Rafael Rodríguez Olmos
Salvo que se suscitara un baño de
sangre, y que más de un dirigente de la oposición lo considera como un hecho
necesario, era previsible lo que ocurrió: el gobierno jugó de manera correcta
el ajedrez político y logró, sin mayores sacrificios, detener lo que
simbólicamente hubiera sido una victoria aplastante del imperio: hacer pasar
eso que ellos llaman “Ayuda humanitaria”, y que ya todo el mundo sabe que no lo
es. Es menester destacar que el gobierno se defendió, no atacó. De haberlo
hecho, todavía estuvieran contando los muertos.
Y fue tan obvio que la acción era
para las cámaras que hasta “Guaidó el brevísimo” se hizo una selfie manejando
uno de esos camiones, cuya imagen rápidamente corrió por las redes
antisociales, calificándolo como un triunfo, cuando en realidad el montaje se
hizo en Colombia y ningún camión logró pasar. Además, como es normal en estos
casos, contrataron jóvenes colombianos para desatar la violencia, quienes son
vistos quemar el camión, que al no recibir el pago en dólares que les habían
prometido, arremetieron contra sus contratantes. Fue igual que en las
guarimbas, todo lo hicieron mal. Solo que en las guarimbas, asesinaron a 47
personas inocentes, las bajas necesarias de las que hablan ahora, boca jarro,
sin prurito de ningún tipo.
Pero más allá de estos hechos
ocurridos el 23F y que sin duda seguirán ocurriendo, es necesario hacerse
algunas preguntas. Ya sabemos que el imperio quiere dirigentes cada vez más torpes,
menos racionales y menos evolucionados. Son más manejables, menos pensantes y
más predecibles. Y quizás esa sea la respuesta para entender porqué los buitres
(no halcones) del Pentágono, es decir, la plana mayor del gobierno, donde
ninguno es político sino espías, conspiradores o quinta columnas, terminaron
haciendo a un lado a la oposición pensante de Venezuela, a los formados, a los
políticos, a los partidos tradicionales, y terminaron controlando e impulsando
al más radical de todos los partidos, Primero Justicia, cachorros de la guerra,
fascistas de comportamiento y nazis de pensamiento, que, por ahora, se han
tropezado con un muro, representado en una fuerza política que resultó ser
mucho más consistente, organizada y comprometida, de lo que pensaron en El
Pentágono.
Es difícil entender cómo un
pueblo sometido a la más inclemente de las torturas: sin agua, sin luz, sin
gas, cocinando con leña, con una agresiva ofensiva de precios cada vez más
brutales, sin medicamentos, sin cauchos, baterías, ni aceites, no se haya
revelado contra el gobierno, a pesar del llamado por las redes antisociales. En
este caso hablamos de dos cosas diferentes: la oposición no es el pueblo, y
tampoco sabe qué es eso. Guaidó no se parece al pueblo, y eso, al parecer, el pueblo
lo ha entendido de una manera impresionante. Por eso, a pesar de su arrechera,
no se alza, porque sabe que sus necesidades no tienen eco en esa oposición.
Aquí debemos decir que la
tragedia de Venezuela tiene dos culpables. Uno, es esa brutal guerra económica,
que sí existe, que es un bloqueo asesino que impide la entrada de cualquier
cosa que huela a alimentos, medicamentos, enseres y muchos etcéteras. Y es
harto difícil enfrentarse a un bloqueo de ese calibre. Otro, es sin duda la
incompetencia del gobierno en materia económica, la ineficacia de un
funcionariado que juega a la destrucción en lugar de a la construcción; sumado
a una corrupción que ya se convirtió en una cultura. Nadie hace nada en ninguna
oficina pública del Estado, si no recibe un pago, Y EN DÓLARES. 170 dólares
cuestan una carta de antecedentes penales, 700 un pasaporte, y por ahí pa´llá
sin pararse.
De regreso al tema, ya sabemos
que Estados Unidos necesita dos cosas en este conflicto: recuperar su patio
trasero que es América Latina y Venezuela es un mal ejemplo, al efecto; y las
mayores reservas de petróleo del mundo. Ambas cosas se habían dicho muchas
veces, pero que ahora lo dicen los propios buitres de la Casa Blanca. Guaidó
pronto será desechado. Por cierto, quienes lo han visto, coincidirán conmigo en
que no tiene ningún discurso, dice frases cortas, lo que evidencia una falta
total, no de cultura porque obviamente no la tiene, sino de información. Es
decir, no lee ni siquiera las noticias.
Ahora bien, porqué toda la
oposición quedó no solo aislada, sino sometida a los designios de estas
emulaciones baratas de las Hitler-Jugend. Cómo explicar que dirigentes de la
talla de Ramón Guillermo Aveledo, Eduardo Fernández, Henry Ramos Allup, Claudio
Fermín, Blanca Rosa Mármol. Cecilia Sosa Gómez y muchos otros, descendieron
tanto, pero tanto, tanto, que un tipo como Juan Guaidó, pasó por encima de la
Carta Magna para autoproclamarse, y ellos no fueron capaces de decir
absolutamente nada. Algunos incluso lo avalaron. Cosas veredes diría el
Quijote.
Y, por otra parte, debemos tener
claro que Venezuela es un tema geopolítico y geoestratégico, tremendamente
complejo. Si cae en manos del Big Brother, se pierden las grandes inversiones
de Rusia y China, que están bien metidas en Venezuela. Pero, además, se pierde
quizás el eslabón más importante de este conflicto: el canal de Nicaragua, vía
clave en los planes de China y complemento en su ruta de la seda, y paso
determinante de naves de guerra rusas y chinas hacía el océano pacífico.
Vale decir, el conflicto es mucho
más profundo de lo que suponemos, o creen los desinformados de la oposición.
Hasta pudiéramos hablar de un escenario para una guerra a gran escala. Maduro
habló de un Vietnam. En mi opinión es mucho más complejo. Estados Unidos está desesperado,
empantanado entre Libia, Siria y Afganistán. No puede quitar un ojo de Irán,
pero necesita, como lo dijeron ellos mismos, recuperar su patio trasero. Si cae
Venezuela, van por Nicaragua y Cuba. No sé si están midiendo los costos, pero,
al fin y al cabo, ya dije que no son políticos, son genocidas dispuestos a
convertir al continente en una gigantesca mácula de sangre y dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario