MISIÓN VERDAD
Afortunadamente el mundo de hoy es muy diferente al de 2003, los decretos de Washington son cada vez menos efectivos en determinar el orden mundial. Pero a pesar de este nueva y más balanceada división del poder entre varios poderes, Washington parece estar más agresivo que nunca, tanto con aliados como con enemigos, independientemente del presidente que esté en el cargo.
China y Rusia lideran esta histórica transición mientras son cuidadosos de evitar una guerra directa con los Estados Unidos. Para triunfar en este esfuerzo, usan una estrategia híbrida que involucra diplomacia, apoyo militar a sus aliados y garantías económicas a países bajo ataque de Washington.
Los Estados Unidos consideran a todo el planeta su patio de recreo. Su doctrina militar y política está basada en el concepto de hegemonía liberal, como lo explica el científico político John Mearsheimer. Esta actitud imperialista ha, con el paso del tiempo, creado un frente coordinado y semi-oficial de países que resisten esta hegemonía liberal. Los eventos recientes en Venezuela indican por qué la cooperación entre estos países contra-hegemónicos es esencial para acelerar la transición de una realidad unipolar a otra multipolar, donde el daño que el imperialismo estadounidense podría infringir haya menguado.
MOSCÚ Y PEKÍN LIDERAN EL MUNDO ESTORBANDO A WASHINGTON
Moscú y Pekín, luego de una compleja relación durante el periodo de la Guerra Fría, se las han arreglado para alcanzar una confluencia de intereses en sus grandes objetivos en los próximos años. El entendimiento que tienen ha venido principalmente en torno a la contención del caos que Washington ha venido desatando en el mundo.
El principio que guía al aparato de inteligencia-militar estadounidense consiste en, si un país no puede ser controlado (como Irak tras la invasión de 2003), entonces tiene que ser destruido con el fin de evitar que caiga en el ala sino-ruso. Esto es lo que los Estados Unidos han intentado hacer con Siria, y lo que intentan hacer con Venezuela.
El Medio Oriente es un área que ha atraído atención global por un tiempo, con Washington claramente interesado en apoyar a sus aliados israelíes y saudíes en la región. Israel sigue una política exterior que tiene como objetivo desmantelar los Estados iraní y sirio. Arabia Saudí también sigue una estrategia similar contra Irán y Siria, que intenta alimentar una ruptura dentro del mundo árabe derivando sus diferencias con Catar.
Las decisiones en política exterior de Israel y Arabia Saudí han sido apoyadas por Washington durante décadas, por dos razones bien específicas: la influencia del lobby israelí en los Estados Unidos, y la necesidad de asegurar que Arabia Saudí y los países de la OPEP vendan petróleo en dólares estadounidenses, de este modo preservando el rol del dólar norteamericano como moneda de reserva global.
Que el dólar estadounidense siga siendo la moneda de reserva global es esencial para Washington para mantener su rol de superpoder contra sus rivales geopolíticos. Las sanciones son un buen ejemplo de cómo Washington usa el sistema financiero y económico global, basado en el dólar norteamericano, como un arma contra sus enemigos. En el caso del Medio Oriente, Irán es el blanco principal, con sanciones que buscan prevenir que la República Islámica comercie bajo el sistema bancario foráneo. Washington ha vetado la capacidad de Siria de procurar contratos para reconstruir el país, con compañías europeas siendo amenazadas con que arriesgan sus opciones de no poder trabajar más en los Estados Unidos si aceptan operar en Siria.
Pekín y Moscú tienen una clara estrategia diplomática, conjuntamente rechazando los incontables movimientos promovidos por los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, condenando Irán y Siria. En el frente militar, Rusia continúa con su presencia en Siria. Los esfuerzos económicos de China, aunque no del todo visible en Siria e Irán, será la parte esencial en revivir esos países por años de guerra impuesta por Washington y sus aliados.
La estrategia de contención de China y Rusia en el Medio Oriente busca defender a Siria e Irán diplomáticamente usando la ley internacional, cuestión que es continuamente pisoteada por los Estados Unidos y sus aliados regionales. La actividad militar de Rusia ha sido crucial conteniendo y venciendo la inhumana agresión lanzada contra Siria, y que casi ha trazado una línea roja que Israel no puede pesar en sus esfuerzos por atacar Irán. La derrota de los Estados Unidos en Siria ha creado un precedente alentador para el resto del mundo. Washington ha sido forzado a abandonar sus planes originales de deshacerse de Assad.
Siria será recordada en el futuro como el comienzo de la revolución multipolar, por el que los Estados Unidos fueron contenidos, en términos militares convencionales, como resultado de las acciones coordinadas de China y Rusia.
La contribución económica de China provee a ciertas necesidades urgentes como el suministro de comida, préstamos gubernamentales y medicinas a países bajo asedio económico de Washington. Mientras el sistema financiero global se mantenga anclado al dólar estadounidense, Washington permanecerá capaz de causar mucho dolor a los países que rehúsan obedecer sus dictados.
La efectividad de las sanciones económicas varía de país a país. La Federación Rusa utiliza las sanciones impuestas por Occidente como un ímpetu para obtener una completa, y casi autónoma, refinanciación de su principal deuda externa, al mismo tiempo que produce en casa lo que antes había importado de afuera. La estrategia a largo plazo de Rusia es la de abrir con China y otros países asiáticos un gran mercado de importaciones y exportaciones, reduciendo así el contacto con los europeos si países como Francia y Alemania continúan su hostilidad con la Federación Rusa.
Gracias a las inversiones chinas, junto a los proyectos planificados como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (ICR), la hegemonía del dólar estadounidense está bajo amenaza en el medio y largo plazo. Las iniciativas chinas en los campos de conexiones infraestructurales, de energía, ferroviaria, de carreteras y tecnológicas en una docena de países, adherido a la continua necesidad de petróleo, impulsará el consumo cada vez mayor de petróleo en Asia que actualmente se paga en dólares estadounidenses.
Moscú está en una posición privilegiada, disfrutando de las buenas relaciones con todos los mayores productores de petróleo y gas natural licuado, de Catar a Arabia Saudí, e incluyendo Irán, Venezuela y Nigeria. Las buenas relaciones de Moscú con Riad básicamente busca la creación de un acuerdo OPEP+ que incluya a Rusia.
Atención particular debería darse a la situación en Venezuela, uno de los más importantes países en la OPEP. Riad envió a Caracas en semanas recientes un camión con 2 millones de barriles de petróleo, y Mohammed bin Salman (MBS) ha tomado una posición neutral con respecto a Venezuela, manteniendo un predecible equilibrio entre Washington y Caracas.
Estas iniciativas conjuntas, lideradas por Moscú y Pekín, buscan reducir el uso del dólar estadounidense en países involucrados en el ICR y que cumplan con el formato OPEP+. Esta diversificación evadiendo el dólar, para cubrir las transacciones financieras entre países involucradas en financiamiento, petróleo y gas natural licuado, testificará el progresvio abandono del dólar como resultado de los acuerdos que cada vez más ignoran el dólar.
Por el momento, Riad no parecetener intenciones de peder la protección militar estadoundiense. Pero los eventos recientes en torno a Khashoggi, y el fracaso de enlistar la saudí Aramco en la bolsa de valores de Nueva York o Londres, han minado seriamente la confianza de la familia real saudí en sus aliados norteamericanos. La reunión entre Putin y MBS en el G20 en Buenos Aires pareció mandar una clara señal a Washington como al futuro del dólar.
Los esfuerzos militares, económicos y diplomáticos de Moscú y Pekín culminan en el proceso de Astaná. Turquía es uno de los principales países detrás de la agresión contra Siria; pero Moscú y Teherán lo han incorporado en el proceso de contención del caos regional generado por los Estados Unidos. Gracias a los oportunos acuerdos en Siria conocidos como las "zonas de distensión", Damasco ha avanzado, ciudad por ciudad, en limpiar al país de terroristas financiados por Washington, Riad y Ankara.
Catar, un garante económico de Turquía, que a cambio ofrece protección militar a Doha, también se está apartando del ala israelí-saudí como resultado de los esfuerzos sino-rusos en los campos energéticos, diplomáticos y militares. La jugada de Doha también ha sido por la fratricida guerra diplomática-económica lanzada por Riad contra Doha, siendo así otro ejemplo del efecto contagioso del caos creado por Washington, especialmente con sus aliados Israel y Arabia Saudí.
Washington pierde influencia militar en la región gracias a la presencia de Moscú, y esto lleva a aliados tradiciones estadounidenses como Turquía y Catar a gravitar en torno a un campo esencialmente compuesto por los países opuestos a Washington.
La derrota militar y diplomática de Washington en la región hará posible, en el largo plazo, cambiar la estructura económica del Medio Oriente. Una realidad multipolar que prevalecerá, donde los poderes regionales como Egipto, Turquía, Arabia Saudí e Irán se sentirán forzados a interactuar económicamente con todo el continente euroasiático como parte de la ICR.
El principio básico para Moscú y Pekín es el uso de los recursos militares, económicos y diplomáticos para contener a los Estados Unidos en su incesante impulso de matar, robar y destruir.
DEL MEDIO ORIENTE A ASIA
Pekín se ha enfocado en Asia el campo diplomático, facilitando las conferencias entre Nor y Surcorea, acelerando el diálogo interno en la península, así excluyendo actores externos como los Estados Unidos (que sólo tiene intención de sabotear los diálogos). El componente militar de Pekín también ha jugado un importante rol, aunque nunca ha sido usado directamente como la Federación Rusa lo hizo en Siria. Las opciones de Washington frente a frente en la península coreana son fuertemente limitadas por el hecho de que, colindante con la República Democrática de Corea, están inmensas fuerzas nucleares y convencionales, es decir, la disuasión ofrecida por Rusia y China. La combinación del poder militar de Norcorea, Rusia y China hace a cualquier hipotética invasión y bombardeo de Pyongyang una opción impráctica por los Estados Unidos.
Como en el pasado, el sustento económico extendido a Pyongyang por Moscú y Pekín probó ser decisivo en limitar los efectos del embargo y la guerra financiera total que Washington declaró a Norcorea. Las habilidades diplomáticas de Pekín y Moscú funcionaron con Seúl, produciendo un efecto similar en Turquía en el Medio Oriente, con Surcorea lentamente dejándose llevar hacia el mundo multipolar propuesto por Rusia y China, con importantes implicaciones económicos y prospectos para la unificación de la península.
Rusia y China -mediante una combinación de jugar astutamente en la diplomacia, en la disuasión militar, y ofreciendo a la península coreana el prospecto de inversión económica a través de la ICR- han frustrado los esfuerzos de Washington de desatar el caos en sus fronteras vúa la península coreana.
Los Estados Unidos parecen perder su mojo imperialista, más significativamente en Asia y el Medio oriente, no sólo militarmente sino también diplomática y económicamente.
La situación es diferente en Europa y Venezuela, dos áreas geográficas donde Washington aún disfruta de mayor peso geopolítico que en Asia y el Medio Oriente. En ambos casos, la efectividad de la resistencia sino-rusa -en términos militares, económicos y diplomáticos- es más limitada, por diferentes razones. Esta situación, en línea con el principio de America First y el retorno de la Doctrina Monroe, será el tema del próximo artículo.
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