En Francia tuvo lugar la reunión de ministros de relaciones exteriores del G7, organización conformada por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Según reportó AP, "uno de los objetivos de Estados Unidos al acudir al encuentro del G7, que engloba a las economías más desarrolladas del mundo, fue el de impulsar el reconocimiento del líder opositor venezolano Juan Guaidó como presidente auténtico de la nación sudamericana".
La tentativa, sin embargo, fue frustrada por Italia, que desde el 23 de enero se opone al reconocimiento de Guaidó.
El resultado de la reunión fue un texto redactado "en términos moderados sobre cuestiones como la lucha contra la ciberdelincuencia, la ampliación del papel de las mujeres en el establecimiento de la paz y la colaboración con los países de la región africana del Sahel para luchar contra el tráfico de migrantes".
No hubo consenso para darle un espaldarazo a Guaidó, situación que no solo debilita el foro central de las potencias de Occidente de cara a su próxima cumbre, sino el impulso de Washington por proyectar su influencia y sus planes para derrocar al gobierno venezolano a una escala internacional.
Recientemente, Italia se sumó a la iniciativa "Un Cinturón, Una Ruta" elaborada por China, en el marco de su proyecto de integración económica global con centro en Eurasia. Este reacomodo geopolítico generó el enojo de Washington, pues agrega mayores tensiones que conducen al debilitamiento de la histórica alianza atlántica.
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