a puñal limpio, deben ser dignos de estudio por parte de los estudiosos de las ciencias políticas. Cada bando en disputa utilizó términos que expresan con claridad la ruindad política que enfrenta esta calamitosa oposición: como Hitler "crear al enemigo necesario"; la "fracción Mezerhane"; la "orden de silenciación" (para "evitar que se plantee cualquier tema para el que no se tengan argumentos y acallar las noticias que favorezcan al adversario"); "las arengas radicales con las que aturden"; "ultraderecha de diván"; "aguacero de infamias"; "lumpen tuitero"; "delincuentes financieros"; "nuestros glamorosos falangistas"; los "colaboradores opositores"; y al grupo de los "Maricorinos" los acusaron de ser el "extremismo turquesa" y de tener un pírrico partido de "Veinte Venezuela".
Freud y Philip Zimbardo (El Efecto Lucifer) necesitarían años de estudios para analizar el comportamiento anómico de todos estos psicópatas de la política. Están locos de perinola.
Esta derecha todo lo destruye. Todo lo convierte en un arroz con mango. El principal problema de la cadavérica oposición (en rigor mortis) es que no tienen un proyecto político propio, no tienen un plan de país para ofertar a sus alicaídos y desconfiados seguidores. Están como pasmados. Solo repiten el guion con las instrucciones mal traducidas que les mandan de la Casa Blanca: guarimba, bloqueo financiero, golpes de Estado e invasión militar. Esta es la receta que aplican infructuosamente, tropezando a cada rato con la misma piedra.
A los políticos de la maltrecha derecha los carcomen las viejas enemistades, pero aún más las intrigas y las bajas pasiones de los mercaderes de la política que han vendido su alma por treinta miserables monedas. Son los Judas Iscariote que vendieron al Señor y que ahora no tienen escrúpulo alguno en vender a su propia patria.
No tener una derecha sensata y responsable es una debilidad para el país. Tienen una discapacidad genética que les impide unir esfuerzos por el bienestar superior del pueblo.
La derecha ha patentado y aplicado exitosamente senda fórmula matemática: dividir+dividir+dividir hasta el infinito mismo. Se van a ganar el premio Nobel. Vaya forma de hacer antipolítica.
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