Por: Néstor Francia
No entiendo porque Oscar Figuera, el secretario general del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela, anda sufriendo por algo tan anacrónico como unas elecciones municipales, no parecen cosas suyas. Yo acepto que alguien trate de convencerme de que los comicios del 9 de diciembre son algo "importantísimo" (y hasta podría asentir, sin creerlo, para no darme mala vida) pero no que se preocupe tanto así, pues el resultado ya es conocido: la abstención será alta y arrasará el chavismo, no puede ocurrir ninguna otra cosa.
Según Figuera, "La abstención es una amenaza y esto obliga a los sectores que participan a hacer un gran esfuerzo. Desde el Partido Comunista de Venezuela hemos buscado fortalecer y profundizar todo lo referente a lo organizativo y movilización previo a los comicios". Bueno, yo no siento que eso sea una amenaza de nada, no para mí. Más bien lo vería como una confirmación de mi idea de que las alcaldías y los concejos municipales son estructuras caducas que mientras más pronto desaparezcan, mejor para todos. Por supuesto, si usted presenta candidatos y tiene puesta alguna esperanza en que los concejales son vitales para la Revolución, entiendo sus cuitas, pero mi esperanza reside más bien en que se acelere la decadencia del Estado antiguo que dichas estructuras representan.
Más de Figuera: "Hay un estado no precisamente de motivación y alegría pero la gente debe entender que son fundamentales, pues van a elegir a la persona más cercana a los requerimientos de su comunidad". Bien, en esas palabras hay tanto verdad como confusión. Es cierto que el estado de los venezolanos ante esas elecciones es de desmotivación, lo cual no puede ocultarse detrás de un simulacro electoral de una fuerza política relativamente numerosa y bien organizada: el PSUV. Sin embargo, en honor a la verdad, en ese ensayo solo participó la minoría disciplinada que lo hará igualmente el 9 de diciembre. Si alguien se molesta por esto que digo, lo invito a que conversemos el día 10, para demostrarle que estoy en lo cierto.
Por otra lado, eso de que los venezolanos "van a elegir a la persona más cercana a los requerimientos de su comunidad" es confundir el ser con el deber ser. No, camarada, un concejal no es la persona más cercana a los requerimientos de la comunidad, eso es tan obvio que no voy a perder tiempo argumentándolo. Muy por el contrario, haga usted una encuesta y sabrá que la mayoría de los ciudadanos ni siquiera sabe para qué diablos sirve un concejal.
He escrito varias veces sobre estos temas, así que voy a permitirme la pedantería de auto citarme. Yo creo en la dialéctica, en la lucha de contrarios, en el poder transformador de las contradicciones en volcánica erupción. El 27 de mayo pasado escribí en Aporrea.org ("Discurso de Maduro y gran viraje revolucionario"): "Todo quedará claro, los escenarios ineludibles, que se alimentan de los hechos concretos, se impondrán, pasará lo que ha de pasar. Lo dije y lo sostengo: las elecciones no resuelven nada. Lo dije y lo sostengo: viene la eclosión de un maremágnum de contradicciones, incluidas las que se dan en el seno del movimiento revolucionario. Lo dije y lo sostengo: lo que viene es joropo, la paz es una ilusión, el socialismo un desiderátum, la economía seguirá navegando en medio de una tormenta incrementada, cada vez más dura, al menos en lo inmediato… El predecible agravamiento inmediato de la situación económica, sobre todo de la asfixiante inflación que flagela al pueblo trabajador, obliga a dejar ya -¡ya!- el triunfalismo y someternos a un examen profundo que nos permita abordar lo único que puede salvarnos del naufragio: un viraje radical, de 180 grados, en la gestión de gobierno y en las políticas y el discurso de la vanguardia. Esto requiere que abramos la mente, nos saquemos el casete desgastado que nos paraliza y apliquemos de verdad-verdad la máxima robinsoniana: o inventamos o erramos… La paz solo puede garantizarse si hay una reconciliación con el pueblo de a pie, con los proletarios y con las clases medias empobrecidas, si crecemos exponencialmente en el apoyo popular". Ese crecimiento no se va a dar a través de elecciones -figura para mí tan deleznable como inevitable en este momento histórico-, sino como resultado del avance del Poder Popular, del Estado Comunal, a contravía del Estado burgués dominante.
Los alcaldes y los concejales forman parte de un concepto al cual me referí también en ese mismo artículo: "El Estado burgués que perdura entre nosotros privilegia la gestión gerencial individual, y los sistemas de control, igualmente burocratizados, son ineficaces y a menudo igualmente corruptos. De manera que para combatir este flagelo se necesita un cambio radical del Estado, que apunte al crecimiento exponencial de las formas de poder colectivas y de participación ciudadana".
Yo accedí a la Constituyente en elecciones, es verdad, pero con base en una propuesta que me confirma como lo que soy, un desadaptado y además el hombre invisible, ya que casi nadie ha volteado a ver esa propuesta, a pesar de que la he hecho circular por diversas vías ¿Será que estoy equivocado? ¡Pues que alguien me lo diga, por favor, porque la verdad es que a mí ni me ignoran!
He propuesto instaurar una estructura piramidal con instancias sectoriales y parroquiales activas del Poder Popular que tuviese en su ápice un Consejo Municipal Popular en forma de gobierno colegiado con presidencia anual rotativa. Y no doy más detalles, porque se cansa uno de andar repitiendo lo mismo (aunque algunos son felices haciéndolo, y hasta les da réditos).
Yo me pregunto ¿qué han hecho los alcaldes y los consejos municipales para ayudar al control de la abusiva especulación con los precios de los productos de la cesta básica? Y si alguno ha hecho algo ¿ha sido eficiente, ha obtenido resultados que puedan considerarse trascendentes y perdurables? Sobre eso hablé en el programa "Como ustedes pueden ver" del 19 de agosto de 2018. Allí opiné, sobre este tema del (des) control de precios, que "el Gobierno no tiene suficiente capacidad y el pueblo no tiene suficiente poder. Le pregunté a Hernández Montoya si sabía cuántas panaderías había en Caracas y me respondió que una vez se puso a contar las panaderías que hay solo en Catia y no llegó a terminar. Es obvio que el Gobierno no posee esa capacidad de control ¿Y en cuanto al pueblo? En mi parroquia, por ejemplo, los consejos comunales no pasan de ser organismos gestores, los CLAP solo reparten comida y las Ubch básicamente organizan marchas y elecciones, pero el poder real de los ciudadanos es muy limitado. Los especuladores y bachaqueros se aprovechan de estas debilidades". Por eso te escribo esta carta.
Como ves, querido camarada Oscar, parece que mis prioridades, en este momento, son distintas a las tuyas. No importa, pasa hasta en las mejores familias. Quien quita que mi mente débil esté desvariando.
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