Rafael Rodríguez Olmos
Por menos de lo que hicieron
Guaidó y su pandilla en Altamira, estuvieran a punto de ser condenados a muerte
en Estados Unidos. En esa nación, la traición a la patria es considerada un
delito de suma gravedad, y suele no perdonarse. Es la razón por la que Assange
no debe ser extraditado a Estados Unidos. Lo asesinarán sin duda.
Es una muy curiosa dictadura la
que vivimos en Venezuela. Un autoproclamado presidente, un escapado, o
“liberado” por policías delincuentes y un diputado, se alzan en la Plaza
Altamira, con armas largas incluyendo ametralladoras de alto calibre, bloquean
el tránsito, intentan tomar un aeropuerto (grave delito en EEUU) hieren de bala
a varios militares, y cinco días después están en la calle como si no hubiera
ocurrido nada. Si no fuera por la gravedad del caso, diría que todo esto lo
planeó el gobierno. En realidad, no conozco un hecho en el mundo tan
atípicamente estúpido como éste. Quién pagará los cinco muertos, pregunto yo,
ya que Guaidó y Zambrano, aparecieron en el hemiciclo como si no hubieran roto
un plato, como si nada hubiera ocurrido. Peor aún, insisten en que tumbarán al
gobierno y matarán a Maduro. Parece una novela garciamarquiana. Surrealismo
puro. Al menos ya Zambrano está preso.
Y nadie puede negar que pudo haber
un genocidio allí, porque están las fotos de fascistas asesinos ubicados en la
Plaza Altamira, no solo con armas largas, sino con ametralladoras y suficientes
balas como para matar a muchas personas, si se hubiera desencadenado un
desastre. Afortunadamente el gobierno lo manejó con mucha inteligencia.
Y nos seguimos sorprendiendo,
pues nos aseguran que había 350 millones de dólares, que se repartirían el jefe
de la contrainteligencia venezolana y nueve oficiales más que no aparecen, o se
echaron para atrás una vez que no recibieron sus 35 millones de verdes. Ahora
se sabe que el tipo se escapó con todos los reales. Vaya usted a saber que
clases de sabandijas son estos tipos que no se conformó con sus 35 millones de
verdes. Todo el mundo sabe que semejante cantidad de dinero, es suficiente para
vivir como un rey en cualquier parte del mundo.
Por otra parte, Patricia Poleo,
la “camarada” Patricia Poleo, desde Miami, en su programa de televisión muestra
un video de Guaidó en una sesión fotográfica cual modelo de publicidad, una
imitación palurda, diría yo, de las fotos que le hicieran a Obama, el asesino nobel
de la paz, lo que debió costar un montón de dinero. Pobre premio, el mismo que
le dieron al Gabo y a tantos genios de la literatura y la poesía. Por cierto,
que otra “inteligente” periodista de ese staff del odio y la maldad, Nitú Pérez
Ozuna, asegura que le da asco lo que han hecho Guaidó y su pandilla. No porque
intentaran de nuevo el golpe de Estado, sino por robarse descaradamente 100
millones de dólares.
Sin embargo, todos sabemos que
hay un problema mucho más complejo, como es el interés supremo de Estados
Unidos por el petróleo venezolano. Y es un interés que está llegando a su
clímax, debido a la compleja y álgida crisis en el Estrecho de Ormuz. Y es por
allí por donde debemos comenzar. Si algo llega a ocurrir en ese punto de la
geografía, es probable que el petróleo pase la barrera de los 500 dólares el
barril. Y si estallara un conflicto bélico allí, en donde se enfrentarán casi todos
los actores del trance mundial, es seguro que ese escenario, de proporciones
que nadie puede imaginar, se trasladará de inmediato a Venezuela. La simple
razón: dos y dos son cuatro. Hay que asegurar el petróleo donde lo haya y ese
lugar es Venezuela.
Habría que sumarle que Estados
Unidos reconoció que solo tiene el 1% de sus reservas, y que, además, esa
administración guerrerista está desesperada porque nada le ha salido bien, por
lo que necesita asestar un golpe con éxito, y nada apunta allí. Ahora no me
extrañaría que Trump le sirva más muerto que vivo a la burguesía yanqui. Y no
olvidemos que ese país tiene una cultura magnicida. Por lo que, han cometido
tantas estupideces juntas los zamuros del Pentágono, que no me extrañaría que Trump
fuera asesinado.
Y, por otra parte, puertas
adentro, Venezuela vive la crisis de un encierro económico mundial, que va
cercando cada vez más al pueblo venezolano, el que estoicamente ha resistido, aunque
no se sabe hasta cuándo. Con una inflación que algunos economistas estiman en
10.000.000%, una ausencia de políticas económicas y la incapacidad de importar
los más elementales enseres, todo apunta a que el desenlace está cerca.
En este momento hay más
interrogantes que respuestas. Cuando Pompeo dijo que Estados Unidos iba a
recuperar su patio trasero, hablaba de sacar a Rusia y China del continente
americano, lo que es materialmente imposible. Ahora Rusia tiene intereses
demasiado importantes como para abandonar por la buenas estas tierras; y China
mucho menos, pues además de que no tiene petróleo y hace pingües negocios con
Venezuela, en sus planes a largo plazo está la culminación del Canal de
Nicaragua, punto prominente de su importantísima Ruta de la Seda.
¿Será Venezuela uno de los
escenarios en un estallido de la Tercera Guerra Mundial? Está por verse, pero
todo apunta a que sí. Como diría mi santa madre: “Dios nos agarre confesados”.
Caminito de hormigas…
Si un kilo
de arroz cuesta 17.000 y un paquete de harina 11.900, significa que el salario
de 40.000, literalmente se fue a mierda, procazmente dicho. Súmele la
corrupción que es cada vez más bestial, ahora con la organización de bandas
dentro del gobierno.
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