Por Carlos M. Rodríguez C
Una de la característica más común de
los que abandonan una causa, un
proyecto, una propuesta lo constituye la alevosía, la traición.
No digo que cualquiera pudiera
sentirse descontento, decepcionado y en consecuencia cambiar su militancia, su
concepto de la vida y sociedad, y hasta de tolda política, pero abandonar las
ideas revolucionarias es otra cosa. Y
más aún si abjuran y conjuran contra sus ideales y posiciones iniciales.
Para un ejemplo, apenas se crea la CIA
en 1947, se instala una oficina en Santiago, pues en el contexto de la Guerra
Fría que estaba comenzando a estallar, Chile ya estaba en el radar de EEUU como
un lugar interesante para los rusos... Adicionalmente, había un tema económico:
las tres mayores compañías que había en Chile en aquellos años eran de
capitales norteamericanos.
La oficina estaba ubicada en el mismo
edificio que la embajada estadounidense, justo al frente del palacio de La
Moneda, sede del gobierno y en donde también operaba la misión militar
norteamericana que incluía a varios oficiales de la Agencia de Inteligencia del
Pentágono (DIA).
Más tarde, en 1970, mientras se
planificaba un golpe de Estado para evitar que Allende asumiera la presidencia,
se enviaron a cuatro oficiales del tipo false flag (es decir, con identidades falsas) a
operar en conjunto con los grupos de ultraderecha, los que terminaron
asesinando al general René Schneider, quien era el Comandante en Jefe del
Ejército chileno en esa fecha. Los cuatro oficiales fueron removidos de Chile
apenas producido el atentado.
Durante el Gobierno del Presidente
Allende, se planificaron y activaron,
por parte de los E.U. un conjunto de estrategias y acciones destinadas a
derrocar el gobierno popular y democráticamente electo.
Entre las estrategias de los E.U. para
derrocar al Presidente Allende, estaba la infiltración de los partidarios y
empleados del gobierno de la U.P. Al parecer, los planes de contingencia del
gobierno, fueron adquiridos por la CIA a través de agentes infiltrados en los
varios partidos que constituían la coalición de la Unidad Popular. A los
agentes de la CIA instalados en la jefatura del Partido Socialista - el partido
de Allende - se les pagaba para "cometer errores en sus puestos de
trabajo". En Washington, el robo era la táctica utilizada por la CIA para
obtener documentos, los que fueron sacados de los hogares de varios
funcionarios de la Embajada chilena. De hecho, la misma embajada, que había
sido intervenido desde hace un tiempo, fue objeto de un robo en mayo de 1972
por parte de algunos de los mismos hombres que en abril de 1972 participaron en
el robo de Watergate.
Ese mismo año, la CIA comienza a
infiltrarse en los grupos de ultraizquierda, actividad que llega a su punto
máximo en la época de Pinochet cuando se introducen por completo en el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel
Rodríguez (FPMR). Ello, con miras a la propia inteligencia y no para
compartirla con el gobierno de Pinochet, lo que no deja de resultar curioso.
Igual ocurrió en Cuba, cuando la
Revolución Cubana fue traicionada por militantes infiltrados por la CIA. Tal es
el caso de Huber Matos. Percy Alvarado nos relata: “ Mi contacto con Huber
Matos se produjo a partir de mi tarea de infiltrar la actividad terrorista de
la organización Cuba Independiente y Democrática (CID). Recuerdo que Huber
Matos sintetizó las líneas de lo que debía ser mi trabajo conspirativo en Cuba
con una sola frase: “No importa matar, incendiar, robar o hacer cualquier cosa.
Lo importante es acabar con el tirano”. Me lo dijo, es cierto, con una mueca de
odio en su rostro, sin mostrar apenas una pequeña señal de remordimiento”.
La Revolución Mexicana también tuvo
sus traidores, devenidos de las mismas filas de los revolucionarios. En 1919 se
llevó a cabo el asesinato a traición de Zapata, bajo la venia de Carranza. En
1923 Pancho Villa tuvo el mismo destino, asesinado a la entrada de Parral por
Jesús Salas Barraza y Miguel Trujillo.
En República Dominicana, en los años
65 también ocurrió la traición por parte de los miembros del proceso
revolucionario El ex guerrillero Claudio Caamaño consideró "traidores y
delatores" del Movimiento Constitucionalista del 1965 al vicealmirante
Manuel Ramón Montes Arache y al general retirado Héctor Lachapelle Díaz por el
crimen de hurto y delato de la operación Caracoles en la que perdió la vida el
coronel Francisco Alberto Caamaño.
Caamaño expresó también que ambos contaron todo lo que sabían de los planes del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, a los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y que hasta sustrajeron unos recursos que les fueron entregados para movilizar combatientes hacia Cuba, con los cuales el coronel Francisco Caamaño vendrían luego de su entrenamiento militar.
Caamaño expresó también que ambos contaron todo lo que sabían de los planes del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, a los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y que hasta sustrajeron unos recursos que les fueron entregados para movilizar combatientes hacia Cuba, con los cuales el coronel Francisco Caamaño vendrían luego de su entrenamiento militar.
Dijo que Montes Arache era íntimo
amigo y subalterno de Caamaño Deñó durante su vida militar y que luego de la
Revolución de Abril, el líder de la revuelta lo ingresó.
Agregó que luego, Caamaño Deñó preparó con el extinto presidente Juan Bosch, una organización en la que el profesor estaba como jefe político y Caamaño como jefe militar.
Al participar en el programa “Los Sabios en la Z”, Claudio Caamaño indicó que luego Bosch puso a Caamaño Deñó en contacto con los cubanos y que posteriormente viajó Cuba para hacer los preparativos.
Agregó que luego, Caamaño Deñó preparó con el extinto presidente Juan Bosch, una organización en la que el profesor estaba como jefe político y Caamaño como jefe militar.
Al participar en el programa “Los Sabios en la Z”, Claudio Caamaño indicó que luego Bosch puso a Caamaño Deñó en contacto con los cubanos y que posteriormente viajó Cuba para hacer los preparativos.
“Caamaño dejó a Montes Arache y a
Lachapelle Díaz, encargados de todo lo relativo a la movilización de un número
de poco más de 300 hombres para llevarlos a Cuba.
Pero estos hombres, (Montes Arache y Lachapelle Díaz) cuando Caamaño desaparece cargan con una suma exacta de RD$300,000, una y RD$200,000, otra, para ayuda a familiares, lo que hacen ellos es que ese dinero lo utilizan y se aparecen en Santo Domingo los dos, primero Lachapelle Díaz y una semana después de la desaparición de Caamaño es recibido por la oficialidad de las Fuerzas Armadas en el aeropuerto y contaron todo lo que sabían a los Jefes de las Fuerzas Armadas y a los militares de Estados Unidos de los planes de Caamaño, durante seis días.
Pero estos hombres, (Montes Arache y Lachapelle Díaz) cuando Caamaño desaparece cargan con una suma exacta de RD$300,000, una y RD$200,000, otra, para ayuda a familiares, lo que hacen ellos es que ese dinero lo utilizan y se aparecen en Santo Domingo los dos, primero Lachapelle Díaz y una semana después de la desaparición de Caamaño es recibido por la oficialidad de las Fuerzas Armadas en el aeropuerto y contaron todo lo que sabían a los Jefes de las Fuerzas Armadas y a los militares de Estados Unidos de los planes de Caamaño, durante seis días.
Muchos son los casos de delaciones,
traiciones, asesinatos que han ocurrido en los diversos movimientos revolucionarios
en el mundo.
En el caso de la Revolución
Bolivariana estamos viviendo un proceso de eclosión de traidores que surgen
apostando a la derrota de la misma, ha recibido los embates de muchos aleves
desde el comienzo y ahora se acentúan
los ataques aludiendo a la falta de
compromiso a la ineficiencia (y en parte tienen razón) por parte del Presidente Nicolás Maduro.
Así como el Cte. Eterno sufrió las
traiciones de los compañeros del
proyecto cívico-militar (como Arias, Urdaneta, Acosta Chirinos), pasando por Miquelena, Alvarenga y
Cia., sus hermanos de armas como Rosendo, González González y otros tristemente
recordados, ahora los nuevos apostatas
surgen como los “elegidos” de la revolución,
los “iluminados”, los “esclarecidos”, presentándose como la encarnación de
Lenin, Mao, victimizándose intentando deslastrarse
de su pasado “chavista”, haciendo
“mutis” de su corresponsabilidad con los errores y desafueros de los gobiernos
de la V república (de los cuales algunos fueron autores demostrados) apoyando a
los bachaqueros, propiciando el “revocatorio, instigando los saqueos, a la
violencia, a la derrota de la revolución.
Estos “migajones” de la revolución
bolivariana, al igual a todos aquellos que han participaron en los procesos
revolucionarios de América y el mundo, serán execrados de la historia y se
inscribirán sus nombres en la lista de los perjuros que con sus actos afectan los procesos de
liberación de los pueblos, de igualdad, justicia social.
Hasta la victoria siempre. Venceremos.
carrodcas@gmail.com
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