martes, 6 de noviembre de 2018

REFLEXIONES INGENUAS: “¿PROGRESISMO?”

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Por Carlos M. Rodríguez C

            La dialéctica marxista es categórica cuando afirma que la realidad se mueve contradictoriamente,  que el despliegue de las contradicciones es lo que permite el avance, la construcción del futuro. Pero también advierte el análisis dialéctico es acertado cuando “usa las categorías correctas y establece las relaciones entre ellas en forma acertada, es decir, logra develar las contradicciones y establecer sus conexiones para prever el resultado histórico a partir de praxis humana diseñando un programa de acción que permita lograr los cambios inmediatos  a fin de alcanzar el resultado mediato.

            El análisis marxista nos enseña que el lenguaje humano es lenguaje dominante en la medida que reproduce las categorías usadas por las personas del momento histórico, los conceptos usados son los conceptos de quienes mantienen el control en la sociedad, de ahí que uno de los aspectos que debe transformarse radicalmente es el “lenguaje” entendiendo por éste, los conceptos, palabras, las conexiones entre éstos, es decir, los elementos con la que describimos la  realidad, el mundo que nos rodeas porque que si no modificamos dichas categorías, si no somos capaces construir categorías transformadoras, seguiremos reproduciendo intelectual y prácticamente las relaciones de dominación capitalistas. Es por eso que la revolución socialista debe transformar el lenguaje, debe cambiar el lenguaje dominador por un lenguaje revolucionario, transformador, liberador.

            El capitalismo, la revolución burguesa, cambió los términos usados por el modo de producción feudal para convertirlos en categorías que reproducían el nuevo orden, las nuevas relaciones sociales,  ejemplo claros de ellos el término “servicio”  para referirse a la persona que hace los oficios del hogar el cual es sustituido por la palabra “doméstica” que es usado como la persona asalariada que realiza las faenas de la casa, o la palabra “villano” con el cual designaban a personas que provenían de las villas para referirse a los ciudadanos, es decir, aquellos que provenían de las nacientes ciudades capitalistas que surgieron con la confluencia de maestros de obra, aprendices, comerciantes, usureros, etc.

            Es común que dentro de los discursos revolucionarios se usen términos dominantes tal como ocurre todavía con la palabra “cachifa”, “servicio”, “plebeyo”, “peón”, “inculto” reproduciendo el “modo de vida” de la “burguesía” en los espacios de la revolución.

            También sucede que aparecen nuevos conceptos que, creyéndose revolucionarios, reproducen el lenguaje capitalista generando confusiones en el modo de concebir la revolución, de interpretar las relaciones revolucionarias. Me refiero al posfijo “ismo” que denota supremacía. Ejemplo, cuando decimos  “capitalismo” nos referimos a la sociedad donde predomina el capital en tanto cuando hablamos de “socialismo” hablamos de un modo de producción donde predomina lo social.  Hoy se habla de una revolución “feminista” intentando explicar que las mujeres son factor impulsor de los cambios, lo cual es cierto, más de lo que se trata es que las mujeres están logrando igualdad jurídica, económica, social dentro de una sociedad machista y no preeminencia sobre el hombre. Lo que persigue la revolución socialista es la igualdad social, tanto en lo económico, cultural, de género, político, etc.
            En diversos discursos políticos emitidos por personas identificadas con el proceso revolucionario se ha usado la palabra “progresismo” para referirse a aquellos gobiernos que  se caracterizan por tener una concepción y práctica social identificada con la inclusión, que pregonan un gobierno de el avance en materia de derechos humanos, de mejoras en las condiciones de vida de la población. Esto me parece bien, pero el caso es que dichos gobiernos no persiguen la transformación de la sociedad en su totalidad, en sus estructuras económicas, en sus relaciones de producción, en la concepción de la propiedad, sino que son sociedades que “morigeran” las relaciones capitalistas de producción, son modelos “reformistas”, socialdemócratas, que no persiguen un proceso “revolucionario” profundo sino modificaciones  en  la base jurídica-política para darle un matiz de justicia social.

            El capitalismo actual, en su fase “decadente” necesita mercados, mano de obra barata y consumidores, en consecuencia, una sociedad que  defienda a los obreros, que garantice los derechos laborales, al estudio, a la medicina, a la familia es una sociedad que conspira contra el concepto de riqueza capitalista, en consecuencia necesita hacerlos desaparecer de su campo de influencia, léase patio trasero, o de la competencia internacional, caso Irán, Siria, China, Rusia.

            Este modelo de sociedad, estos gobiernos “progresistas”, este “progresismo” han venido apareciendo en Latinoamérica  y en consecuencia, el imperio norteamericano necesita que desaparezcan de su área de influencia por lo cual han usados diversos mecanismos, desde la intervención militar solapada como ocurrió en Honduras hasta la conspiración política descarada como el caso de Paraguay, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador en los cuales intervinieron descaradamente, financiaron a la derecha para lograr triunfos electorales, compraron presidentes para que revirtieran los progresos sociales de sus países   (Caso Ecuador) o  lograron juicios políticos a los líderes de dichos movimientos para evitar victorias electorales.

            EL caso venezolano es inédito.  Con un proceso político y social  retrógrado en el cual se vienen deteriorando los logros sociales, políticos, económicos que estimuló e impulsó el Comandante Eterno. Con una guerra económica que socava la economía del país, del pueblo. Con un deterioro en la toma y manejo de las decisiones políticas que agrava  la posibilidad de radicalización del proceso social, con una administración gubernamental y del estado corrompida, inepta, con el bloqueo económico, con la despiadada campaña de la derecha internacional en contra el gobierno y el pueblo venezolano,  la posibilidad se produzcan cambios radicales en el modelo político, en el modelo social,  se hace cada día más remota

De ahí que sea necesario enfrentar, encarar las desviaciones pequeñas burguesas como lo es el pretendido “progresismo”, desenmascarar el carácter burgués de dichos gobiernos y optar por la única opción que garantiza una genuina transformación política, económica, social  y cultural como lo es  la revolución socialista, obrera y campesina, es decir, la revolución proletaria.

            Para eso se necesita renovar las estructuras de poder político, formar líderes verdaderamente revolucionarios con una cultura consustanciada con  los valores de la ética socialista, con una moral consustanciada con la honestidad, el respeto, la justicia social, igualdad, inclusión, acción comunitaria, con una práctica profunda en el trabajo comunitario, colectivo, desarticular los círculos viciosos del personalismo, individualismo, egoísmo.  Tomar el ideario de los revolucionarios como Marx, Mao, El Che, Fidel, Allende, Ho Chi Minh, Lenin y hacer extrapolaciones válidas para la construcción del nuevo modelo de socialismo nacional e internacional, de un socialismo que promueva la producción comunal, colectiva, participativa, estimule la producción intelectual, manual y tecnológico, diseñe proyectos para hacer productivo el sector agrícola y pecuario a fin de lograr la autosatisfacción de las necesidades y la seguridad agroalimentaria,  elaboración de proyectos de salud, medicina, equipos de alta tecnología para soltarnos de la dependencia tecnológica y científica, que organice al pueblo en torno a mejorar su hábitat, su entorno, que promueva y se organice en torno a la defensa del  gobierno, que  promueva la cultura, la educación, el arte  entre otras cosas.

            Y se necesita la construcción de un estado transitorio que de paso a la organización política del pueblo para la administración de los recursos económicos del país en proyectos que permitan el afianzamiento de la sociedad socialista y de la revolución a través de estructuras flexibles emanadas de la misma población, del pueblo organizado y disciplinado.

            Creo en estos momentos en el que el pueblo y gobierno venezolano acusan la feroz embestida del imperio, del capitalismo neoliberal, de la derecha internacional, regional y local, es necesario dejar la retórica reformista, hablar claro al pueblo, mostrar la realidad histórica actual y presentar y afirmar sin tapujos que la única y verdadera opción revolucionaria para concientizarnos, organizarnos y nos defendamos de las amenazas y acciones en retornar al capitalismo colonial, a la economía de los monopolios y los trust, como está ocurriendo lentamente sin que el pueblo se lo perciba es la revolución socialista, el gobierno del proletariado, del trabajador, del campesino. Lo demás son cuentos de camino.

Patria, socialismo o muerte. Venceremos

La lucha  sigue siendo larga, defendamos nuestros logros.

carrodcas@gmail.com

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