Por: Jesús Silva R
Léase bien, las caminatas de Maduro deben estar acompañadas por las
multitudes chavistas (que si las hay por millones), se debe garantizar
que gente del bando contrario NO invada o haga sabotaje contra estos
eventos que son televisados en cadena nacional (y en cualquier otro
evento). Para lograr eventos de propaganda que sean exitosos a favor
de Maduro, es vital planificar, organizar y coordinar con el pueblo
estos actos. Hay que gerenciar con humildad.
Desde el punto de vista comunicacional el caso Villa Rosa puede ser calificado como un "error inexcusable" del MINCI y VTV
porque la guerra mediática se gana posicionando positivamente el perfil
de nuestro Presidente en los en la población y evitando que ocurra lo
contrario.
Por el contrario improvisar y ser flojos o mediocres sin libreto ni
planificación, esperando que la suerte nos sonría o rezando para que
nada malo pueda pasar es imperdonable entre revolucionarios. Hoy fue una multitud rabiosa empuñando cacerolas, mañana puede ser un fascista radical apuntando una pistola.
Quien no sepa manejar asuntos de comunicación y propaganda, pone en peligro la revolución y debe renunciar. El caso Villa Rosa es un desorden televisado inaceptable permitido por funcionarios negligentes.
Es un error comunicacional no activar todas las medidas necesarias
para que los eventos con el Presidente se desarrollen ordenadamente, con seguridad y logro contundente de los objetivos políticos planteados (visibilizar al pueblo que todavía ama a Maduro) en condiciones satisfactorias.
Ya basta de permitirle a cada rato al adversario mediático que malponga a
Maduro en infinidad de situaciones falsas o modificadas. Tenemos
canales de televisión chavistas que se dejan roncar en la cueva por
cuentas twitter y páginas web; o sea, teniendo el MINCI hoy los
recursos más poderosos de la comunicación, se deja ganar en matrices de
opinión por los tanques pensantes (think tanks) de la oposición. Esto no
es por falta de real sino de neuronas.
Los números hablan, publíquense las estadísticas de matrices de
opinión posicionadas en la población venezolana desde que la derecha
ganó la Asamblea Nacional. No me vengan con propaganda de Walt
Disney o candy candy para negar que la batalla comunicacional
revolucionaria la estamos perdiendo por incapacidad directiva, neo
cogollismo y ausencia de criterio.
Tampoco aparece la contraofensiva comunicacional revolucionaria de
manera rápida y contundente, hace falta difundir que en Villa Rosa,
Maduro no huye, sino que se da vuelta y se aproxima a los manifestantes
para dialogar, en ese momento se oye un grito lejano que advierte el
peligro ante el gesto atrevido del primer mandatario, dice el
desconocido: "lo van a matar". Pues bien, es obvio que un
cacerolazo en un pequeño sector rural no significa que toda Venezuela
toca cacerola contra Maduro, por más que medios de comunicación
opositores pretendan hacerlo ver así.
Se debe comunicar que no hay imágenes claras de una supuesta acción déspota de Maduro hacia una señora de nombre Eudys Marcano
a quien La Patilla, Dolartoday.com y otros han querido hacer famosa
porque según y que le tocaba cacerola en la cara a Maduro cuando éste
personalmente la reprimió.
Maduro recorre toda Venezuela, y es muy bueno que lo haga, porque cada
venezolano es un voto, y hay que irse preparando al PSUV para futuras
las elecciones presidenciales (hasta finales del 2018 el chavismo tiene asegurada la presidencia de Venezuela porque no habrá referendo revocatorio).
Es normal que en un país polarizado (donde chavismo y oposición
tienen ambos millones de simpatizantes) que Maduro se encuentre con
gente que no simpatice con él, por eso el episodio de #VillaRosa
electoralmente no significa nada. El chavismo sigue siendo una
fuerza electoral competitiva y obtendrá nuevos triunfos si logra superar
los problemas económicos del país.
Todos los gobiernos engrandecen comunicacionalmente las situaciones
que los favorecen y minimizan los episodios que los perjudican (empezando
por Estados Unidos) así que eso no es pecado, pero lo hacen con
destreza, planificación, profesionalismo y suficiente inteligencia;
nunca con improvisación, negligencia o mediocridad, dejando todo al
azar.
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