De
todas las simplificaciones ideológicas que brotan del sentido común,
presentadas como análisis, hay dos que me parecen muy dañinas, sobre todo
porque parecen advertencias serias, y no son más que gritos desesperados para
“saltar por la borda”. Fueron estos analistas, eso sí, productos referenciales
ideológicos construidos por el mismo chavismo, ganaron admiración por la
regularidad de sus escritos, por las palabras del mismo Chávez, acreedores de
premios, y en el caso de Víctor Álvarez, hasta cargos en carteras importantes
del gobierno.
Hoy
forman parte de la lectura cerrada de la actualidad económica y política, y lo
peor, los suyos no son sólo alaridos histéricos, lo peor es la tácita “compra
del futuro”, su acomodo y balurdo oportunismo, ante la imposibilidad de
entender el desenlace de un período grave y fuerte que afecta a la región y al
mundo, por lo que sus explicaciones de corto alcance, la visión de “problema en
la granja” que manejan, se muestran auto-contenidas, dobladas hacia adentro,
pregonadas en palabras de cartón viejo, igual que aquellos viejitos barbudos y
sucios, portadores cada año, de la catástrofe del año final.
La
incapacidad de entender la dialéctica histórica, por ejemplo, ponen a
Valderrama y Aponte a refugiarse en lo ideal, en lo espiritual, lo moral y
ético, como respuesta a realidades que afectan al mundo y cuya génesis escapan
de la limitada acción de Maduro; parafraseando a un profesor brasilero, Mauro
Luis Iasi, si Maduro es el causante de la actual crisis ‒afectando a todas las
economías del mundo‒, entonces nos equivocamos desde siempre, y es posible
cambiar el mundo con la acción de… ¡un solo hombre! ¡Un solo hombre puso al
sistema capitalista en peligro!
Aponte
y Valderrama son cabezas parlantes invertidas que son incapaces de entender que
la crisis es, justamente, la prueba de la imposibilidad de este sistema y las
variantes reformistas que pregonan hoy. La grave comprensión de estos dos
opinadores, que llenaron las cabezas de gran cantidad de camaradas en Consejos
Comunales, Fábricas, y otros espacios, se hace mucho más dañina en la dirección
de su confusión; como cobardes, pretenden enfrentar el desarrollo de condiciones
históricas otorgándoles origen político, incapaces de entender y formar a
quienes les leen, dibujan el desastre y luego, como los mejores impostores de
esas “iglesias universales” llaman a caer de rodillas y pedir, por la ética,
por la moral, por el espíritu… vaya, ¡qué triste show!
Álvarez,
mediante su tribuna de Twitter, llama hoy a ¡refundar la república sobre las
condiciones que justamente, en su eliminación, se basó la refundación de la
actual! ¿Eliminar la reelección indefinida? ¿Acortar el mandato? Este pseudo
regulacionista, vestido de lenguaje marxista, todo armado para confundir, no
sale de su terror, paralizado ante el colapso de su teoría, comprendiéndola
como si fuese el colapso de la granja; es el pavo gritando fin de mundo en navidad.
Las teorías neo keynesianas, así como las reminiscencias neo clásicas se
encuentran justo en la incapacidad de explicar el momento actual; cada quien
grita su solución ¡producción! ¡dolarización! ¡menos Estado! ¡más Estado! Son
Álvarez, Valderrama y Aponte, una muestra más de lo que creció confundido junto
a los verdaderos planteamientos revolucionarios y hoy no aguantan el paso
necesario hacia su consolidación; la cual, queridos amigos invisibles, es
necesariamente violenta.
El
proceso que se nos viene encima pondrá a prueba, no al chavismo como fuerza
electoral, cosa además ya probada por la historia ‒donde hasta la
alternabilidad, que pone Álvarez como clave, surge justo en 1830 con la
Constitución Conservadora de Páez y no como medio de gobernabilidad, como el
mediocre cree, sino como mecanismo de control‒, si no a las organizaciones
sociales que sean encabezadas por todas las fuerzas productivas dispuestas a
resistir un escenario de confrontación abierto de clases, donde se deben
evaluar los peores escenarios de poder, ya sea mundiales, regionales y locales,
para mover las piezas en función de ellos; dicha situación no debe entenderse
desde la balurda perspectiva del “gobierno de todos” que proponen el grupito a
quien le dedico este escrito, sino desde la alianza de clases trabajadoras y
movimientos sociales, imponiendo, con la fuerza de fuego que tengamos, una
realineación de la distribución de bienes básicos, de la riqueza producida, y
de nuestras relaciones internacionales; en pocas palabras, los revolucionarios
debemos prepararnos para eso ¡hacer revolución!
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