FUENTE: NODAL
Por Aram Aharonian*
El fracaso de Washington en la cumbre de Lima, donde presionó para que los demás países se suman la ofensiva contra Venezuela, y una serie de reuniones recientes entre funcionarios estadounidenses y venezolanos, sugieren que Caracas está lista para hablar. Y Washington, que amenaza con una intervención para impedir las elecciones presidenciales del 20 de mayo, también parece estarlo, tras su fallido intento en regionalizar el diferendo.
La encerrona que EEUU tendió a en Lima a los gobernantes del continente para conminarlos a adoptar una resolución y sanciones colectivas contra Venezuela, que coadyuvaran al derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, se derrumbó como castillo de naipes, pese al apoyo del español Mariano Rajoy en gira por la región con los mismos objetivos.
Y el incitador, Donald Trump, ni siquiera se apareció por Lima. La presencia del vicepresidente Mike Pence (Trump prefirió lanzar misiles contra Siria), apenas disimula el fracaso del poderoso aparato económico, publicitario y mediático. Pence, rodeado de anhelosos dirigentes opositores venezolanos, trató de calmarlos con un cheque de 16 millones de dólares para que sigan aterrorizando y desestabilizando el país.
Se habla de tensa calma y de una eventual invasión para impedir las elecciones. El constituyente Julio Escalona señala que la operación contra Venezuela está preparada en detalle y no requiere una poderosa y masiva presencia de fuerzas militares estadounidenses, que ya están en las bases militares en Colombia y el Caribe. La fuerza principal será al ejército colombiano y sobre todo mercenarios, que también ya están en el terreno tanto en la frontera como en el interior de Venezuela, afirma.
Las operaciones de guerra psicológica han programado a sectores populares que sólo creen en las verdades imperiales pues las tienen sembradas en lo más profundo del cerebro. Esto no se resuelve sólo con razones y agitación. “Una acción contra Venezuela requiere multiplicar el caos hasta el infinito. Ahora es cuando vamos a ver elevación de precios y escasez de alimentos y medicinas, unido a inseguridad, crímenes horrendos”, señala.
¿Acercamientos o alejamientos?
Mientras se analiza la amenaza de una intervención extranjera, preocupa la actividad que desarrolla el Encargado de Negocios de EEUU, Todd Robinson: se presenta en el Aula Magna de la Universidad Central con un mensaje plagado de insinuaciones, en la región de Barlovento se reúne con la gente de una chocolatería y con todo su equipo visita la emblemática Plaza Bolívar de Caracas y la sede de la Asamblea Nacional (en desacato).
“Toda una afrenta a la Asamblea Nacional Constituyente. Un contundente desconocimiento de la legalidad imperante en el país”, señala el exvicepresidente José Vicente Rangel, quien descarta que se trate de una provocación personal. Posiblemente sea parte de este juego de acercamientos y alejamientos. Pero vayamos al cuadro situacional:
El diputado Pete Sessions viajó a Venezuela para una reunión no anunciada con el presidente Nicolás Maduro el 5 de abril. El día anterior, el senador Dick Durbin se reunió en silencio con el mandatario, la presidenta de la Asamblea Constuyente Delcy Rodríguez, miembros de la oposición, los ministros de Salud y Nutrición, líderes empresariales, grupos de la sociedad civil, médicos y organizaciones humanitarias, en un viaje al país.
En febrero, un exfuncionario estadounidense -un experto cubano en la administración del presidente George W. Bush que había negociado con funcionarios venezolanos tras el golpe fallido de 2002-, se había reunido con Maduro, mientras el gobernador de Carabobo Rafael Lacava enviaba por esas fechas un mensaje en EEUU a los legisladores estadounidenses de que Venezuela estaba dispuesta a discutir la liberación de Joshua Holt, un mormón estadounidense preso desde hace 21 meses por participar en actos terroristas.
Según la agencia privada de inteligencia Stratfor, el motivo de la serie de reuniones es claro: Caracas está tratando de entablar negociaciones sustantivas con Washington, comenzando con la liberación de Holt, para lo cual plantea, a su vez¸ una serie de demandas, como la eliminación de las sanciones económicas y financieras y despejar la amenaza de un bloqueo petrolero.
Pero el establishment estadounidense insiste en que cualquier discusión entre EEUU y Venezuela parte de sacar a Maduro del poder. Incluso en el supuesto negado, incluso si los Estados Unidos persuaden a Maduro para que deje el poder, los miembros de su administración se asegurarán de que un “candidato de su elección” tome su lugar.
Incluso –en el supuesto negado de que EEUU persuada persuaden a Maduro para que deje el poder- es obvio que cualquier eventual sucesor será un candidato de su elección. Para que Maduro abandone la candidatura a la reelección en los comicios del 20 de mayo, EEUU debería abandonar las demandas de un voto libre y justo impulsado por la oposición abstencionista, apoyada por Washington y buena parte de sus socios europeos.
Ahora EEUU tendría que consentir que Venezuela celebrara las elecciones con Henri Falcon y el empresario-pastor evangélico Javier Bertucci como los únicos candidatos de la oposición en la contienda y mantuviera al primero de tal manera que pudiera tener la oportunidad de ganar.
Para Stratfor, una postergación de la elección sería una señal de que las discusiones en este sentido están en marcha, pero si EEUU continúa con las conversaciones, bien podría abrir una caja de Pandora de intereses en competencia que obstaculizaría las ya de por sí complicadas negociaciones.
Los cambios en el equipo de política exterior estadounidense, llegaron tras la fracasada gira latinoamericana del exsecretario de Estado y magnate petrolero Rex Tillerson. Los analistas de Washington señalan que organizar una transición sin Maduro, requeriría que Washington deje fuera de las conversaciones a la autodesmantelada Mesa de Unidad Democrática, hoy jugada a un abstencionismo suicida, reconocido por varios de los principales referentes de la oposición.
Difícil que esto ocurra con sus agresivos nuevos funcionarios de la política exterior, como el consejero de seguridad nacional entrante John Bolton. Obviamente tampoco les caerá bien a los políticos cubanoamericanos como el senador de Florida Marco Rubio, financista y promotor del terrorismo como forma de praxis política. Para Donald Trump negociar con la administración de Maduro arriesgaría alejar a los votantes en Florida en la próxima carrera presidencial.
Permitir que el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) lleve a cabo una transición lenta lejos de Maduro y hacia la coexistencia política con la oposición puede ser la forma más segura y más conveniente de controlar el caos de Venezuela, afirma Stratfor, tesis que rechazan los sectores estadounidenses más conservadores porque, en definitiva, deja al PSUV en el poder, controlando las instituciones más poderosas del país, como los militares, la burocracia del gobierno y la empresa petrolera estatal Petróleos de Venezuela.
Estados Unidos tiene dificultades para cuadrar el resultado con su intención declarada de eliminar la administración de Maduro del poder, aun cuando puede recurrir a esta solución, a falta de una mejor. Los obstáculos para llegar a un acuerdo son numerosos. La crisis de Venezuela sigue siendo una prioridad lo suficientemente baja para Washington como para no tener que entablar una negociación con el gobierno de Maduro si no quiere arriesgarse.
Que la oposición declare fraude, deje de postular candidatos y llame a la abstención no garantiza absolutamente nada. Algo parecido, dice el analista opositor Michael Penfold, sucede con el tema internacional. La oposición puede llamar a aislar al gobierno internacionalmente, a escalar sanciones económicas e individuales, pero las posibilidades de que este tipo de castigos produzca un quiebre definitivo en la coalición oficialista son por demás inciertas.
Nueve meses después del inicio de la primera ola de sanciones, los castigos no parecen haber tenido los efectos políticos esperados, agrega.
Hoy es inexistente de la capacidad de coordinación de la oposición para jugar en varios tableros simultáneamente, y son tres las variables a considerar de cara al futuro próximo: la cohesión interna del chavismo, la credibilidad de un escalamiento de las sanciones internacionales y el acceso al financiamiento externo, añade Penfold.
Mientras el año pasado tener elecciones presidenciales anticipadas era la principal consigna de la oposición –que para o por ello realizó revueltas y actos de terrorismo que segaron 200 vidas-, hoy una buena parte de la autodesintegrada Mesa de Unidad Nacional (MUD) se opone a las mismas, apuesta a un empeoramiento de la situación… y sueña con una intervención extranjera, pese que el globo parece haberse pinchado en Lima.
Pero hay una mayoría que no est´ de acuerdo con el abstencionismo y apoya a Falcón u otros candidatos menores.
El dólar y la dolarización
Ya no hay un solo tipo de cambio paralelo, y el dólar cotiza entre los 400 y los 650 mil bolívares, cota que bien puede ser superada en un mes, lo que produciría un verdadero shock de precios que virtualmente puede paralizar la ya contraída actividad económica y comercial si no toma el gobierno las previsiones del caso,
El portal 15 y último indica que a ello se debe sumar la escasez de efectivo y al efecto de las compras nerviosas que las familias hacen, por no hablar del acaparamiento que todo especulador también realiza para pescar en río revuelto. El shock ya está presente con una dramática contracción del consumo y un espiral de precios hiperespeculativo.
Más allá del sabotaje deliberado, los agentes económicos que el gobierno busca seducir para que inviertan y reactiven la economía nacional, optarán por no hacerlo esperando ver qué pasa en los comicios. Cosa similar pasa con la deuda: lo más lógico es que los tenedores no negocien con un gobierno que puede estar de salida, añade el portal.
De hecho, Henri Falcón, principal candidato de oposición, tiene como candidato a ministro de economía a Francisco Rodríguez, principal representante de tales tenedores de deuda a través de su firma buitre Torino Capital, y centra su programa en la dolarización.
Según él, cobrar y pagar en dólares no sólo remediaría todos los males, sino que los haría imposibles, creando la ilusión de que se puede tener todo a cambio de nada, y concluyen entregando nada a cambio de todo, señala el intelectual Luis Britto García.
Las dolarizaciones no solo implican la desaparición de la moneda nacional, forman parte de todo un paquete de medidas que compromete la independencia, el desarrollo y el sueño de la igualdad social, ya que incluye necesariamente la privatización de las principales industrias generadoras de divisas (en especial la petrolera) y el endeudamiento externo, aunque eso no se diga públicamente.
Para los memoriosos, un paquete similar al propuesto por Falcón y sus asesores de la banca extranjera, es el que determinó en 1989 el levantamiento popular conocido como Caracazo que terminó con la conchupancia del bipartidismo socialdemócrata-democristiano en el país, en la antesala del surgimiento del chavismo.
Cuando falta un mes para las elecciones presidenciales la sensación que existe en el país es que, prácticamente, la suerte está echada, ante la ausencia de una oposición coherente que se proyecte como alternativa, con un proyecto de país distinto al que representa el proceso bolivariano.
Es la misma oposición que venía de la guarimba y del terror callejero, que exigió elecciones adelantadas, la que insólitamente decidió negarse a participar y estimuló la decepción en su base electoral. Su posición sólo se puede explicar por la voluntad política de someterse a los dictados (y financiamiento) de Washington, la Unión Europea y el impresentable Grupo de Lima, que sigue deshojando las posibilidades de un plan alternativo al de gritar fraude, mientras aplaude los misiles contra la población siria. ¿Una vez más?
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