Por Carlos M. Rodríguez C.
No
hay nada más que preguntar. Todo está dicho y todo está consumado. Al fin y al cabo es el imperio y sus
secuaces, es el poder omnipotente, absoluto, infalible, invencible que el yanqui y lacayos imponen.
Ya
le dio la mano a Raúl, aconsejó, ordenó, orinó el patio, demarcó su territorio.
Recuperó el pedazo de patio trasero que perdió durante 50 años a manos de la
revolución cubana.
Ahora
a proseguir con el plan, a seguir transitando la senda de la dominación y la neo
colonización, la vuelta a la rutina, a la agenda a la que el “macaco” atrevido
de Venezuela había osado atravesarse.
Eliminado
el perro mayor, ahora hace falta eliminar los cachorritos. Pero tiene sus
esbirros. La información está revisada y la orden está refrendada. Desde Tijuana, Baja California hasta Cabo de
Hornos, desde el Golfo de California, la Península del Yucatán, desde Talara en Perú hasta Recife en Brasil, de norte a sur, de este a oeste se
despliega la ruta del asesino. El
camino será tapizado con los cadáveres
de los dirigentes de izquierda, líderes campesinos, luchadores populares,
comuneros, aborígenes, estudiantes, periodistas, obreros.
Ya
nadie impedirá su marcha sangrienta para adueñarse de las reservas de agua de
América del Sur ubicadas en la Amazonia, de las reservas más grandes de gas y
petróleo que tiene Venezuela, de la coca de Bolivia, de la droga producida en
Colombia.
En
realidad no les fue fácil. Invadir sin disparar ni siquiera una bala, sin ni
siquiera mover un tanque de guerra no es fácil. 18 años de inversión económica,
de preparación de una guerra desigual para minar las estructuras recientes del
proceso revolucionario que se inició en Venezuela y rápidamente se extendió por Sur América, Centro América y
el Caribe, que trascendió hasta el Continente Africano y Asiático, penetrando
incluso el espacio físico del territorio imperial. Una costosísima guerra de contra
información, de desinformación, de sabotaje, de destrucción del aparato
económico. Un golpe de estado en Venezuela, dos golpes blandos, uno en Honduras
y otro en Paraguay. Una despiadada guerra informática y tecnológica. Pero el más
brutal, el ataque a la conciencia, a las ideas revolucionarias, a los valores
de soberanía, de dignidad, de nación, de patria. La lucha desigual entre el valor del capital
y los valores humanísticos, de la riqueza económica contra la riqueza
espiritual. Entre el consumismo y la sencillez en el tener. Entre el tener y el
ser.
Ahora
se reinicia el tour del buitre depredador. El golpe contra Zelaya estuvo
acompañado por el asesinato de cientos de campesinos, de luchadores populares,
estudiantes, aborígenes, dirigentes de izquierdas, periodistas. México es el paraíso de los asesinatos
masivos de los dirigentes populares, estudiantes, periodistas, movimientos
religiosos de base. En Colombia el
ejército y los paracos han causados verdaderos
desplazamientos genocidios de campesinos, indígenas, desplazamiento de
humildes pobladores, etnias. En Chile
los gobiernos de derecha han exterminados las comunidades aborígenes, igual en
Argentina, Uruguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil. Igualmente la desaparición
y muerte de miles de dirigentes de izquierda, estudiantes, obreros. Recordemos
las célebres tiranías de Stronner, Pinochet, Videla. En la década de los años
setenta y ochenta, los oscuros planes para la eliminación de dirigentes de
izquierda conocidos como el Plan Cóndor, en el cual los Estados Unidos hizo más que organizar los
encuentros. La división de servicios técnicos de la CIA suministró equipos de
tortura a brasileños y argentinos (entre otros) y ofreció asesoramiento sobre
el grado de shock que el cuerpo humano puede resistir, señala también el mismo
autor. Esta operación dejó un saldo de más de 400.000 muertos o
“desaparecidos”.
Para
el imperio el efecto Macri impone la necesidad de establecer el modelo como
referente, pero le hace necesario prevenir las protestas, por lo cual debe imponer
un sistema represivo, que impida la formación de movimientos sociales. Entonces
es fundamental la eliminación sistemática de los movimientos, cuadros,
dirigentes, cultores populares y todo aquello que estorbe el desarrollo del
proyecto neoliberal en curso. De ahí las medidas represivas, encarcelamientos,
juicios ilegales contra periodistas, sindicalistas, dirigentes sociales en
Argentina. Ya dio el primer paso y este
será el camino a seguir. El terror es la estrategia.
Desde
hace aproximadamente dos años los asesinatos selectivos, sicariato,
encarcelamiento por los cuerpos policiales y desaparición de dirigentes
comunales, dirigentes de izquierda, líderes campesinos, indígenas se han
incrementado a niveles alarmantes. El asesinato a escoltas, PNBs, GNB,
efectivos del FANB, oficiales retirados en funciones de gobierno. El
allanamiento a comunidades campesinas, el amedrentamiento a campesinos a los
que se les ha otorgado el título de usuario por parte del estado por parte de
la GNB, la devolución a antiguos propietarios de tierras ociosas y empresas
improductivas por parte de tribunales nos indica que el camino de retro está,
oficialmente, en curso.
Desde
la semana pasada han sido asesinados 11 luchadores sociales. La política del
terror ha cobrado vidas de revolucionarios. Y todo esto a pocos días después de
la aprobación por parte de la A.N. de la Ley de Amnistía. Pareciera una
casualidad, pero para el imperio, para la derecha, nada es casual.
Mientras
tanto, los versados dirigentes y leguleyos dirigentes de izquierda, desde el
PSUV, el GPP, hasta los autollamados “la otra opción revolucionaria”, pasando
por los apostatas, traidores, ególatras, sabihondos, exquisitos, iluminados,
catedráticos, elegidos, profetas, mesías, gurúes, se dedican sólo a discutir si
Maduro es simpático o antipático, hacer propuestas pragmáticas para ver como se
eleva la eficiencia del gobierno, o como “hacer para salir de Nicolás”, o a
reuniones interminables para ver como se corrige lo que no pudo corregirse. O
como “ponerse donde hay” al menos por unos meses.
Parece
que su inconsciencia revolucionaria, su disociación psicótica, les produce
amnesia, ceguera o parálisis mental, olvidando que tienen pasaje seguros en ese
“tour”, pero no como pasajeros precisamente, sino como los que van a tapizar, con
sus restos, con sus despojos, el camino, la ruta, la senda sangrienta del
buitre depredador.
Revolucionarios
de pié a vencer. Aquí no se rinde nadie.
Patria,
socialismo o muerte. Venceremos.
carrodcas@gmail.com
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