Rafael Rodríguez Olmos
Tomo prestado el título de esta columna, del nombre que
inventó Guillermo Linero, editor del semanario Kikirikí, el más antiguo del
país, en un excelente editorial que publicó.
Creo que una de las cosas que más me molestan de este
gobierno, mi gobierno, es su profunda incompetencia, a veces creo que su
complicidad, para combatir el estado de inflación que azota al país. De
hiperinflación más bien, en donde juega un papel fundamental esta poderosa
trasnacional venezolana, que se ha valido del propio Estado y de la propia “revolución”
para cometer todos los desafueros habidos y por haber. Más bien para someter al
pueblo a las penurias que está viviendo.
Desde el inicio de este proceso, Polar ha jugado un papel
clave en el transcurso de distribución de los alimentos y en el marcaje de sus
precios. En aquel momento se percibió poco como una intención de la empresa, porque
el gobierno tenía su propia distribución de alimentos y en alguna medida su
producción e importación de alimentos. Había dólares suficientes y la creación
del Mercal, Pdval y Bicentenario, permitían no solo el abastecimiento al
pueblo, sino el nacimiento y desarrollo de una de la más corrupta red de
enriquecimiento del país y de esto que se llama revolución.
Pero en el tiempo, Chávez entendió que Polar se estaba
convirtiendo en una especie de patrón y líder de las demás empresas de
alimentos, para combatir al gobierno por la vía del desabastecimiento. De eso
nos percatamos en el 2005 cuando comenzó a desaparecer la leche de los
anaqueles de los supermercados. Creo que allí fue cuando Chávez entendió lo que
estaba haciendo el enemigo, y en adelante se tiró una guerra solapada con
Mendoza. Y en más de una oportunidad amenazó con la expropiación. Ya en el
2007, el Arañero de Sabaneta estaba dispuesto a casarse la pelea y expropiar
Polar. No obstante, dos cosas lo detuvieron: una, que Polar era la propietaria
de la importación y producción del 75% de los alimentos que se consumían en el
país. Una hija pequeñita de Monsanto. Y dos, ya entendía que había demasiada
corrupción en los entes del gobierno como para darse el lujo de que la
incompetencia y el ladronismo quebrara una empresa de ese calibre.
Ese fue el nacimiento de Diana en el 2008, concebida por Hugo
como el sustituto de Polar (nunca lo dijo, pero hay dos discursos donde lo
evidencia) y punta de lanza de la guerra económica, que terminó siendo un antro
con cuatro mil trabajadores que no produce nada. De hecho, siempre fue una
empresa quebrada porque cuando tenía 1.500 trabajadores, solo producía tres
productos: jabón de panela, aceite y margarina. Hoy, como cosa rara en manos de
militares, lo poco que produce va todo a Colombia, los trabajadores están
sometidos a las peores condiciones laborales, la persecución a los dirigentes
sindicales y la aplicación del fascismo, es la media en esa gigantesca e
inoperante empresa. ¡Pobre Chávez!
Una vez muerto Hugo, Mendoza entendió que era el momento de
arreciar y de hecho lo dijo en varias oportunidades. Habló de la incompetencia
y de la incapacidad del gobierno de hacer algo bien hecho. Cuando Maduro lo
llamó a una reunión y dijo que le iba a decir sus cuatros cosas, fue Mendoza quien
se las dijo a sus enviados. Desde choros e incompetentes para arriba y para
abajo. Lo curioso de esto es que Polar siempre ha manipulado al gobierno a su
antojo. Desde Chávez, cuando recibía dólares para producir y en lugar de ello, los
sacaba del país para sus empresas filiales esparcidas en toda la región. Y el
gobierno siempre lo supo.
Más acasito, o la historia más reciente, es que Mendoza llevó
al quiebre a sus empresas. Más bien, las redujo a su mínima expresión. En
algunas como la fábrica de mayonesa, de quince líneas de trabajo, solo opera
una, lo que permitió el despido de los trabajadores o la oferta de la famosa
“cajita feliz”. Miles de trabajadores han sido despedidos de las empresas Polar
y algunos de sus representantes han hablado sobre la gigante la erogación de la
empresa en liquidaciones, cuando todos sabemos que eso es minucia, menos que
minucia para el poderoso Lorenzo, quien por cierto también tiene la complicidad
de inspectores del Ministerio del Trabajo (de dólares para bolívares).
¿A dónde nos conduce todo esto? A lo que estamos viviendo en
este momento. No en balde Guillermo Linero le llamó Polar Today, porque desde
hace más de un año, es Polar la que marca los precios del mercado, porque
además es Polar la única con capacidad para producir, distribuir, comercializar
y mantener un vasto personal activo en camiones de distribución. Es decir,
Mendoza cumplió al pie de la letra su estrategia, primero de sacarle todos los
dólares posibles al Estado, además de tratar a sus funcionarios de estúpidos y
corruptos; segundo, no irse del país (de hecho, él vive fuera del país) ni
sacar a sus empresas, sino reducirlas al mínimo; y tercero, convertirse en la
marca registrada que decide y controla los precios de los productos en el
mercado. Precios que modifica cada 72 horas sin aviso y sin protesto. Usted
amigo lector puede comprobarlo. Párese en un supermercado y verá que el único
camión que lo visita es de Polar y que el vendedor le dice de inmediato al
propietario “la mayonesa vino marcada a un millón setecientos, pero pasado
mañana ya viene a dos millones cuatrocientos”. ¿Cómo lo sabe? Porque ya todo
está preparado y planificado. Y ese es el punto de partida para que todos los
demás establezcan precios en cualquier rubro de la cadena alimenticia, aunque
no sea Polar.
Por supuesto, debemos dejar en claro que el gobierno le
compra ciento de miles de millones en Harina Pan a Mendoza para las cajas Clap.
Esos paquetes están marcados a Bs.75.000, pero la mayoría de esa harina va a
manos de los bachaqueros que la venden en 900.000. Sáquenme de la cabeza que
eso no está planificado por Polar.
De tal manera que Mendoza terminó defecando en la cara del
gobierno. Marca los precios como le da la gana, pone los precios del mercado y
de paso tiene al gobierno de rodillas comprando Harina Pan para las cajas Clap.
“Pepe, mira como lo tengo” diría el monito del chiste.
Yo no sé cuántas cosas más pudiera decirle Nicolás a Mendoza,
pero estoy seguro que está pidiendo perdón para ver si le dan un respiro, a ver
si pueden detener la inflación. De los quince días que pidió para reactivar la
economía en caso de ser reelecto, ya lleva 21, y por el contrario la
hiperinflación va a galope. Mientras escribo esta columna, un kilo de pollo
amaneció a tres millones de bolívares. Con razón la desnutrición se está
apoderando de la población venezolana.
¿Y Lorenzo? Gozando una bola en los mayamis…
Caminito de hormigas…
Segurito que sí. Por el trato que reciben los alumnos de la escuela de
policía en la Navas Espínola, es totalmente seguro que allí se esté gestando la
mayor concentración del hampa del país. Maltrato, golpes, insultos y castigos.
A dónde creen ustedes que irá toda esa ira contenida cuando esos muchachos
tengan una placa y una pistola. Al pobre diablo que paren en el medio de la
calle.
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