domingo, 19 de junio de 2016

REFLEXIONES INGENUAS: “MIGAJONES”



Por Carlos M. Rodríguez C

                  
Una de la característica más común de los que abandonan una  causa, un proyecto, una propuesta lo constituye la alevosía, la traición.
No digo que cualquiera pudiera sentirse descontento, decepcionado y en consecuencia cambiar su militancia, su concepto de la vida y sociedad, y hasta de tolda política, pero abandonar las ideas revolucionarias es otra cosa.  Y más aún si abjuran y conjuran contra sus ideales y posiciones iniciales.
Para un ejemplo, apenas se crea la CIA en 1947, se instala una oficina en Santiago, pues en el contexto de la Guerra Fría que estaba comenzando a estallar, Chile ya estaba en el radar de EEUU como un lugar interesante para los rusos... Adicionalmente, había un tema económico: las tres mayores compañías que había en Chile en aquellos años eran de capitales norteamericanos.
La oficina estaba ubicada en el mismo edificio que la embajada estadounidense, justo al frente del palacio de La Moneda, sede del gobierno y en donde también operaba la misión militar norteamericana que incluía a varios oficiales de la Agencia de Inteligencia del Pentágono (DIA).
Más tarde, en 1970, mientras se planificaba un golpe de Estado para evitar que Allende asumiera la presidencia, se enviaron a cuatro oficiales del tipo false flag (es decir, con identidades falsas) a operar en conjunto con los grupos de ultraderecha, los que terminaron asesinando al general René Schneider, quien era el Comandante en Jefe del Ejército chileno en esa fecha. Los cuatro oficiales fueron removidos de Chile apenas producido el atentado.
Durante el Gobierno del Presidente Allende, se planificaron  y activaron, por parte de los E.U. un conjunto de estrategias y acciones destinadas a derrocar el gobierno popular y democráticamente electo.
Entre las estrategias de los E.U. para derrocar al Presidente Allende, estaba la infiltración de los partidarios y empleados del gobierno de la U.P. Al parecer, los planes de contingencia del gobierno, fueron adquiridos por la CIA a través de agentes infiltrados en los varios partidos que constituían la coalición de la Unidad Popular. A los agentes de la CIA instalados en la jefatura del Partido Socialista - el partido de Allende - se les pagaba para "cometer errores en sus puestos de trabajo". En Washington, el robo era la táctica utilizada por la CIA para obtener documentos, los que fueron sacados de los hogares de varios funcionarios de la Embajada chilena. De hecho, la misma embajada, que había sido intervenido desde hace un tiempo, fue objeto de un robo en mayo de 1972 por parte de algunos de los mismos hombres que en abril de 1972 participaron en el robo de Watergate.
Ese mismo año, la CIA comienza a infiltrarse en los grupos de ultraizquierda, actividad que llega a su punto máximo en la época de Pinochet cuando se introducen por completo en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Ello, con miras a la propia inteligencia y no para compartirla con el gobierno de Pinochet, lo que no deja de resultar curioso.
Igual ocurrió en Cuba, cuando la Revolución Cubana fue traicionada por militantes infiltrados por la CIA. Tal es el caso de Huber Matos. Percy Alvarado nos relata: “ Mi contacto con Huber Matos se produjo a partir de mi tarea de infiltrar la actividad terrorista de la organización Cuba Independiente y Democrática (CID). Recuerdo que Huber Matos sintetizó las líneas de lo que debía ser mi trabajo conspirativo en Cuba con una sola frase: “No importa matar, incendiar, robar o hacer cualquier cosa. Lo importante es acabar con el tirano”. Me lo dijo, es cierto, con una mueca de odio en su rostro, sin mostrar apenas una pequeña señal de remordimiento”.
La Revolución Mexicana también tuvo sus traidores, devenidos de las mismas filas de los revolucionarios. En 1919 se llevó a cabo el asesinato a traición de Zapata, bajo la venia de Carranza. En 1923 Pancho Villa tuvo el mismo destino, asesinado a la entrada de Parral por Jesús Salas Barraza y Miguel Trujillo.
En República Dominicana, en los años 65 también ocurrió la traición por parte de los miembros del proceso revolucionario El ex guerrillero Claudio Caamaño consideró "traidores y delatores" del Movimiento Constitucionalista del 1965 al vicealmirante Manuel Ramón Montes Arache y al general retirado Héctor Lachapelle Díaz por el crimen de hurto y delato de la operación Caracoles en la que perdió la vida el coronel Francisco Alberto Caamaño.

Caamaño expresó también que ambos contaron todo lo que sabían de los planes del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, a los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y que hasta sustrajeron unos recursos que les fueron entregados para movilizar combatientes hacia Cuba, con los cuales el coronel Francisco Caamaño vendrían luego de su entrenamiento militar.
Dijo que Montes Arache era íntimo amigo y subalterno de Caamaño Deñó durante su vida militar y que luego de la Revolución de Abril, el líder de la revuelta lo ingresó.

Agregó que luego, Caamaño Deñó preparó con el extinto presidente Juan Bosch, una organización en la que el profesor estaba como jefe político y Caamaño como jefe militar.

Al participar en el programa “Los Sabios en la Z”, Claudio Caamaño indicó que luego Bosch puso a Caamaño Deñó en contacto con los cubanos y que posteriormente viajó Cuba para hacer los preparativos.
“Caamaño dejó a Montes Arache y a Lachapelle Díaz, encargados de todo lo relativo a la movilización de un número de poco más de 300 hombres para llevarlos a Cuba.

Pero estos hombres, (Montes Arache y Lachapelle Díaz) cuando Caamaño desaparece cargan con una suma exacta de RD$300,000, una y RD$200,000, otra, para ayuda a familiares, lo que hacen ellos es que ese dinero lo utilizan y se aparecen en Santo Domingo los dos, primero Lachapelle Díaz y una semana después de la desaparición de Caamaño es recibido por la oficialidad de las Fuerzas Armadas en el aeropuerto y contaron todo lo que sabían a los Jefes de las Fuerzas Armadas y a los militares de Estados Unidos de los planes de Caamaño, durante seis días.
Muchos son los casos de delaciones, traiciones, asesinatos que han ocurrido en los diversos movimientos revolucionarios en el mundo.
En el caso de la Revolución Bolivariana estamos viviendo un proceso de eclosión de traidores que surgen apostando a la derrota de la misma, ha recibido los embates de muchos aleves desde el comienzo  y ahora se acentúan los ataques aludiendo  a la falta de compromiso a la ineficiencia (y en parte tienen razón) por parte del  Presidente Nicolás Maduro.
Así como el Cte. Eterno sufrió las traiciones de los  compañeros del proyecto cívico-militar (como Arias, Urdaneta, Acosta  Chirinos), pasando por Miquelena, Alvarenga y Cia., sus hermanos de armas como Rosendo, González González y otros tristemente recordados,  ahora los nuevos apostatas surgen como los  “elegidos” de la revolución, los “iluminados”, los “esclarecidos”, presentándose como la encarnación de Lenin, Mao, victimizándose  intentando deslastrarse  de su pasado “chavista”, haciendo “mutis” de su corresponsabilidad con los errores y desafueros de los gobiernos de la V república (de los cuales algunos fueron autores demostrados) apoyando a los bachaqueros, propiciando el “revocatorio, instigando los saqueos, a la violencia, a la derrota de la revolución.
Estos “migajones” de la revolución bolivariana, al igual a todos aquellos que han participaron en los procesos revolucionarios de América y el mundo, serán execrados de la historia y se inscribirán sus nombres en la lista de los perjuros  que con sus actos afectan los procesos de liberación de los pueblos, de igualdad, justicia social.
Hasta la victoria siempre. Venceremos.
carrodcas@gmail.com




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