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Mensajes emitidos en la red social Twitter y políticas adoptadas por el presidente brasileño relacionados con el carnaval, la flexibilización de las armas, la crisis ambiental y el irrespeto a los derechos humanos generan rechazo en la sociedad y avivan los debates sobre un posible impeachment.
Desde abril, fecha en la cual el presidente brasileño Jair Bolsonaro cumplió los primeros cien días de gobierno, su índice de aprobación ha experimentado un descenso.
Según la más reciente encuesta de la consultora Atlas Política, 36,2 por ciento de la población considera que la gestión del mandatario es mala o muy mala, frente a 28, 6 por ciento, que la cataloga de excelente o buena.
En entrevista exclusiva para Telesur, Jean Uema, Coordinador del área legislativa del Partido de los Trabajadores en el Senado Federal, alega que en los primeros meses de 2019, el ejecutivo actual confirmó las peores expectativas y las previsiones más tenebrosas.
“Sus acciones evidencian la violación de los preceptos constitucionales, la inmoralidad de medidas contra progresos conquistados socialmente y la incompetencia de un político que durante 28 años tuvo una actuación descalificada en la Cámara de Diputados”, recuerda.
Añade el académico brasileño que, durante esa época, Bolsonaro mostró inexperiencia administrativa, estuvo ausente de los principales debates e integró el denominado “bajo clero”, como se nombra a los diputados poco conocidos y cuyo desempeño pasa sin penas ni glorias.
Por consiguiente, cuestiones de gestión básica experimentan retrocesos en el Brasil de hoy. “Percibimos falta de medicamentos por compras que el Ministerio de Salud, aún no realiza; libros didácticos que la cartera de educación todavía no adquiere”, ejemplifica.
Un país ingobernable, según Bolsonaro
Bolsonaro se titula a sí mismo como un “gobernante antisistema”, lo cual implica que no respete al Parlamento por una cuestión ideológica y para agradar a su electorado, “tal pareciera que él continúa en campaña y eso dificulta su gestión. Sin dudas, es un gobierno en crisis permanente”, reconoce Uema.
También da continuidad y profundiza las reformas neoliberales de su antecesor Michel Temer. Existen medidas centrales en este sentido: la Reforma Jubilatoria, privatizaciones, desnacionalización de la economía y la inserción subordinada de Brasil al sistema internacional de las naciones.
“Lula y Dilma tuvieron una política externa activa, privilegiando las relaciones Sur- Sur. En contraste, Bolsonaro desmonta ese proceso y somete al país, cada vez más, al capitalismo e intereses estadounidenses, con enormes perjuicios”, reafirma Uema.
Por su parte, el profesor y periodista Helio Doyle asegura a Telesur que Bolsonaro sepultó la tradicional visión pragmática y de respeto, comprometida con la unidad latinoamericana, y que valoraba la autodeterminación de los pueblos y la coexistencia pacífica, adoptada por mandatarios anteriores.
En su lugar, conforma una nación sometida a los designios norteamericanos, con Israel como su aliado. “Su lema es Brasil encima de todo pero en la práctica es Estados Unidos encima de todo. Ningún Jefe de Estado serio quiere recibirlo. Es considerado un paria dentro de las relaciones internacionales”
Advierte, además, que el sistema político brasileño es defectuoso, con un Congreso dominado por el poder económico, los ruralistas y el agronegocio, cuyo modelo de elección es viciado y conservador.
“Formalmente es la representación del pueblo pero, en realidad, la mayoría de la sociedad no está representada. Defiende intereses del gran capital y los grandes empresarios. Si Fernando Haddad hubiera ganado las elecciones igual hubiera tenido que lidiar con ese Parlamento”, opina.
Para Doyle, Bolsonaro tiene una mentalidad autoritaria y quiere imponer por la fuerza. “Él y algunos de sus seguidores pensaron que, al ganar la presidencia de la República harían lo que quisiesen, y no es así porque existe el Congreso y el Supremo Tribunal Federal, que pueden derribar las medidas del gobierno”.
Agrega que tampoco tiene preparación para asumir correctamente el cargo que ocupa. “Es un militar frustrado que casi lo expulsan del ejército y un diputado mediocre. En la campaña electoral cuando le preguntaban sobre economía él decía que le preguntaran a Paulo Guedes. Evitó los debates porque no tenía un discurso inteligente, ni condiciones para enfrentar a Haddad”
Dimisión a largo plazo
Mensajes emitidos en la red social Twitter y políticas adoptadas por el presidente brasileño relacionados con el carnaval, la flexibilización de las armas, la crisis ambiental y el irrespeto a los derechos humanos generan rechazo en la sociedad y avivan los debates sobre un posible impeachment.
Para experimentar este proceso de destitución, informa el abogado y criminalista Patrick Mariano, consultado por Telesur, el mandatario debe incurrir en alguna de las 65 hipótesis de crimen de responsabilidad: irrespeto a la constitución, actos de deshonestidad, ataques a la ley de presupuesto, entre otras.
“Una vez cometidos esos actos cualquier persona o partido puede hacer el pedido de impeachment. Quien hace el juicio o evaluación de la pertinencia, fundamento y validez de esa solicitud, es el presidente de la Cámara de Diputados. Si es aceptado por él se somete a un rito de juzgamiento en las dos casas: Cámara y Senado”, argumenta.
El académico Helio Doyle afirma que la mayoría de los brasileños no concuerda con Bolsonaro y están cansados de él, porque el país está paralizado en términos económicos, sus políticas son malas, retrógradas y excesivamente conservadoras.
“El impeachment se convirtió en la salida brasileña para cuando a usted no la gusta el presidente. Ese proceso acaba siendo un golpe parlamentario y la manera que el Congreso tiene de derrocar a un mandatario en un régimen presidencialista”, asevera.
Sin embargo, Doyle indica que ahora el impeachment sería bastante traumático para la sociedad, desde el punto de vista político y económico. Cuando ocurrió el de la expresidenta Dilma Rousseff se paralizó el país y hubo un retroceso en el Producto Interno Bruto.
A su juicio, los empresarios, quienes realmente dictan, presionan y determinan las políticas, y el propio Congreso consideran que aún no existen las condiciones. Ellos esperan que Bolsonaro renuncie, pero eso tampoco ocurrirá a corto plazo.
Los analistas suponen que no conseguirá cumplir los 4 años de mandato. Incluso sus electores piensan que no resolverá los problemas del país. De concretarse alguno de los dos procesos asumiría el actual vicepresidente, Hamilton Mourão.
“El general Mourão inteligentemente ha dado declaraciones y mantiene una postura más abierta, moderada y democrática, con lo cual atrae la simpatía de algunos sectores. Tal vez, se está preparando y acomodando el terreno para asumir la presidencia de la República”, señala Doyle.
*Danay Galletti Hernández, corresponsal de teleSUR en Brasilia
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