lunes, 9 de julio de 2018

Sobre la necesidad de un nuevo pensamiento económico

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Por: Juan Carlos Valdez.
Paradójicamente, a quienes cuestionamos las teorías y leyes surgidas del pensamiento económico liberal (base ideológica y técnica del Capitalismo), nos llaman “dogmáticos”; mientras ellos consideran que sus teorías son verdades inmutables fuera de toda discusión.
Otros nos increpan alegando que estamos “ideologizando” el tema económico; como si la economía fuese algo neutral; como si las leyes y teorías creadas por las distintas escuelas liberales no respondieran a esa ideología, y no sustentaran el sistema socio-económico dominante (El Capitalismo). Pero para que esas leyes y teorías no fuesen cuestionadas, se diseñó el sistema de aprendizaje por repetición. La escuela, e incluso la academia nos enseñan a repetir y no a cuestionar. El mejor estudiante es el que mejor repite y no el que mejor analiza. En las llamadas ciencias sociales es palpable esa realidad; seguimos “repitiendo” teorías de hace por lo menos dos siglos, como si fuesen inmutables, siendo que no hay nada más mutable que las sociedades humanas.
En las ciencias sociales, donde la conducta humana está inmersa en toda línea de investigación, el “deber ser” constituye la guía para encontrar las soluciones, crear la estabilidad y establecer la paz. Ese “deber ser” no deriva de otra cosa que no sea la ética y la moral. Teorías que conduzcan al sacrificio de las grandes mayorías, en beneficio de pocos, son antiéticas y antisociales por antonomasia. La principal diferencia entre la concepción económica capitalista y la socialista es ética y moral. El socialista cuestiona moral y éticamente el Capitalismo por las desigualdades que genera; y desde esa perspectiva critica y debe criticar, las acciones y bases teóricas que sustentan y ejecutan esas desigualdades.
En estos momentos de hiperinflación en Venezuela, es importante discutir sobre una teoría que gravita en el análisis de muchos economistas que se dicen de izquierda. Nos referimos a la Teoría Monetarista de la Inflación (propia de la escuela neoliberal de Chicago… y los dogmáticos somos nosotros). Según esta teoría, toda inflación es causada por un incremento de liquidez.
Veamos cómo es que se genera la inflación según esta teoría:
“Al incrementarse la masa monetaria, ésta se distribuye a través de los distintos mecanismos del sistema económico-financiero de una sociedad y llega a los bolsillos de los consumidores; éstos al tener más dinero tienden a consumir más a una velocidad superior que el ritmo de la producción, con lo cual se genera un escasez de los bienes más demandados y esa escasez generada por la presión de la demanda, produce una subida de los precios.”
En ese mecanismo sobre el cual se sustenta esa teoría, existen varias fallas que no comprendemos por ´qué no han sido detectadas por los estudiosos del hecho económico (nos referimos a los de tendencia de izquierda), o peor aún, han sido soslayadas.
Como esa masa monetaria no se produce por generación espontánea, los representantes científicos de la clase burguesa han sido hábiles en hacer creer que el responsable, siempre, es el Gobierno a través de los bancos centrales. Nunca dicen que los bancos centrales no son los únicos que crean dinero, y sobre todo, tampoco son los que mayor cantidad de dinero crean. Ocultan que los bancos comerciales crean dinero, cada vez que emiten un préstamo de cualquier naturaleza. En principio, los bancos centrales sólo emiten el dinero base (billetes y monedas) que no representa más del 5% o 6% de toda la masa monetaria de un país, pero aun cuando los bancos centrales financien el déficit fiscal de los países, ese dinero rara vez pudiera superar lo creado por la banca comercial.
En este orden de ideas, cabe destacar, que el dinero que se crea para cubrir el déficit fiscal de un país siempre está dentro del tamaño de la economía (PIB), ya que los gobiernos pagan con ese dinero a los proveedores de bienes y servicios que YA utilizó, y que se produjeron dentro del periodo fiscal donde se causó el gasto. Si no les paga los quiebra, y eso sí afecta la producción de un país.
Pero incluso esta discusión es irrelevante, puesto que nos hemos tragado el sofisma de que existe una relación directa entre la cantidad de bienes y servicios que se producen en una sociedad y la cantidad de dinero que circula en ella; como si fuese la cantidad de bienes y servicios lo que determina la cantidad de dinero circulante. Lo que realmente determina la cantidad de dinero que circula en una sociedad es el precio de los productos, no la cantidad de ellos: si los productos son muy caros, seguramente no hará falta una gran cantidad de ellos para que sea necesaria la circulación de mucho dinero, y si los productos son baratos no hará falta una enorme cantidad de dinero para que circulen gran cantidad de productos.
Han enmarañado tanto este tema, con sofismas, mentiras y medias verdades pseudocientíficas, que hasta no nos hemos percatado de que le crearon una cualidad al dinero, que no le corresponde, y es la de modificar precios. El dinero no es y no puede ser más que un intermediario para la circulación de los bienes y servicios, lo que significa que ya los precios vienen determinados por otros factores, y el dinero sólo sirve para pagar ese precio.
Los que avalamos la teoría objetiva del valor de cambio, consideramos que el precio lo determina la cantidad de trabajo, en función del tiempo, que se requiere para la producción y distribución de bienes y servicios; en consecuencia, la variación del precio dependerá de la variación de esos factores en la producción y distribución. Pero quienes le crearon esa cualidad de variar precios al dinero fueron las escuelas marginalistas y neoliberales (hijas pródigas del Liberalismo económico). Éstas inventaron y fortalecieron la teoría del valor subjetivo, según el cual la variación de los precios depende de elementos sicológicos, como el miedo que produce la escasez en los consumidores, por lo cual terminan dispuestos a pagar más por el producto que necesitan, y esa misma escasez incentiva otro elemento sicológico como es la avaricia de los oferentes ante la necesidad de los consumidores.
Ante la escasez de bienes y servicios, por el incremento de la demanda, el productor, si quiere ganar más, debe producir más. Sin embargo, apoyados en esas teorías que avalan el latrocinio, sencillamente suben los precios (y la parte del precio que sube, es sólo la ganancia) en perjuicio del resto de sus congéneres que están en franca desventaja frente a él, porque necesitan el bien o servicio que él posee.
Como podemos ver, hay un problema ético y moral dentro de todo este entramado teórico y práctico que afecta siempre a las grandes mayorías de seres humanos que poblamos la tierra, porque se universalizaron, a través de la academia, esas teorías apológicas.
Lo éticamente y moralmente correcto es que cuando la demanda supere a la oferta, se obligue a producir más y no a subir los precios. Porque la subida de precios en esas condiciones termina generando además una escasez por precios, ya que si alguien no puede pagar los nuevos precios, para esa persona, el producto desaparece, y los representantes científicos de la clase burguesa ocultan ese hecho deleznable, diciendo: “la subida de los precios desestimula la demanda, y eventualmente los precios tienden a bajar”. Y aunque usted no lo crea, sobran los que defienden a capa y espada estas teorías, estando del lado de la Revolución, y ni siquiera por “revolucionarios”, revisan a quienes benefician esas teorías y leyes creadas por las escuelas liberales.
Ya basta de repetir como loros la farsa del dinero inorgánico que supuestamente emiten los bancos centrales; pero lo peor es que se siga diciendo que es el dinero la causa de que los precios suban, cuando está claro que la verdadera causa que sube los precios en la sociedad capitalista es la avaricia de los oferentes de bienes y servicios, que se aprovechan del efecto sicológico que produce de la escasez en los consumidores y sencillamente suben los precios en lugar de incrementar la producción.
La consecuencia directa de un incremento de la liquidez es un incremento de la demanda, y ante ese incremento de la demanda, lo lógico y ético es que se incremente la producción, no los precios. ¿Cuál es la lógica de que, en esas condiciones, el precio suba?¿Hay acaso un incremento en los costos de producción? Busquen una explicación distinta a la avaricia para que vean que no existe.


Déjenle el latrocinio como un valor al capitalista, nosotros estamos obligados a combatir esas injusticias; y al combatirlas, estaremos construyendo nuevas teorías, nuevas leyes y nuevas sociedades más justas, donde la paz sea la constante y no la excepción.

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