LAS LABORES
“HUMANITARIAS” DE LOS CASCOS BLANCOS VIENEN A SER COMO LAS QUE PERPETRAN EL
ISIS O AL NUSRA, CUYOS MILITANTES SON MUY AMIGOS DE TALES “RESCATISTAS”
Los medios y hasta los
altos cargos de los países occidentales alaban a la organización humanitaria
siria ‘Cascos Blancos’ como rescatistas-héroes.
Quienes están al tanto
de la situación en Siria suelen rechazar esta imagen idealizada. Una de estas
personas es la periodista británica Vanessa Beeley, que investigó extensamente
las acciones del grupo.
Formalmente, los Cascos
Blancos surgieron en 2013 como “una organización de voluntarios que prestan
apoyo a los civiles” en el conflicto sirio.
Se atribuyeron el
salvamento de miles de personas, fueron nominados dos veces para el premio
Nobel de la Paz y una película sobre su labor recibió un premio Óscar en 2016.
El problema es que todo
esto se produce en drástico contraste con lo que ven los investigadores
independientes que viajan por Siria, o que viven cotidianamente los propios
habitantes de las áreas donde los Cascos Blancos operan.
OBSERVADORES IN SITU HAN
COMPROBADO QUE ESOS CASCOS BLANCOS PRACTICAN EL TERRORISMO CON UN DISFRAZ
REGALADO POR EE.UU. Y LA UNIÓN EUROPEA
En una entrevista
exclusiva con Sputnik, Beeley presentó sus argumentos y evidencias acumuladas,
que ensombrecen al polémico grupo, a menudo
criticado por diferentes organizaciones no gubernamentales, pero jamás
por los funcionarios de las naciones de Occidente.
Para la periodista, los
Cascos Blancos son “un proyecto propagandista que apoya las ambiciones
neocolonialistas” de las potencias occidentales, por medio de los grupos
extremistas que operan en Siria.
Su papel en el conflicto
es bastante activo y dirigido claramente contra el Gobierno del presidente
Bashar Asad.
“Cualquiera que pase
unas horas en Alepo Oriental podría acumular un montón de acusaciones de abusos
flagrantes, realizados por los propios Cascos Blancos o con su participación,
por ejemplo el uso de los escudos humanos“, dice la experta.
Los Cascos siguen el
‘trayecto’ de Al-Qaeda e ISIS (Estado Islámico, o Daesh, proscrito en Rusia y
otros países): “Allá donde vayan los radicales, los Cascos Blancos los
acompañan“.
Raíces opacas
Vanessa tuvo las
primeras dudas al descubrir el origen del grupo. Los Cascos Blancos fueron
fundados en marzo de 2013, no en Siria sino en Turquía, y no por unos
‘ciudadanos preocupados’, sino por un tal James Le Mesurier, experto en
seguridad individual y ex agente de la inteligencia militar británica.
Curiosamente, la página
web de los Cascos carece de menciones a su fundador, quien tras servir en las
Fuerzas Armadas del Reino Unido, se desempeñó como coordinador de la OTAN en
Kosovo y vice-presidente de una empresa militar privada.
La historia del propio
fundador sobre su deseo espontáneo de “ayudar a los civiles sirios” surgido
tras oír los relatos de los refugiados durante unas vacaciones en Turquía, no
impresionó para nada a Beeley.
“Dado su pasado, me
niego a creer que se encontraba en Turquía por casualidad y que la creación de
los Cascos Blancos fue ‘espontánea’. Todo esto coincidió con el momento de
avances de Bashar Asad y el declive de los llamamientos externos a derrocarle”,
argumenta la periodista.
Además, Le Mesurier
“recibió fácilmente grandes subvenciones extranjeras” para su ‘proyecto’, un
hecho “como mínimo, muy interesante”.
Después de comenzar con
unos 300.000 dólares, proporcionados por EEUU y el Reino Unido, el presupuesto
de los Cascos Blancos se disparó hasta unos 150 millones de dólares para el
inicio de 2018.
JAMES LE MESURIER,
FUNDADOR DE LOS SINIESTROS CASCOS BLANCOS, ENCARNA AL PERSONAJE IDEAL DEDICADO
AL TERRORISMO FINANCIADO POR OCCIDENTE, CUYOS MEDIOS TRANSFORMAN LA IMAGEN DEL
CRIMINAL
Actividades dudosas
De ser los Cascos
Blancos realmente ‘imparciales’ —como afirman— y de ocuparse de asuntos
humanitarios, su origen extraño no sería tan interesante. Pero hasta los
rescatistas y médicos que analizan sus vídeos denuncian irregularidades
notables.
“Al estudiar las
grabaciones, me di cuenta de que las medidas que se aplican a los niños, a
propósito, algunos de ellos ya están muertos, son raros, no tienen que ver con
la medicina; no buscan salvar la vida o hasta son contraproducentes“, comentaba
el pediatra sueco, doctor Leif Elinder, en un informe de la ONG Médicos Suecos
por los Derechos Humanos.
Las ‘acciones de
rescate’ de esos activistas también generan sospechas entre los rescatistas
profesionales, que suelen destapar la incompetencia de los Cascos Blancos.
Pero a pesar de todas
estas opiniones críticas, la popularidad del grupo en los medios ‘mainstream’
solo va creciendo. Para Vanessa Beeley, eso demuestra los objetivos reales de
los Cascos Blancos.
“Los Cascos son
sumamente importantes como herramienta de propaganda contra Assad. Proveen de
‘pruebas directas’ sobre uso de armas químicas u otras matanzas ficticias del
Ejército gubernamental, para justificar una intervención externa”, afirma la
periodista.
“Otra peculiaridad
notable es que jamás graban combates o ataques en tiempo real: solo sus
consecuencias, y con una enorme cantidad de cámaras en el lugar”, explica
Beeley.
Esta labor mediática
tiene otra meta. Al exponer sus actividades ‘de rescate’ al mundo, los Cascos
Blancos aseguran un flujo incesante de dinero y de víveres, que se quedan en
las manos de los radicales, apenas llegando a la población civil.
Una característica
constante de los Cascos es su cercanía a los grupos extremistas. En sus
numerosas entrevistas con los sirios de las áreas liberadas, Beeley
reiteradamente escuchó testimonios sobre el despliegue de los “centros
humanitarios” de los Cascos Blancos cerca de los puestos de mando de los radicales,
como Fatah al Sham (Frente al Nusra, grupo terrorista proscrito en Rusia) para
prestar apoyo sobre todo a los combatientes y no a la población local.
“En diciembre de 2016
estuve en Alepo Oriental durante la liberación. Los voluntarios de la Media Luna
Roja Árabe Siria descartaron haber visto a los Cascos Blancos mientras los
habitantes de la zona sólo hablaron de la ‘Defensa Civil de al Nusra’, infame
por robar los cuerpos de los fallecidos”, apuntó la investigadora.
LA LABOR PERIODÍSTICA DE
VANESA BEELEY, PROFESIONAL INDEPENDIENTE DE LA PRENSA BRITÁNICA, SUPONE UN
VARAPALO PARA “COMUNICADORES” ESPAÑOLES COMO JAVIER ESPINOSA, MÓNICA G.PRIETO,
ALBERTO PRADILLA, SANTIAGO ALBA Y OTROS MERCENARIOS DE LA INFORMACIÓN
¿Defensa civil? No tanto
El grupo de los Cascos
Blancos está presente exclusivamente en las regiones sirias ocupadas por los
grupos terroristas.
Algunos de los vídeos
surgidos en la red demuestran que los asuntos humanitarios podrían ser solo una
de las competencias de este colectivo.
Uno de los vídeos más
‘llamativos’ sería la celebración de la toma de Idlib por el Frente al Nusra,
donde los Cascos Blancos alzan la bandera yihadista y están celebrando junto
con los terroristas.
WHITE HELMETS CELEBRATE NUSRA FRONT BRUTAL TAKE OVER OF IDLIB CITY MARCH
2015
En otro caso notable uno
de los activistas posó con una cabeza cortada de un uniformado del Ejército
sirio. El grupo incluso publicó un comunicado afirmando haber expulsado al miembro
implicado por ‘la brecha del código de conducta’. Pero no fue un caso aislado.
El voluntario francés
radicado en Alepo Pierre Le Corf publicó un corto documental sobre la base de
los Cascos Blancos, abandonada repentinamente tras la liberación de Alepo
Oriental.
En el vídeo se ve que
los Cascos Blancos básicamente se mezclaron con el Frente al Nusra. En un
momento casi irónico, en 2016, EEUU prohibió la entrada al país al líder y
representante internacional de los Cascos Blancos, Raed Saleh, por sus presuntos
‘vínculos con los terroristas’.
Este hecho no impidió a
Washington donar unos 23 millones de dólares al grupo, al igual que otros
donantes internacionales para el polémico grupo.
No obstante, poco a poco
el ‘brillo mediático’ de los Cascos Blancos se va desvaneciendo.
Además de Beeley, que
lleva años denunciando la hipocresía de los medios respecto al grupo, hay
varios periodistas y organizaciones internacionales que ponen en duda la
veracidad de sus actividades.
Siria y Rusia, por su
parte, están entre los países que denunciaron los vínculos de los Cascos con
los grupos radicales en Siria.
“Los Cascos Blancos van
alimentando a sus países-patrocinadores y a los medios dominantes con las
imágenes de ‘catástrofes humanitarias’ y ‘crímenes de guerra’ con un único
objetivo: lograr la imposición de zonas de exclusión aérea”, afirma Beeley.
La historia reciente
demuestra claramente qué consecuencias tendría este desarrollo: la división de
Siria al estilo de un país fallido como ahora es Libia.
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