Fuente: NODAL
La decisión adoptada por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú de anunciar su retiro temporal de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) el 18 de abril dejó virtualmente paralizado al bloque compuesto por los doce países que integran geográficamente Suramérica. Esta decisión se informó al día siguiente de que la Argentina traspasara la presidencia “pro tempore” a Bolivia, de acuerdo a la norma de rotación anual por orden alfabético. El bloque, creado en 2008, siempre estuvo marcado por diferencias ideológicas, aunque las sucesivas crisis se resolvieron por la necesidad de mantener la unidad regional. Su último secretario general fue Ernesto Samper, que dejó el cargo el 31 de enero de 2017. Las divergencias entre los miembros sobre la elección del sucesor paralizaron en gran medida al bloque regional durante 2017.
El canciller del Estado Plurinacional de Bolivia, Fernando Huanacuni, ya manifestó que su país está buscando una reunión extraordinaria para resolver las controversias en el marco del diálogo del más alto nivel, también para designar un nuevo secretario general. En este diálogo con NODAL Ernesto Samper analiza la crisis actual.
Por Pedro Brieger – director de NODAL
-¿Cómo analiza la posición de los seis países que decidieron temporariamente no participar de la UNASUR?
-Pienso que si lo que buscan los seis países es encontrar una salida al estancamiento que actualmente se vive en UNASUR puede ser una actitud positiva. Desde hace más de doce meses UNASUR viene sufriendo una crisis pasiva por cuenta de lo que fue lo que le permitió vivir y lo que le está haciendo más daño: que es la aplicación de la regla del consenso, según la cual, no se puede tomar ninguna decisión si no están de acuerdo los doce países.
En este sentido, no es la primera vez que se presenta una dificultad. También fue difícil viabilizar la posesión del argentino Néstor Kirchner, fue imposible la del ecuatoriano Rodrigo Borja, fue muy difícil y cuando no se pusieron de acuerdo Colombia y Venezuela hubo que compartir el turno entre la colombiana María Ema Mejía y el venezolano Alí Rodríguez. Es decir, esta ha sido la gran maldición de UNASUR.
Por eso, sí la actitud de los países, como han manifestado, no es retirarse de los órganos políticos de UNASUR, que está conformado por sus Consejos de Cancilleres y por el Concejo de presidentes, sino encontrar una salida para que haya un secretario General y se estabilice la unión, puede llegar ser una salida positiva.
-¿Cómo se puede resolver esta situación?
-Es muy difícil pensar en que se vaya a modificar, para este efecto, la norma del consenso. Entre otras cosas, porque se requiere un consenso para modificar el consenso mismo. Pero existe la posibilidad que ya he planteado en algunos escenarios de manera privada de que los países por consenso acuerden que para este caso específico -la elección del Secretario General- se va aceptar la regla de las mayorías relativas. O sea, de que por una sola vez, para este momento se pueda acudir a una fórmula de mayoría relativas para que quién obtenga (previa a una inscripción de una lista de candidatos) la mitad más uno de los votos, pueda ser elegido cómo Secretario General.
-¿Cuál es la importancia de UNASUR a nivel regional?
-La importancia de UNASUR en estos momentos es más que relevante. Bastaría solamente con entender el papel que podría estar jugando este momento UNASUR frente a lo que constituyeron los mayores desafíos de la región que son las políticas del presidente Trump frente América Latina que se han concretado en la persecución de los migrantes latinos, incluido el muro de México, la renuncia de los Estados Unidos al cumplimiento de los compromisos de cambio climático, que es uno de los fenómenos que más está afectando la estabilidad ambiental de la región por el calentamiento global, o el aumento de las medidas de carácter proteccionista que, a través de la elevación de los aranceles, está ya haciendo difícil el acceso de algunos productos al mercado de Estados Unidos.
De tal manera que, nunca había sido tan importante, paradójicamente, la necesidad de una presencia unificada. Y me resisto a creer que los países que han tomado esta iniciativa no lo hayan hecho obedeciendo a razones de carácter ideológico, que en el pasado pudieron ser superadas, sino a una sana preocupación porque la unión encuentre una salida y se estabilice.
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