MISION VERDAD
Este 19 de marzo, el dirigente de Voluntad Popular, Carlos Vecchio afirmó durante la toma forzada de una sede diplomática venezolana en Nueva York que una eventual detención de Juan Guaidó tendría "un impacto positivo" y "aceleraría" un cambio de gobierno en la República Bolivariana.
Las declaraciones destempladas de Vecchio coinciden además, con la profecía que lanzó este jueves 4 de marzo el senador Marco Rubio, en torno a la detención del jefe de despacho de Guaidó, el diputado Roberto Marrero, que podría significar el "comienzo de los esfuerzos del régimen" para detener al autoproclamado.
En otras ocasiones, como cuando Guaidó regresó a Venezuela, el secretario de Estado, Mike Pompeo y el director del Consejo de Seguridad, John Bolton, afirmaron que tendría importantes consecuencias una eventual detención del presidente de la Asamblea Nacional en desacato. Por lo que el solo coqueteo de Marco Rubio con esta posibilidad presagia lo interesante que se les hace la idea.
Así, unos tres días después de las declaraciones, diputados de la Asamblea Nacional como Sergio Vergara de Voluntad Popular señalaron que la detención de Marrero representa un "esfuerzo por amedrentar a Juan Guaidó". En un contexto de desaparición de la agenda internacional, este tipo de hechos buscan nuevamente reanimar la alicaída convocatoria de la oposición de cara al nuevo "Día D", renombrado como "Operación Libertad".
GUAIDÓ LES SIRVE MÁS PRESO QUE LIBRE
Este tipo de declaraciones muestran cómo a medida que crece la irrelevancia de Guaidó en la escena pública, escalan de forma contraria, las veladas peticiones de que el "régimen de Maduro" lo meta preso. En este falso debate público, por supuesto, no se toman en cuenta los deliberados delitos cometidos por Guaidó al desconocer el orden constitucional venezolano.
Falta ver que por mucho menos, en España hoy se realiza un juicio contra los miembros de la Generalitat de Cataluña, instancia de gobierno autonóma, tan solo por convocar un plebiscito sobre la independencia de esta región en España. Obviamente, desde el punto de vista occidental, lo que es válido en una nación europea no lo es en otra latinoamericana.
Sin embargo, el dato político subyacente de este velado llamado a vox populi a que Guaidó sea detenido muestra cómo, en el momento actual, todas las provocaciones del autoproclamado se dirigen a lograr ese objetivo. Después de todo, fue la propia Casa Blanca quien le pidió que regresara a Venezuela para no "perder el impulso" cuando pensaba continuar con su gira por Europa.
La Casa Blanca entiende, según se desprende de las declaraciones de sus personeros, que el plan transicional presentado por Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y Julio Borges, ya no permite que coincida la presión interna, en las calles, con el acelerado proceso de sanciones contra Venezuela. Una de las patas del plan externo contra el país se encuentra coja y difícil de enderezar.
El tema venezolano, así, se encuentra empantanado porque a nivel internacional no hay ninguna coalición con fuerza que le dé un paraguas a una salida negociada a ninguna de las partes. Por más que se envíe de gira a Fabiana Rosales, esposa de Guaidó, a decir en Chile que los chavistas "asesinan niños todos los días". Nadie en la región respalda una salida a la fuerza, y muy pocos una verdadera negociación en igualdad de condiciones entre las partes.
De esta forma, Estados Unidos sigue con un títere que llama a los militares a desertar y los abandona en Cúcuta; que dice que la "ayuda humanitaria" entra sí o sí y, luego de su fracaso, se va de gira; que coquetea como colegiala con una intervención militar, pero se sonroja si uno de los suyos es detenido. Un títere que sirve más preso que libre, y vaya a saber usted si, en una de esas, lamentablemente, más muerto que vivo. La CIA, está comprobado, conoce en demasía de esas operaciones.
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