Por Lucía Cholakian Herrera, de la redacción de NODAL
Tras una jornada inaugural extensa, que concluyó con la entrega de los Premios Clacso 2018 y un recital de Teresa Parodi y Víctor Heredia, este martes continúa el Foro Mundial de Pensamiento Crítico #CLACSO2018.
Luego de las jornadas que se realizan en el microestadio de Ferro Carril Oeste, durante la semana continuarán las actividades en diferentes sedes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este martes las actividades comenzaron con un diálogo entre el vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera y el politólogo español Juan Carlos Monedero.
En la segunda conversación se presentaron Eleonora Menicucci De Oliveira, quien fuera ministra de de Políticas para las Mujeres durante el gobierno de Dilma Rousseff y Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. El eje de su presentación fue El derecho a la memoria. Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo – línea fundadora, no pudo hacerse presente por cuestiones personales.
A continuación se presentaron Joan Subirats, del Ayuntamiento de Barcelona y la socióloga Saskia Sassen, quienes conversaron sobre la idea de Un mundo sin excluídos. Subirats y Sassen coincidieron en la importancia de lo municipal en la política del presente. La cercanía a los problemas permiten pensar cuestiones concretas y respuestas comunes.
Finalmente, antes del receso del mediodía, comenzó su alocución el ex presidente de Colombia y ex Secretario General de la UNASUR, Ernesto Samper. En su análisis de la desigualdad sugirió una metáfora. “Nos hemos pasado intentando estirar la leche para que pudiera llegar a todos los pobres, pero nunca nos cuestionamos la propiedad de la vaca”, explicó. Para Samper no hay solución a la desigualdad, especialmente en su país, sin un acuerdo que implique una reforma agraria, que permita acceder a los sectores populares a los medios de producción.
La corta noche de verano neoliberal
La primera mesa, que comenzó cerca de las 10 de la mañana, fue una larga y muy interesante conversación entre Juan Carlos Monedero y Álvaro García Linera. El debate, enmarcado bajo el título de “El futuro de la izquierda y de la dignidad humana” estuvo basado sobre dos ejes fundamentales: la reflexión sobre la experiencia de los gobiernos progresistas en América Latina y el futuro de los movimientos de izquierda ante la avanzada neoliberal en la región.
Ante el discurso de la derrota de dichos movimientos, Monedero preguntó: “Si la izquierda ha muerto, ¿dónde está su cadáver?”, refiriéndose a la continuidad de la existencia de las opresiones y subalternidades, y haciendo énfasis en la necesidad de recuperar la noción de cooperación mutua contra el sentido común del neoliberalismo. “El modelo neoliberal es un sentido común que ha captado buena parte de nuestro imaginario. Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, explicó. “[Pero] los seres humanos tenemos un principio de cooperación, que se mutila cuando nos vuelven competidores entre nosotros, e incluso competidores de nosotros mismos”. En ese sentido la idea de que el neoliberalismo se basa más en la construcción de subjetividades que en un modelo económico, la postura de Monedero coincidió con lo expresado el lunes por la ex presidenta argentina Cristina Fernández.
Retomando su reflexión sobre la izquierda en América Latina, el vicepresidente boliviano se refirió a los gobiernos progresistas de América Latina como encarnaciones del “ser de izquierda” en políticas concretas: “ Haber sacado sacar a 72 millones de personas de América Latina de la pobreza, el fortalecimiento de los sindicatos, de los movimientos sociales, nuevas formas de participación como el referéndum o las organizaciones multisectoriales.. La democratización creciente de las relaciones personales y un impulso a la gestión del cuerpo de cada mujer, que es y tiene que ser soberana sobre las decisiones de su cuerpo”. Tras su referencia a los movimientos de mujeres latinoamericanos, el mandatario aclaró que el gesto de los gobiernos progresistas, en la llegada al poder, no fue desde su génesis de acompañamiento. “Sobre la marcha tuvieron la sabiduría de abolir sus creencias iniciales, heredadas y conservadoras. Y tuvieron la actitud de acompañar: no de dirigir, porque las mujeres no necesitan dirección”, aclaró.
“Los progresismos tuvieron la virtud de impulsar políticas de integración y de soberanía continental. Una internacional progresista que permitió que América Latina pudiera preocuparse de sus problemas sin esperar que el gobierno norteamericano, ni el FMI, ni el Banco Mundial, ni la Unión Europea nos tuviera que decir lo que tenemos que hacer”, enfatizó, refiriéndose a lo comúnmente denominado soberanía nacional.
Sin embargo, García Linera también reconoció la necesidad de hacer una lectura autocrítica: siguiendo su lema de “ganar, perder, levantarse, ser derrotado de nuevo y volver a ganar”, el vicepresidente hizo hincapié en las transformaciones que serán necesarias ante un retorno de las izquierdas latinoamericanas al poder. Bajo el concepto de “límites”, explicó tres: el primero, la sostenibilidad del crecimiento y la satisfacción económica como factor necesario de la gobernabilidad. “Un error económico para un gobierno de izquierda puede implicar su muerte. Un error económico para un gobierno de derechas, no”.
En segundo lugar, “la debilidad de las transformaciones del sentido común”. Sobre este punto, García Linera se refirió a la derecha como un sentido común que gobierna el 90% de los impulsos y análisis en la sociedad. Por lo tanto, ubicó al progresismo en el deber de revolucionar aquel sentido común como eje fundamental de su programa ideológico.
Como tercer límite -y ovacionado por el público presente-, estableció que “no es posible un crecimiento económico que sea a la vez un decrecimiento ecológico”, refiriéndose a las políticas que deberán ser pensadas en materia económica para los próximos gobiernos, contemplando la necesidad de preservación del medio ambiente y los recursos naturales abundantes en la región.
La próxima oleada progresista en la región necesitará el acompañamiento de los movimientos de izquierdas de Europa y el mundo, para prevenir el aislamiento económico y político impuesto sobre muchos gobiernos opositores a la avanzada conservadora.
¿Cual es el futuro del continente?, preguntó Linera. Ante la llegada al poder de Jair Bolsonaro, y la vuelta de poderes globales al dominio de la economía en muchos países latinoamericanos, el panorama podría hacernos imaginar una nueva larga noche neoliberal. Esta sería, además, “racista, misógina, neocolonial”. Sin embargo, el vicepresidente planteó una perspectiva más optimista: explicó que, contrario al neoliberalismo de la década del 80, el actual es negativo, carece de toda ilusión de esperanza y prosperidad. “Se ha agotado el combustible neoliberal. Tenemos un neoliberalismo zombie que no logra captar el entusiasmo colectivo de la sociedad”, agregó.
“Soy un convencido de que esto se va a agotar. Hemos de vivir una corta noche de verano neoliberal y ahí es donde nos toca a nosotros reconocer lo que hicimos bien, reconocer lo que hicimos mal y prepararnos. La izquierda tiene que volver a prepararse para tomar el poder en los siguientes años en el continente”, dijo, para cerrar su exposición.
Sobre esta última idea, Juan Carlos Monedero agregó que el desafío actual es proyectar en los comportamientos cotidianos el futuro que las izquierdas imaginan. “Con cada movimiento que hagamos, anticipemos el mundo que queremos. Esto nos corresponsabiliza. No le entreguemos la responsabilidad ni a un partido ni a un liderazgo: nos corresponde a nosotros”.
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