Por: Rafael Rodríguez Olmos
Salvo el asesinato de Román
Delgado Chalbaud, para el que aún la historia no está clara pues algunos
historiadores continúan diciendo que las narices de los adecos estuvieron
metidas allí, en Venezuela no hay cultura magnicida. Tendríamos que contar el atentado
contra Rómulo Betancourt, pero sabemos que fue una acción personal de Luis
Cabrera Sifontes, quien recibió el financiamiento del dictador dominicano
Rafael Leonidas Trujillo Molina “Chapita”, enemigo jurado de Betancourt.
Cultura magnicida tiene Estados
Unidos, en donde se han asesinado cinco presidentes en el ejercicio del poder.
Cultura magnicida la hay en Colombia en donde han asesinado cuatro candidatos
presidenciales en plena campaña. Es decir, que en estos países están
acostumbrados a tomar este tipo de decisiones cuando las políticas no les
funcionan.
En mi columna publicada el 18 de
junio por el portal Aporrea y por el semanario Kikirikí, escribí: “Lo primero
que debemos medir es que el imperio tiene una estrategia funcionando
perfectamente hace tiempo, sobre la base del control de la región con el
asentamiento de siete bases militares en ese país. La ofensiva de la oligarquía
en la nación neogranadina, es de tal magnitud que se calcula han destruido el
42% del territorio en la más brutal agresión ecológica del mundo de la que se
tiene noticias… Ahora viene la ofensiva contra líderes sociales, políticos,
sindicales, los asesinatos serán en masa y las protestas y manifestaciones, que
las habrá por montones, serán reprimidas sin contemplaciones. Más temprano de
lo que se cree, la gente se arrepentirá de haber votado por el Uribismo… El
regreso del Uribismo al poder en Colombia, necesariamente obliga a poner las
bardas en remojo. Uribe, no Duque, tiene esa cuenta pendiente y la va a cobrar,
con apoyo del imperio, además. De tal manera que antes de la violencia,
viviremos una serie de actos de provocaciones por parte del Uribismo, en busca
de una respuesta del parte del gobierno venezolano. Incluyendo la reactivación
de las guarimbas, esta vez con niveles de violencia semejantes a los de Nicaragua,
cuya oposición, como estamos viendo, no es política, sino asesina… Esta
arremetida tendrá un ingrediente adicional, el apoyo incondicional de Estados
Unidos que provoque una reacción militar contra Venezuela, o que avale la
subversión de estamentos militares venezolanos para dar un golpe de Estado.
Nuevamente se exportará la violencia desde ese país hacia Venezuela, con
ingredientes que serán altamente preocupantes. Y eso es ya. El imperio necesita
salir con urgencia de Maduro y del Chavismo”. Esto fue publicado por estos
medios hace 46 días. Hace apenas dos días que acabamos de vivirlo.
Y está claro que el atentado
contra Maduro no se origina en Venezuela. No hay capacidad, ni organizativa ni
logística para poner a andar un plan como ese. Mucho menos cuando todos los
dirigentes de la oposición se encuentran viviendo y conspirando fuera del país.
Tampoco suena extraño que no más ocurrida la explosión, la inefable Patricia
Poleo se tira un extra desde Miami para leer el comunicado de los “Soldados sin
franela”. Por cierto, no había escuchado un nombre más estúpido para una
organización armada. No hay ningún planteamiento importante en ese documento
que leyó la periodista, salvo aquello que todos conocemos y que atañe
directamente a la crisis.
Y por otra parte, cuando uno ve
la cara de los fugitivos, no queda otra cosa que pensar que de dónde los
sacaron, ¿Parecen conspiradores, parecen políticos, dirigentes de algo? Parecen
más bien tarifados, gente a las que le pagaron unos reales para que cometieran
el hecho. Allí queda claro que no hubo planificación de ningún tipo, y que eran
totalmente inexpertos en estas lides. Con toda seguridad que, si se indaga más,
se descubre que no tenían ni idea de la magnitud de lo que realmente estaban
haciendo, ni el tamaño del problema en el que se estaban metiendo, y que además
no son las cabezas pensantes, si es que pensaron.
Lo que sí es un hecho es que, en
la toma de posesión de Duque, que está ocurriendo hoy mientras escribo esta
columna, se destacará la arremetida contra Venezuela. Colombia encabezará el
grupo de países que pedirán la salida de Maduro y la ofensiva internacional. Ya
existe una Junta de Gobierno formada con gabinete y todo que funcionará en
Miami y desde allí tomará las decisiones. Ya está listo un Tribunal Supremo de
Justicia. Está prevista la destitución de gobernadores, alcaldes, concejales y
diputados; y las primeras medidas que se refieren a la ayuda humanitaria, misma
que debería comenzar por los miles de hambrientos y desasistidos en Colombia o
los 40 millones de pobres en Estados Unidos, o los seis millones de harapientos
en Chile, o el desastre nutricional en Argentina. En mi tierra tienen una
expresión: “que desgracia de pueblo cuando el cura es loco”
.
La desesperación por salir de
Nicolás en algunos sectores de la oposición es tal, que, nomás ocurrir la
explosión, se escucharon las más folclóricas cacerolas, como el caso de zonas
donde mientras tocaban las tocaban en las licorerías, tomaban cerveza a mil
doscientos la botella. En el caso de Valencia, sólo en la urbanización
La Isabelica, un grupito se atrevió a quemar unos cauchos. Claro, les pegó
fuego y se fueron a seguir bebiendo cocuy.
Queda claro que la ofensiva
contra Venezuela viene desde afuera. No habrá oposición al menos por dos años.
No olvidemos que vivimos en una Aldea Global y Venezuela es un país clave en
esa realidad. Su ubicación geopolítica y poseer las mayores reservas de
petróleo en el mundo, la convierten en la “amenaza inusual y extraordinaria” de
la que hablara Obama. Siempre será tema en la agenda de cualquier encuentro
importante del mundo, desde el Club Bilderberg, pasando por el Club de Roma
hasta llegar a los iluminatis. El simple hecho de que no se alinée con el Big
Brother, y sí con Rusia y China, lo convierten de hecho en un enemigo.
Aquella columna la titulé “Ahora
sí, compren alpargatas que viene joropo”. También en otra columna hablé
–mordazmente- de montar la fábrica de morcillas. Siempre digo que quiero
equivocarme cuando digo estas cosas. Pero suelo escribir las cosas producto de
los análisis que hago, con el uso de una herramienta que para mí es
indispensable, la dialéctica y el materialismo histórico, convencido de que su
uso no deja posibilidad de equívocos.
Ahora quiero equivocarme porque
no quiero ver gente muerta. No quiero vivir otro Caracazo. Me niego a ver
masacres, y rechazo, por sobre cualquier cosa, el enfrentamiento entre
venezolanos, que estimulan otros venezolanos que viven en Miami y sólo vendrán a
recoger el producto de la sangre derramada. E insisto nuevamente, Nicolás tiene
que irse pa´la calle, reunirse con el poder popular, buscar a hombres y mujeres
de las miles de comunidades organizadas que hay en el país, darles apoyo,
quitarles de encima a los burócratas y a los militares matraqueros que no los
dejan avanzar; y reinventar un partido, un vaina que dirija el proceso político
y tenga conciencia de hacía dónde avanzar y cómo hacerlo, porque en realidad
creo que el lobo está llegando.
Caminito de hormigas…
Me dicen que dos gobernadores y doce oficiales
de alto rango están metidos en el complot contra Maduro. Imagino que ya los
servicios de inteligencia lo saben.
No hay comentarios:
Publicar un comentario