Por Carlos M. Rodríguez C.
El
panorama político que nos presenta el gobierno nos muestra una verdadera crisis
de liderazgo. Recuerdo que hasta hace poco, el Comandante Chávez era el
conductor del país; tanto de los chavistas como de los escuálidos.
Su
olor a pueblo, su origen humilde, su intuición política, lo llevo a asumir,
casi desde el mismo momento que encabezó el movimiento y el golpe de estado, la
cabeza del escenario social del país. El pueblo vio en él la salida a la crisis
económica, social, cultural, moral en la que nos sumergieron los gobiernos de
la IV República, la democracia puntofijista.
La
discriminación, la exclusión, la pobreza crítica, las desigualdades, los
desequilibrios, la dependencia económica, la transculturación, el
analfabetismo, la desnutrición, la injusticia y todos los males derivados de
las políticas neoliberales que signaron a los gobiernos, incluyendo el del
Gral. Marcos Pérez Jiménez.
Durante
sus años como presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela la agenda
política la dirigía él, él ordenaba lo que tenía que hacerse, las decisiones
que debían tomarse. Los chavistas, el pueblo, a cumplir la orden. Los
escuálidos, en su afán de enfrentarse a Chávez, iniciaban entonces, acciones
destinadas a enfrentarse al mandato; ponía la música y el ritmo. Era el manager, dueño de la pelota, los guantes, los
bates y novio de la madrina. Había que constituir consejos comunales, se
constituían consejos comunales, había que marchar, se marchaba, había que solicitar
el revocatorio, se pedía el revocatorio, había que tomar a RCTV se tomaba RCTV,
había que tomar el CSE, se tomaba el CSE, había que votar por el NO, se votaba
por el NO; y los escuálidos a enfrentarse,
a pedir SOS Venezuela. Tiraba un trapito para un lado, y los escuálidos a
quitarle el trapito a los chavistas. Mientras tanto trabajaba, gobernaba,
tomaba decisiones. Todas las órdenes, todos los actos eran minuciosamente
preparados, conscientemente elaborados. Nada era improvisado.
Fue
un presidente, un comandante, un gigante, un líder internacional, un hito en la
historia contemporánea. Hasta el imperio recibía sus órdenes. Chávez decidió
crear UNASUR, el imperio a impedirlo, creó TELESUR, el impero a impedirlo.
Hasta Obama obedecía sin darse cuenta. Eran otros tiempos.
Hoy la tortilla se ha vuelto. Tristemente observamos como la agenda
política del país la lleva el imperio, la conduce la derecha en manos de su operador
Henry Ramos Gallup.
No
se acata el dictamen del TSJ. ¿Y qué?, Sacamos las fotos y cuadros de Chávez ¿Y
qué? ¿Llego a la A.N. en un carro de la
embajada norteamericana ¿Y qué? Ofendemos
al pueblo. ¿Y qué?
Y
ante la falta de líneas claras, de dirección política el pueblo, de liderazgo
sólido la masa chavista, los trabajadores, los empleados del gobierno salen a
protestar, a quejarse, a gritar. Pero ahí se quedan. No hay más accionar.
Ante
esto, ante esta debilidad del chavismo, pareciera que Ramos Allup está muy
seguro que los días de Maduro en la silla presidencial, y con ellos de la
revolución, están contados. Y.
tristemente, pareciera que Maduro está conteste con eso.
Y
mientras Ramos Gallup pone el ritmo, pone la música, los días pasan, y las
acciones que deben tomarse por parte del gobierno (y la primera de ella es
agarrar la batuta), vienen a paso de tortuga.
Lo
que parece claro es que la derecha endógena, los IESA boys del chavismo, ya han
preparado una agenda económica que va a ser negociada con FEDECAMARAS, VENACHAM, el GRUPO POLAR, CONSOCOMERCiO y sus
socios, para ver si el Gobierno sobrevive los 6 meses que le da de vida el
Imperio y la derecha.
Por
ahora seguimos poniéndonos firmes a las órdenes de Mr. Ramos A.
En
tanto se busca el color rojo cardenalicio para cambiar el rojo revolucionario
de las instituciones del estado.
Ojalá y me equivoque.
Patria, socialismo o muerte.
Venceremos
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